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Pedagogía del oprimido

jcchichi425 de Agosto de 2011

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Pedagogía del oprimido

“La verdad del opresor reside en la conciencia del oprimido”………Es una forma de interpretar la liberación del hombre de su opresor.

En este libro el autor hace una critica el sistema tradicional de la educación y propone una nueva pedagogía en la cual los educadores y los educandos trabajan conjuntamente para desarrollar una visión crítica del mundo en que viven.

El autor pone énfasis en una necesidad de abrirse un diálogo en la educación popular, defendiendo su lenguaje y cultura própias. El teórico defiende la tesis de que la forma como se enseña en aula es una didactica que defiende solamente los interesados de la elite y el lenguaje utilizado por los profesores a los educandos es una ideologia elitista que no lleva en consideración costumbres de las clases obreras.

Freire proporciona una nueva pedagogía en la cuál presenta su método que tiene como finalidad la “alfabetización” y postula a la educación como camino hacia la libertad.Su pedagogía funda un método cuya finalidad inmediata es la alfabetización y, en su dimensión más amplia, postula la educación como práctica de la libertad. Freire entiende el quehacer humano como acción y reflexión, teoría y praxis.

Una característica de su método una pedagogía basada en la práctica, ésta está sometida constantemente al cambio, a la evolución dinámica y reformulación.

Dice que al inicio las personas escriben y no copian, sino que expresan sus juicios y que al escribirlos van adquiriendo conciencia de su participación en la historia. Menciona que el educador de vocación humanista al inventar sus técnicas pedagógicas, redescubre a través de ellas el proceso histórico en qué y por qué se constituye la conciencia humana, ya que es el proceso en el que la vida se hace historia. Por ello hombre desarrolla más y más su conciencia crítica, en busca del afloramiento de la verdadera conciencia reflexiva de la cultura, la cual aparece en el preciso instante en que el hombre se historiza, en que se constituye como conciencia histórica.

Recomienda que es importante comenzar por escribir su vida, biografiarse, historiarse, como autor y testigo de su propia historia. Ya que el hombre es como un ser en el mundo y con el mundo. Lo propio del hombre, su posición fundamental, es la de un ser en situación; es decir, un ser introducido en el espacio y en un tiempo que su conciencia intencionada capta y trasciende.

En la página 17, se menciona que la conciencia es esa misteriosa y contradictoria capacidad que el hombre tiene de distanciarse de las cosas para hacerlas presentes, inmediatamente presentes. Que la presencia hace lo presente, objetivo, ya que la subjetividad de las conciencias es la progresiva concienciación en el hombre, del “parentesco ontológico” de los seres en el ser.

Menciona en el capítulo I que “nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo. Sólo los hombres se liberan en comunión.” Es decir, que el mismo hombre sea quien busque su libertad y así mismo la ejerza.

Es importante señalar que sólo los oprimidos liberándose, pueden liberar a los opresores. Que éstos en tanto clase que oprime, no pueden liberar ni liberarse.

Paulo Freire, defiende una posición marxista y, con eso, valora a unapedagogía del diálogo en que su método de alfabetización tiende a entrar en armonía con el mundo de los campesinos y otros proletariados explorados por la elite que los domina hasta mismo en su forma de lenguaje. El educador también defiende a una didáctica libertadora, una pedagogía que politiza a los alumnos mientras la alfabetización ocurre.

Su pedagogía funda un método cuya finalidad inmediata es la alfabetización y, en su dimensión más amplia, postula la educación como práctica de la libertad. Las personas, al comenzar a escribir, no copian palabras sino que expresan juicios. Al darles forma escrita adquieren conciencia de su participación en la historia. La teoría de Freire permite a los sujetos replantearse críticamente las palabras de su mundo para, en el momento debido, conocer y expresar su propia palabra y, así, asumir lúcidamente su condición humana. Para lograrlo, en un régimen en el que los más explotados menos manifiestan, los oprimidos tienen que entablar una lucha contra los dominadores también en el nivel del lenguaje.

Este es el aprendizaje que precisamente muestra “pedagogía del oprimido”. Las Este aprendizaje es la vía que muestra PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO. Las afirmaciones de Freire se sustentan siempre en situaciones concretas, expresan las reacciones de proletarios urbanos, hombres y mujeres de clase media y campesinos. En la educación para la libertad, los educadores y educandos inician juntos, como oprimidos, la tarea histórica de liberarse a sí mismos y liberar a los opresores.

