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RESUMEN CECIL DE MANUEL MUJICA LAINEZ

agustinamartinez15 de Diciembre de 2011

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CECIL

Espectros de la literatura:

Cecil comprende, mientras el escritor le habla al periodista, que lo había descuidado y que su amo estaba inserto en una decadencia. Luego, entiendo por qué habían visitado tantas veces el parque. Ocurría que el escritor en ese momento podía proyectar acciones de los personajes que tenía en la cabeza. Personajes como Aquiles y Patroclo, rígidos y abrazados como dos esculturas griegas o el inca Túpac huyendo de los españoles transportando la imagen del sol.

Pero los personajes se habían ido debilitando debido al propio cansancio del lector.

El fantasma de Mr. Littlemore.

Un mediodía de verano, el Escritor había invitado a almorzar a cinco o seis personas. Cecil y Miel estaban en su lugar de siempre, cuando el wippet vio por la ventana a un hombre altísimo vestido de franela gris con barba y pelo blanco, ubicado en la terraza. Comenzó a ladrar por la aparición del mismo, pero comprendió que nadie más podía verlo (sólo él). Su amo intentó callarlo, pero el intensificó los ladridos hasta que logró que el Escritor viera lo mismo que él. Sin embargo, el amo creyó que era simplemente un hombre que visitaría la casa de sus tías. Una semana después volvieron a verlo en el salón donde guardaban objetos muy preciados. Se acercaron y cuando estuvieron cerca descubrieron que el señor había desaparecido. El escritor habló con una amiga de su mujer, le caracterizó al hombre y le dijo que se trataba del fantasma de Mr. Littlemore. Comenzó a investigar el hecho y descubrió que era un hombre que había vivido donde vivía en ese momento el escritor y que había sido asesinado por su mujer quien lo había envenenado con una taza de té. El amo de Cecil pidió una misa recordando al espectro y habló con dos personas más que aseguraban haberlo visto también.

Primitivos señores:

En este capítulo se cuenta quiénes fueron los antiguos dueños de la casa donde vive el Escritor. Al parecer, había sido construida por un hombre hispano para él, su humor e hijos. Era una arquitectura majestuosa. La mujer siempre había sido distinguida, todo el mundo la conocía por su simpatía y fineza. Menciona también que la misma se dirigía en auto hasta una piscina cerca del lugar, acompañada de sus sirvientas. Vestía trajes de odalisca y cubrían el lugar con una especie de mantón árabe para que nadie las viera (implementa lo árabe como señal de evasión) Pero el marido se fue a Europa, al parecer en términos extraconyugales y cuando volvió la casa había sido tomada por bancarios. Luego, la misma pasó por varios dueños. Algunos la mejoraron, otros la deterioraron. Cuando el Escritor se hizo cargo de la misma, decidió sacar las dalias que habían adornado el lugar durante tantos años. La gente lo criticaba por ello, pero él se había inventado que quien plantaba dalias, sufría de represalias.

Habitantes de la quinta:

En la quinta habitan tres personas: la mamá del Escritor, la esposa y él. La mamá se encarga de las cuentas y de la jardinería. Cecil piensa que es el preferido de ella. Siempre anda bien arreglada, con el collar de perlas de su abuela y su libro de evocaciones a Francia. Pasa tiempo con su hijo jugando a un juego europeo. La esposa del escritor ama a su cachorra Miel. Cecil la quiere, pero su corazón le pertenece a su amo y nada más que a él. Además de ellos, la casa está habitada por la pizpereta empleada y Humberto, un jardinero que es como la segunda mano derecha del Escritor. Suelen hablar largo rato en las noches de invierno acerca de la vida y de otras banalidades. También hay en la quinta una casita con un hombre que sabe tocar la guitarra y organiza payadas con su hijo. La mujer del puestero y su esposa tienen hijos insoportables que gritan y juegan todo el tiempo. Al final de la terraza, la casa de las dos tías solteronas que el Escritor suele visitar con Cecil. Lo quieren mucho al perro, le dan golosinas. Eran tres, pero una murió hace poco tiempo.

La quinta es comúnmente visitada por amigos del Escritor. Cuando se van los extrañan, pero no es motivo para que no disfruten de la encantadora vida en la quinta.

Historia de la gata Sara.

Sara, Cecil y Miel son los únicos tres animales que tienen permitido entrar a la casa. El resto del gaterio permanece afuera. Sara está desde antes que Cecil. En realidad pertenecía al protector de animales, pero se alejó de él y se fue metiendo en la quinta hasta que finalmente la aceptaron. La mamá del escritor dice que es una gata con clase, pero Cecil no coincide para nada. El creer que es un animal obsceno al que sólo le gusta la noche. Ya que durante el día duerme y está en la quinta, pero en la noche desaparece y arma unos líos y ruidos bárbaros. Por eso los vecinos tiran objetos por la ventana que al otro día en la mañana recogen. A Cecil le molesta que su amo la acaricie. La odian, tanto él, como Miel. La tienen vigilada todo el tiempo. Cecil está verdaderamente celoso.

