Relevancia Del Amor.
alfpachino13 de Febrero de 2012
7.966 Palabras (32 Páginas)466 Visitas
Amor es una de esas palabras cargadas de múltiples sentidos. Explicarla con cierto rigor no es fácil, pues de ella hay un auténtico abuso y para que esto no ocurra es necesario precisar en el sentido verdadero de la terminología de esta palabra buscando su esencia para comprender su trascendencia en la vida y el sentido que tiene vivirla. Dicho de otro modo, hay que poner orden en ese sinfín de palabras que se juntan en torno al término amor. Es preciso huir de los tópicos que esta palabra presenta con frecuencia, pues uno se pierde con facilidad cuando llegan distintas confusiones que, inevitablemente, le quitan o aumentan la relevancia que en realidad el amor tiene separándola de su verdadero significado; hay que enfatizar, en cambio, su importancia como forma de vida.
El amor es una complicada realidad que hace referencia a múltiples aspectos de nuestro ser que determinan nuestra existencia en las distintas relaciones que tenemos en la vida; tales casos son, por ejemplo: el amor de amistad, amor al prójimo, amor entre cónyuges, amor de Padres a Hijos, amor a Dios etc. Es decir, en la vida cotidiana nos encontramos de una manera palpable con el amor, pero muy pocas veces nos damos cuenta de su presencia, de su significado. Siendo humanos, nuestra única motivación que tenemos para afrontar todos los problemas que surgen en la vida, el impulso que nos mueve a seguir adelante y da origen a un sinnúmero de relaciones sociales es, justamente, el amor. Y, por su complejidad, sólo el hombre es capaz y tiene la necesidad de amar. O bien, "Sólo la persona puede amar y sólo la persona puede ser amada. Esta es, ante todo, una afirmación de la naturaleza ontológica, de la que surge una afirmación de naturaleza ética. El amor es una exigencia ontológica y ética de la persona. La persona debe ser amada ya que sólo el amor corresponde a lo que es la persona"
Y dicho esto, nos podemos explicar el sentido que tiene vivir amando puesto que todo hombre actúa para así o para los demás por amor. Un hombre, por ejemplo, que va a la guerra y pelea con valor, probablemente lo hace por amor a su patria; una madre que cocina con devoción y esmero en cada platillo que realiza, sin duda que lo hace por amor a sus hijos; un hombre que se suicida es porque ha perdido todo amor que sentía por sí mismo y por los demás dejándose llevar por una depresión, y así podemos seguir diciendo millares de ejemplos que ponen en relieve el amor que motiva a actuar de cierta manera a todos los hombres y que exige una entrega personal de cada uno de nosotros.
Para encontrar con preciso delineamiento el significado y la naturaleza del amor, es necesario hacer una retrospectiva del constitutivo de los seres humanos no obstante para entender y practicar el sentido del amor.
Naturaleza del amor.
"El hombre, que es la única criatura sobre la tierra a la que Dios ha querido por sí mismo, no puede realizarse plenamente si no es mediante la entrega desinteresada de sí mismo".
Dado que el hombre es una persona, o sea, un ser que se posee a sí mismo y que se gobierna por sí mismo, resulta que puede 'entregarse', que puede hacerse 'don' para los demás sin rehusar por ello a su específico estatuto ontológico. No supone, ciertamente, una entrega simple si no hay de por medio un 'bien' que de sentido a esa entrega. Este deseo de obtener o proteger a ese 'bien' es la pauta que hace surgir al amor de cada quien.
Santo Tomás asentía en que todo hombre está inclinado a la persecución de un bien. Todo ser humano encuentra en la libertad la libre elección del bien al cual se dirigirá. Pero junto con la libertad se encuentra el amor que, desde un punto de vista filosófico es: el sentido último o primero de la libertad, es su fundamento, hacia donde ella se dirige; es el motivo que mueve a los hombres a aceptar o querer tal bien.
"Santo Tomás lo afirmaba de manera explícita: todo ser dotado de inteligencia se encuentra necesariamente provisto de esa inclinación al bien en cuanto bien que denominamos voluntad, y cuyos frutos naturales son la libertad y el amor […] Siendo de esta manera y algo que se realiza gracias a las facultades superiores del alma humana, se puede afirmar que únicamente la persona resulta capaz de amar y únicamente ella es digna de ser amada. La entraña personal de la persona exhibe, pues, un nexo constitutivo con el amor".
