Reporte de lectura La visión de los vencidos

Fecha de entrega: 24/Septiembre/2019
Grupo: 604
Alumno: García Santillán Sebastián

Reporte de lectura La visión de los vencidos

La visión de los vencidos es una obra escrita por un mexicano singular, quien además de ser historiador también es antropólogo, filósofo y filólogo, el nombre del autor de esta obra es Miguel León Portilla y por medio de su obra intenta desenterrar de entre las ruinas del tiempo y del olvido la verdadera historia de la conquista, de lo que en antaño fue el majestuoso imperio Mexica.

La conquista de México como la conocemos se nos presenta desde un punto de vista diferente al que estamos acostumbrados, pues estas crónicas y relatos provienen no del conquistador, sino de aquellos que fueron vencidos y cuyas voces fueron silenciadas. Pero por fortuna, su deseo de no olvidar lo que alguna vez fue y jamás ser olvidados les impulsó a preservar en las letras y códices lo que sus ojos vieron y corazones sintieron en aquellos momentos que presenciaron el mundo que les rodeaba desmoronarse ante sus pies. Este es un relato en el cual los protagonistas se retiran de la escena y adquieren un personaje secundario, y los personajes secundarios adquieren el papel protagónico y nos relatan todo aquello que los protagonistas no presenciaron. Como bien se dice, “La historia es escrita por los ganadores” y aunque esto sea triste, es una realidad; no sería extraño que el vencedor intentará esconder a la historia una batalla perdida, alguna huida humillante (la noche triste fue un evento que desgraciadamente para Cortés, no fue capaz de esconder) o simplemente exaltara los eventos más de lo que es requerido.  Por esta razón solo hemos sido capaces de ver la historia a través de una ventana y no es posible ver el panorama completo sin conocer la versión de aquellos contra quienes los españoles lucharon ferozmente, para completar el rompecabezas del pasado es necesario conocer la visión de los vencidos.

Como si fuera una profecía grabada en piedra, diez años antes de la llegada de los españoles, varios eventos inexplicables causaron terror y conmoción entre los habitantes del México prehispánico. Estos “presagios” de la caída de México se encontraban contenidos en el Códice Florentino y también se tomaron como testimonio de los informantes de un fraile, cuyo nombre era fray Bernandino de Sahagún, quien por medio de sus informantes y varios textos traducidos del náhuatl, se empeñó en hacer un resumen de la historia de aquellos que habitaban la nuevas tierras antes de la llegada del hombre católico. A lo largo del texto el autor utiliza el nombre “Motecuhzoma” porque de acuerdo a Sahagún, esta es la forma más próxima al náhuatl (aunque por comodidad mía, me referiré a él como Moctezuma, ambos nombres son correctos de todas maneras). Volviendo a los presagios, la primera señal del fin ocurrió diez años antes de la llegada de los españoles, en plena noche estrellada el cielo se iluminó por una llama que no pertenecía al sol y cursó el cielo hasta el amanecer. Como segundo presagio, el sagrado templo de Huitzilopochtli ardió ferozmente  hasta que las llamas se consumieron por sí solas. En uno de los últimos presagios se le presenta Moctezuma una peculiar ave, en cuyo reflejo pudo observar a unas personas que se encontraban de pie y se agitaban. Se cumplieron los diez años y desde la costa los indígenas presenciaron a los barcos españoles, pero desconociendo que eran en realidad, les llamaron montañas flotantes. La palabra de su llegada se esparció rápidamente en todo México, esto ocasionó gran temor en muchos indígenas, pero otros los veían como la esperada llegada de sus dioses. El tlatoani Moctezuma, aún sin saber cómo digerir la llegada de estos seres extraterrestres, entre angustia y esperanza (de que los recién llegados en realidad fueran los dioses que su pueblo tanto aguardaba) decidió enviar mensajeros para recibir a estas figuras desconocidas. Entre los varios regalos que preparó cometió el error de incluir un metal que brillaba como el sol, para el tlatoani este metal solo poseía un valor estético, pero este metal conocido como oro era el mayor anhelo del conquistador. Para ser hombres de Dios, eran capaces de convertirse en demonios solo para alimentar su avaricia.

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