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Simbología en la obra de Rosencrantz y Guildenstern han muerto.


Enviado por   •  1 de Mayo de 2017  •  Ensayos  •  1.576 Palabras (7 Páginas)  •  490 Visitas

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Simbología del libro Rosencrantz y Guildenstern están muertos

Rosencrantz y Guildenstern están muertos es una obra escrita por el dramaturgo británico Tom Stoppard. Rosencrantz y Guildenstern son dos de los personajes secundarios en la obra de William Shakespeare, Hamlet; en la obra de Stoppard estos personajes son los principales y su objetivo consiste en buscar el motivo de su existencia como personas y aclarar su rol en el contexto de la trama.

Al analizar la trama de la obra, son percibibles algunos elementos que pueden ser considerados como símbolos, los cuáles nos permiten conectar la representación sensorial de una idea que guarda un vínculo en su objeto con lo que Tom Stoppard quería transmitir. Voy a dedicar mi ensayo a identificar y analizar cada uno de ellos.

Las monedas:

Cuando apostamos con monedas estamos expuestos ante solo dos respuestas, cara o cruz. En la obra de Stoppard esto tiene un significado que va más allá de lo común. Los personajes volando estas monedas quieren representar dos cosas; la incertidumbre de lo que vendrá, aunque este destinado a ser y la manera en que durante toda la obra se retan a las fuerzas naturales y humanas.

En la primera escena de la obra podemos apreciar a Rosencrantz y Guildenstern jugando con monedas; cara, yo me la quedo, cruz tú la pierdes. Más de 100 veces consecutivas la moneda resulta ser cara; matemáticamente hablando, la probabilidad de que eso suceda es de dos a la centésima potencia, evento que reta las leyes de la probabilidad, las rechaza y se acerca al destino como tal, la moneda sale cara porque el destino así lo quiso; además de reflejar la inmensa cantidad de eventos improbables en los que los personajes se encuentran.

Lo que sucede con el personaje de Guildenstern, es que comienza a cuestionarse a partir de este hecho y abre la puerta a muchas dudas; la primera, la intervención divina ¿Dios me está queriendo decir algo? Y si sí, ¿Por qué es tan vago? ¿Cómo lo entiendo?; después, ¿nuestras vidas están controladas por casualidades o por el destino? De ser el destino, ¿cómo saber cuál es el nuestro? ¿Somos entonces víctimas de un futuro escrito que no importa lo que pase, no puede cambiar?

En el segundo acto podemos ver a Rosencrantz y Guildenstern intentando descifrar el porqué del pesar de Hamlet, el cual es tan vago en sus declaraciones, que los personajes terminan más confundidos de lo que estaban antes; sin embargo Guildenstern nos vuelve a presentar (esta vez usando las ruedas) una duda sobre el destino:

“Han sido lanzadas una serie de ruedas que giran a su propia velocidad, en la que nosotros estamos... condenados. Cada movimiento está dictado por el anterior, lo que significa un orden. Si empezamos a ser arbitrarios, nos precipitaremos en un caos; esperémoslo al menos. Porque si nos sucediera, si nos sucediera tan sólo el descubrir, o incluso sospechar, que nuestra espontaneidad forma parte de su orden, sabríamos que estamos perdidos.

Se sienta.

Un chino de la dinastía T'ang y por lo tanto, un filósofo, soñaba que era una mariposa soñando que era un filósofo chino. Envídiale; en su doble seguridad.”

Aquí el chino cuenta con una doble seguridad, sabe que las cosas pueden terminar de una u otra manera (como la cara y cruz de las monedas), él le envidia porque para esta parte de la obra vive en la incertidumbre total, envuelto en un millón de posibilidades. Se nos vuelve a demostrar la inseguridad de la situación de los personajes y las dudas que Guildenstern presenta a lo largo de la obra.

Guildenstern se enfrenta a un mundo el cual lo hace creer que el destino está escrito y que no existen las coincidencias, ni las casualidades; pero de ser así no existe la libertad humana, el destino sabe cómo van a actuar y acaban llegando a él incluso cuando intentan evitarlo; el personaje se nota muy irritado y confundido al pensar esto.

Otro factor a resaltar es que las monedas son dinero; apuestas cuando estás pensando en tu propio interés, no en el de las otras personas. Guildenstern le pregunta a Rosencrantz en la primera escena: “¿Y si hubieras perdido? ¿Y si se hubieran vuelto contra ti, ochenta y cinco veces, una tras otra?” a lo que este le responde “Pues… ¡Desde el primer momento me he fijado muy bien en tus monedas!”. Este diálogo le asegura a Guildenstern que al menos la propia conveniencia es un factor predecible y nos abre al cuestionamiento de si realmente es posible preocuparse más por el bienestar ajeno que por el propio.

El viento:

En la obra el viento se presenta en el diálogo durante dos veces; la primera cuando Rosencrantz y Guildenstern analizan la manera en la que terminaron en la Corte de Dinamarca. Guildenstern intenta entender la dirección del viento basándose

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