Por lo tanto, es el hombre completo el que ama pero a través de la voluntad y a su vez ésta "impera, (…), movida por un gran amor". Y ya que el hombre, único ser dotado de inteligencia y voluntad, tiene como cometido en la vida su trascendencia espiritual, ésta sólo se logrará por el amor; es algo que viene implícito en nuestra naturaleza, y que llevándolo a la práctica nos permite realizar plenamente nuestra esencia humana. Para lograr tal objetivo, necesitamos un motivo que nos impulse a realizarnos, que sea la causa de nuestro vivir, que nos de sentido a nuestra existencia. En palabras de Frankl:
"Lo que el hombre realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la pena. Lo que precisa no es eliminar la tensión a toda costa, sino sentir la llamada de un sentido potencial que está esperando a que él lo cumpla"
Ese esfuerzo y esa lucha que merece nuestro existir, es motivado por el amor y sólo en razón de ella y por ella, podremos alcanzar nuestra trascendencia. Es, por ejemplo, el caso de una persona que sufre algún mal incurable; sus esfuerzos y esperanzas por luchar por tal enfermedad, sólo puede ser justificado por el amor que siente dicha persona ya sea a Dios, a su esposa, a sus hijos, a él mismo etc. Esta es la radical importancia y naturaleza del amor: olvidarse de sí mismo buscando, en los otros y en obras, la trascendencia de uno mismo la cual, es motivada y fundada por el amor hacia los demás. Y es que el hombre se encuentra a sí mismo, como tal, cuando se entrega a otro. El siguiente relato de Viktor Frankl puede ayudar a ilustrar un poco más:
"¿Qué me ha llevado a casarme con Tilly? Cierto día ella preparaba el almuerzo en mi casa, o sea, la casa de mis padres, en la calle Czerningasse, cuando llaman al teléfono. El hospital de Rothschild me requería en forma urgente: acababa de ser internado un caso de envenenamiento por medicación para dormir, que fue declarado insalvable por los médicos clínicos. […] No esperé a que me prepararan un café: me comí unos granos de café, masticándolos mientras corría a la parada de taxi. Dos horas después volvía a casa. El almuerzo compartido estaba arruinado. Suponía que los demás ya habían comido, lo que mis padres habían hecho. Pero Tilly había esperado, y su primera reacción no fue: 'Al fin llegaste, porque te he esperado con la comida'. No. Su reacción fue: '¿Cómo fue la operación y cómo se encuentra el paciente?'. En ese instante me decidí a hacer de esta niña mi mujer, no porque era tal o cual cosa para mí, sino porque ella era ella".
Ese olvido de sí misma, esa entrega total y desprendimiento de cualquier egocentrismo, fue lo que conmovió a Frankl para saber que aquella mujer conocía el verdadero sentido del amor. Y sin vacilar, la hizo su esposa. Poco después el mismo autor escribió: "La veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa que el sol del amanecer. Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre (…) La salvación del hombre está en el amor y a través del amor"
Y a lo anteriormente dicho, cabe añadir: "(…) el hombre, terminativa y perfectamente hombre, es amor. Y si no es amor, no es hombre, es hombre frustrado, autorreducido a cosa".
Por eso "…el primer y radical efecto del amor es ‘hacer ser’, de modo que cuando una persona no alcanza en la vida la meta que está llamada a conseguir –cuando ‘no es nadie’-, podemos asegurar, sin miedo a equivocarnos, que ‘no ha sido amada’, que ninguna otra persona ha hecho de ella el término de su dilección. En efecto, el amor confirma en el ser a la persona querida, busca su plenitud conclusiva o terminal e inventa los medios más eficaces para que el amado o la amada conquisten ese apogeo perfectivo. Como de rechazo […] quien ama, olvidándose plena y radicalmente de sí, pendiente solo del bien del otro, obtiene también su propia mejora personal: más aún, sólo a través del amor inicia y consuma cualquier individuo humano el proceso perfectivo que lo colma como persona. Un ser humano vale, siempre, lo que valen sus amores".
Si el amor confirma en su ser a la persona a quien se ama y somos nosotros, cada uno, capaces de lograr esto por la persona a la que amamos, repercutirá en nosotros a través de una profunda alegría; una donación de nuestro ser para el bienestar y felicidad del otro, es la verdadera esencia del sentido del amor. Y mayor será nuestra alegría si mayor es el esfuerzo y la entrega que se hace al ser amado.
La Amistad: amor electivo.
La persona es, sin duda, capaz de un tipo de amor superior al de concupiscencia -querer instintivo que sólo ve objetos con los cuales satisfacer sus propios apetitos- sino que ahonda más en su espíritu, buscando una entrega y desarrollo de su ser con otros: el amor de amistad,
...