Gunter y Madame Pamelá

Gunter es un alemán cuarentón que vive del otro lado de la sierra, a dos kilómetros de la quinta. Ha recibido el apodo del “ermitaño”. Nadie sabe por qué, quizás por su romanticismo católico. Este hombre divide su tiempo entre la casa, los coros gregorianos que resuenan en la misma y la cocina. Es amante de la cocina. Cada vez que el escritor lo visita, lo encuentra cocinando, catando licores y demás. Hablan de infinitas cosas. De hecho, el amo de Cecil tiene tres anécdotas que repite constantemente y que Gunter conoce de memoria. Un día decidieron abrir uno de los tantos libros añejos que tenía el cocinero y abrirlo en cualquier hoja para leer lo que allí decía. El escritor se topó con una frase, que bajo el entendimiento del ermitaño significaba lo siguiente: “Creo que se trata de alguien, de quien usted podría ser el padre, se alejará de usted”.

La otra mujer es Madame Pamelá. Vive a 200 metros de la quinta, y es dueño de una hostería. Se comenta que era amante del dueño del lugar y que cuando murió se la dejó con muchas cuentas que hicieron imposible el hecho de venderla. Madame se viste todo el tiempo como si estuviera disfrazada. Tanto ella como su sirviendo crean vestuarios todo el tiempo. Le comenta al escritor que ha conseguido el sí del intendente para hacer un desfile.

Hay algo que une a los tres amigos. Pareciera que todos fueran del ultramundo. Madame alzó la lupa y pronosticó para el amo de Cecil lo siguiente: Pronto, el alto será abandonado por el pequeñito, el poderoso por el débil”.

Aparición de Heliogábalo

Cecil recuerda que en la entrevista que su amo había tenido con aquel periodista, se había mencionado a un tal Heliogábalo: aquel cuya fotografía, copia de una cabeza de mármol que hay en el museo Capitolino de Roma, prende, enmarcada, en la biblioteca. Este extraño adolescente se había transformado en una verdadera obsesión para el Escritor. Y Cecil comenzaba a sentir celos, por no prever lo que estaba pasando. Lo odiaba y lo amaba a la vez. Lo odio porque ocupaba un lugar que sólo Cecil sabía ocupar y lo amó porque comprendía que con él, el Escritor retomaba a una especie de fe y salud que hacía tiempo no sentía.

Oriente, Grecia y Roma

El Escritor necesitaba saber más acerca del Heliogábalo. Buscó, como siempre, se informó como hacía con cada personaje. Sacó el libro: Oriente, Grecia y Roma y pasó página tras página, hasta que finalmente encontró, casi al final del tomo, 4 líneas: “Después de él reinó uno de sus primos, Élagabal, sacerdote sirio de 15 años de edad, que introdujo en Roma el culto de Mitra, el Dios Sol. Vivía vestido de mujer, rodeado de mujeres y de bailarines; reunió un senado de mujeres para discutir de modas,

Cecil se sorprendió ¡Tanta emoción por un travesti! Pero a su amo parecía fascinarle.

Historia del emperador Heliogábalo

Se presenta entonces una biografía que el Escritor hizo de Heliogábalo:

Para hablar de la figura en cuestión, se deben mencionar los tres reinados anteriores al suyo.

El primero: Septimio Severo, del cual interesa en especial su matrimonio. Se casó por segunda vez con Julia Domma, tía abuela de heliogábalo. El vínculo principal que unió ese matrimonio, fue la pasión por las ciencias ocultas. Julia llevó a Roma consigo a su hermana: Julia Mesa y a sus tres sobrinas: Julia Semias y Julia Mamea.

Severo murió asesinado y lo siguió su hijo Caracalla. Pero hizo del reino un verdadero desastre. Murió también asesinado. Lo siguió su hermano Macrino, quien en un principio trató de revertir los desastres de su hermano, pero terminó cayendo en lo mismo.

A todo esto, Heliogábalo seguía creciendo como un joven hermoso. Bailarín, rubio, no muy alto. Digno candidato para el reino. Inventaron que éste era hijo de Caracalla, con la posibilidad de que el mismo ascendiese como emperador de Roma. Entre tanto, la abuela, la madre y la tía del adolescente, tres Parcas decoradas como los sarcófagos de las momias, tejían una tela impenetrable, y esa tela enredaba el luto de sus hilos en la Piedra Sagrada. La Piedra era lisa, canónica, pulida. Tenía grabada un águila pequeña, porque de acuerdo con la tradición, las almas vuelan al cielo sobre el lomo de estas aves rapaces.

En una oportunidad, Macrino tuvo que dejar Roma. Por ese entonces, los legionarios se pronunciaron en pro del hijo de Semias, por cuatro razones: la fortuna de su abuela, el odio a Macrino, la lealtad a Caracalla y su dinastía, el encanto que brotaba del bello jovencito.

Destituyeron a Macrino. Le avisaron que había

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