Escrito durante su exilio en Chile, el libro seminal de Paulo Freire, Pedagogía del oprimido (1970), presenta lo que no es meramente una nueva pedagogía, sino un plan para la liberación auténtica del hombre, sea opresor u oprimido. En este libro Paulo Freire critica el sistema tradicional de la educación (lo que él llama “la educación bancaria”) y presenta una nueva pedagogía donde los educadores y los educandos trabajan juntos para desarrollar una visión crítica del mundo en que viven.

En su introducción al libro, “Primeras palabras” (páginas 21-27), Freire advierte que su libro “probablemente provocará” reacciones “sectarias” en algunos lectores (23), pero se debe evitar este sectarismo porque “es un obstáculo para la emancipación de los hombres” y “provoca el surgimiento de su contrario, cual es la radicalización del revolucionario” (24).

El primer capítulo (páginas 29-69) contiene cinco partes (“Justificación de la pedagogía del oprimido”; “La contradicción opresores-oprimidos, su superación”; La situación concreta de opresión y los opresores”; “La situación concreta de opresión y los oprimidos”; y “Nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo. Los hombres se liberan en comunión”). Freire empieza escribiendo sobre la búsqueda de las raíces de los problemas que la humanidad enfrentaba a fines de los sesenta y sugiere que el hombre es un “ser inconcluso”, y que la deshumanización existente en el mundo “es distorsión de la vocación de SER MÁS” (32). Esta distorsión conduce a los oprimidos a “luchar contra quien los minimizó” (33). Su lucha sólo tiene sentido cuando los oprimidos no se transforman en opresores de sus opresores, “sino en restauradores de la humanidad de ambos” (33). Esta restauración solamente puede venir de los oprimidos porque son ellos los que entienden la necesidad de la liberación: “¿Quién mejor que los oprimidos se encontrará preparado para entender el significado terrible de una sociedad opresora?” pregunta Freire (34).

El oprimido tiene que liberarse psicológicamente para no convertirse en opresor porque ellos tienden a “identificarse con su contrario” (36). Como ejemplo concreto, Freire menciona el caso de los oprimidos que quieren la reforma agraria, “no para liberarse, sino para poseer tierras y, con éstas, transformarse en propietarios o, en forma más precisa, en patrones de nuevos empleados” (36). Ambos los opresores y los oprimidos, temen a la libertad, pero por razones diferentes. “En los oprimidos el miedo a la libertad es el miedo de asumirla. En los opresores el miedo de perder la “libertad” de oprimir” (37).

Freire reconoce que la liberación de la opresión no vendrá fácilmente. “La liberación es un parto doloroso”, nos dice, pero el hombre nuevo que nace de este parto será capaz de superar la dinámica opresor-oprimido y crear una sociedad donde el bienestar de su gente no está basado en la explotación de algunos hombres por otros (39).

Freire propone que el acto de solidarizarse con los oprimidos es necesario para construir el camino hacia el hombre nuevo. Pero este camino no puede resultar de acciones paternalistas hacia los oprimidos, pues terminaría “manteniéndolos atados a la misma posición de dependencia” (40). Continua Freire:

El opresor sólo se solidariza con los oprimidos cuando su gesto deja de ser un gesto ingenuo y sentimental de carácter individual, y pasa a ser un acto de amor hacia aquellos; cuando, para él, los oprimidos dejan de ser una designación abstracta y devienen hombres concretos, despojados y en una situación de injusticia: despojados de su palabra, y por esto comprados en su trabajo, lo que significa la venta de la persona misma. Sólo en la plenitud de este acto de amar, en su dar vida, en su praxis, se constituye la solidaridad verdadera. (41)

Freire afirma fuertemente la relación entre la solidaridad y la liberación, y que los oprimidos tienen que ser agentes activos en el proceso de liberarse. El líder revolucionario no puede dictar mandatos en una manera paternalista a los oprimidos. “Para nosotros el problema no radica solamente en explicar a las masas sino en dialogar con ellas sobre su acción. Ninguna pedagogía realmente liberadora puede mantenerse distante de los oprimidos” (46).

Lo que la sociedad piensa que son actos de generosidad hacia los oprimidos muchas veces no lo son: “por el contrario, la pedagogía que, partiendo de los intereses egoístas de los opresores, egoísmo camuflado de falsa generosidad, hace de los oprimidos objeto de su humanitarismo, mantiene y encarna la propia opresión. Es el instrumento de la deshumanización”

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