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Pedagogía Del Oprimido


Enviado por   •  30 de Marzo de 2014  •  Ensayos  •  4.926 Palabras (20 Páginas)  •  279 Visitas

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PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO

En la historia de la educación Latinoamericana y Mundial, Paulo Freire (1921-1997) es el creador de un movimiento de educación base que tiene por objeto dar un carácter político al problema educativo. Según sus ideas es necesario dar una concientización al oprimido a través de la educación, dio significativa importancia a la alfabetización pero no en forma aislada y memorística sino con una aproximación crítica de la realidad se debe dar más importancia a la educación dialogical o conversacional que a la curricular, asimismo debe de dar importancia a la praxis en la actividad educativa.

Paulo Friere es un pensador comprometido con la vida. “La pedagogía dominante es la pedagogía de las clases dominantes”. Los métodos de opresión no pueden, contradictoriamente, servir a la liberación del oprimido. La pedagogía del oprimido, no pedagogía para él, sino de él. Los caminos de la liberación son los del mismo oprimido que se libera.

Una nueva pedagogía enraizada en la vida de esas subculturas, a partir de ellas y con ellas, será un continuo retomar reflexivo sus propios caminos: “método”, “práctica de la libertad”. La pedagogía del oprimido es, pues, liberadora de ambos, del oprimido y del opresor. Hegelianamente diríamos: la verdad del opresor reside en la conciencia del oprimido, dándonos cada vez más el contorno y el relieve de su profunda intuición central; la del educador de vocación humanista que, al inventar sus técnicas pedagógicas, redescubre a través de ellas el proceso histórico en que y por qué se constituye la conciencia humana. Un sugerencia de Ortega, el proceso en que la vida como biología para ser como bibliografía.

Paula Freire, siendo método de alfabetización, tiene como su idea animadora toda una dimensión humana de la “educación como práctica de la libertad” sólo se puede producir y desarrollar en la dinámica de una pedagogía del oprimido”

La concienciación no sólo es conocimiento o reconocimiento, sino opción, decisión, compromiso y el alcance de su humanismo: alfabetizar es concienciar.

Una investigación previa explora el universo de las palabras habladas en el medio cultural del alfabetizado. Estas palabras son llamadas generadoras porque a través de la combinación de sus elementos básicos, propician la formación de otras. Tales descodificaciones son codificadas plásticamente en cuadros, diapositivas, films, etc., representativos de las respectivas situaciones que, de la experiencia vivida del alfabetizando, pasan al mundo de los objetos.

La descodificación es análisis y consecuente reconstitución de la situación vivida: reflejo, reflexión y apertura de posibilidades concretas de pasar más allá. Lo que antes era enclaustrado, poco a poco se va abriendo; “la conciencia pasa a escuchar los llamados que la convocan siempre más allá de sus límites: se hace crítica”.

En el círculo de cultura, en rigor, no se enseña, se aprende con “reciprocidad de conciencias”; no hay profesor, sino un coordinar, que tiene por función dar las informaciones solicitadas por los respectivos participantes y propiciar condiciones favorables a la dinámica del grupo, reduciendo al mínimo su intervención directa en el curso del diálogo.

El alfabetizando ya sabe que la lengua también es cultura, de que el hombre es sujeto: se siente desafiado a develar los secretos de su constitución a partir de la construcción de sus palabras, también ellas construcción de su mundo. Lo que el hombre habla y escribe, y cómo hablar y escribe, es todo expresión objetiva de su espíritu.

El alfabetizando ya está motivado para no sólo buscar el mecanismo de su recomposición y de la composición de nuevas palabras, sino también para escribir su pensamiento y por lo tanto buscará nuevas palabras, no para coleccionarlas en la memoria, sino para decir y escribir su mundo, su pensamiento, para contar su historia. El alfabetizando, al comenzar a escribir libremente, no copia palabras sino expresa juicios; al darles forma escrita, va asumiendo gradualmente la conciencia de testigo de una historia de que se sabe autor.

El método Paulo Freire no enseña a repetir palabras; simplemente coloca al alfabetizando en condiciones de poder replantearse críticamente palabras de su mundo, para en la oportunidad debida, saber y poder decir su palabra. Es la misma dialéctica en que cobra existencia el hombre.

Con la palabra el hombre se hace hombre. Al decir su palabra, el hombre asume conscientemente su esencial condición humana. Para el hombre, producirse es conquistarse, conquistar su forma humana. La pedagogía es antropológica.

Una simple mujer presenta en un cuadro: “Me gusta discutir sobre esto porque vivo así. Mientras vivo no veo. Ahora sí, observo cómo vivo”.

La conciencia es esa misteriosa y contradictoria capacidad que el hombre tiene de distanciarse de la coas para hacerlas presentes, inmediatamente presentes. Es un comportarse del hombre frente al medio que lo envuelve, transformándolo en mundo humano.

La “hominización” no es adaptación: el hombre no se naturaliza, humaniza al mundo. La “hominización” no es sólo un proceso biológico, sino también historia.

Si la conciencia se distancia del mundo y lo objetiva, es porque su intencionalidad trascendental la hace reflexiva. La conciencia del mudo y la conciencia de sí crecen juntas y en razón directa; una es la luz interior de la otra, una comprometida con otra.

Paulo Freire no inventó al hombre; sólo piensa y practica un método pedagógico que procura dar al hombre la oportunidad de redescubrirse mientras asume reflexivamente el propio proceso en que él se va descubriendo, manifestando y configurando: “método de concienciación”. Las conciencias no se encuentran en el vació de sí mismas, porque la conciencia es siempre, radicalmente, conciencia del mundo.

El monólogo, en cuanto aislamiento, es la negación del hombre. Es el cierre de la conciencia mientras que los dialogantes “admiran” un mismo mundo; de él se partan y con él coinciden: en él se ponen y se oponen. El diálogo no es un producto histórico sino la propia historización. Conciencia del mundo, se busca ella misma en un mundo que es común; porque este mundo es común, buscarse a sí misma es comunicarse con el otro.

La conciencia es conciencia del mundo: el mundo y la conciencia, juntos, como conciencia del mundo, se constituye dialécticamente en un mismo movimiento, en una misma historia.

El hombre se reconoce

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