Seductor De La Patria

Vender yo la mitad de México?

¡Por Dios! Cuándo aprenderán los mexicanitos

que si este barco se hundió

no fue sólo por los errores del timonel

sino por la desidia y la torpeza de los remeros”

Antonio López de Santa Anna

¿Se habría ahorrado el México del siglo XXI toda esa sangre, la pérdida de casi la mayoría de su territorio, la inestabilidad como signo del curso político, la inexistencia de un personaje emblema pero grotesco para la historia mexicana, si tan solo Antonio López de Santa Anna hubiera tenido una infancia feliz, no opacada por la grandeza innata de su hermano y la imparcialidad por el ganada de sus padres?

Esto es lo que nos plantea Enrique Serna durante la lectura, presentando a Antonio López de Santa Anna como un personaje que pone al frente su egocentrismo y asume una actitud de autocompasión, escudando – justificando- la poquedad de su dictadura detrás de las insuficiencias de los otros, rayando en el cinismo de un héroe inexistente pero improvisado. El mismo acepta su cinismo carcajeándose de la poca conciencia de sus hechos y de todo lo que gira en torno a él. En el transcurso de la lectura se ve a un caudillo que va en busca de la salvación de su nombre ya en el trasfondo de una historia actual –en su tiempo- donde simplemente ya no encaja, ¿Razón de la naturaleza corrupta de la patria?.

Inteligente capacidad discursiva para esconder detrás su política incierta y fallida, que reconstruye eludiéndose y glorificando su gobierno para así lograr librar la batalla del desgobierno.

“El don de mando no es innato en el hombre: se forja poco a poco en el alma del humillado, primero como un berrinche contra el mundo, después como una fuerza desgobernada que es preciso encaminar hacia un objetivo, para evitar que estalle por dentro” escribe Santa Anna como respuesta a su interesante – creo yo- movida en un ajedrez político y militar -jaque mate-, donde la nación no tendrá escapatoria a sus objetivos –macabramente- planificados, simples pero eficaces “berrinches del caudillo”.

“Yo jamás traicione mis convicciones por la simple y sencilla razón de que nunca las tuve” Santa Anna no fue un ideólogo político, sino un convenenciero estratega militar que manejaba su astucia para favorecer su ambición, hegemonía política que ejerce para mantenerse en el poder a razón de su fuerza militar.

Antonio López de Santa Anna fue un dictador que manipulo, tergiverso y pisoteo los sentimientos de una nación, nación que tras ser una colonia buscaba la integración, desarrollo económico, estabilidad política, soberanía e independencia, y que Santa Anna aprovechándose dé logró un poderío a base de menospreciar

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