Resumen Psicopatología De La Vida Cotidiana, Puntos 1 Y 2
antocutro31 de Julio de 2014
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Psicología de la vida cotidiana. (1901)
El olvido de nombres propios.
Ya en 1898, en su trabajo titulado ¨sobre el mecanismo psíquico de la desmemoria¨, sometió al análisis psicológico el frecuente caso de olvido de nombres propios, y llegó a la conclusión de que esos episodios, triviales y de escasa importancia práctica, de fracaso de una función psíquica – el recordar – admite un esclarecimiento que rebasa considerablemente la valoración usual del fenómeno.
La ocasión que lo indujo a considerar en profundidad este fenómeno del olvido temporario de nombres fue observar ciertos detalles que, aunque no se presentaban en el total de los casos, en algunos se discernieron con bastante nitidez. No sólo se produce el olvido, sino también un recuerdo fallido, producido en el empeño por recuperar un nombre: Aparecen los nombres sustitutivos, y estos, aunque discriminados enseguida como incorrectos, una y otra vez tornan en imponerse con gran tenacidad. El proceso destinado a reproducir el nombre que se busca se ha desplazado (descentrado) llevando hasta un sustituto incorrecto. Tal desplazamiento no es dejado al libre albedrío psíquico, sino que obedece a unas vías calculables y ajustadas a ley; el nombre o los nombres sustitutivos mantienen un nexo pesquisable con el nombre buscado.
Freud ejemplifica la teorización precedente, de esto podemos sacar varias conclusiones: la razón de que se pasara de la memoria un nombre no debe buscarse en una particularidad del nombre como tal, ni en un carácter psicológico del nexo en que se insertaba; sino que el tema inmediatamente anterior a la conversación hace emerger en el tema nuevo una perturbación.
El olvido fue motivado por querer reprimir algo, él (Freud) quería olvidar otra cosa que no era lo que efectivamente se olvidó, pero esto otro logró ponerse en conexión asociativa haciendo que errara el acto de voluntad, haciendo que olvidara lo que no quería en vez de lo que sí. La aversión a recordar se dirigía sobre uno de los contenidos; la incapacidad para hacerlo surgió en el otro. El caso sería más simple si aversión e incapacidad de recordar hubieran recaído sobre un mismo contenido. Y, por su parte, los nombres sustitutivos le remiten (al modo de un compromiso) tanto a lo que él quería olvidar como a lo que quería recordar; viéndose claramente que su propósito de olvidar algo ni se logró del todo ni fracasó por completo.
Las condiciones para el olvido de un nombre con recordar fallido: 1) cierta predisposición para el olvido; 2) un proceso de sofocación transcurriendo poco antes; 3) la posibilidad de establecer una relación extríncica entre el nombre en cuestión y el elemento antes sofocado. Los dos elementos enlazados por una asociación extrínsica (el reprimido y el nuevo) poseen por añadidura un nexo de contenido.
Para el devenir consciente del nombre sustitutivo (cuando no hay fallido sustitutivo), parecen decisivos dos factores: en primer lugar, el empeño de la atención y, en segundo, una condición interna propia del material psíquico. Freud buscaría esta última en la mayor o menor facilidad con que se establezca entre ambos elementos la asociación extrínseca requerida.
Junto al olvido simple de nombres propios, se presenta también un olvido que está motivado por repreción.
Olvido de palabras extranjeras.
El léxico usual de nuestra lengua materna parece a salvo del olvido dentro del campo de una función normal. Notoriamente, no sucede lo mismo con los vocablos de una lengua extranjera. La predisposición a olvidarnos preexiste para todas las partes del discurso, y un primer grado de perturbación funcional se muestra en la desigual medida con que disponemos del léxico extranjero según nuestro estado general o nuestra fatiga. El mecanismo que hace olvidar las palabras extranjeras es el de la represión por desplazamiento.
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