Tengo miedo torero” de Pedro Lemebel.
palolugonclaEnsayo8 de Agosto de 2017
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UNIVERSIDAD DE TALCA
MAGÍSTER EN ENSEÑANZA DE LAS HUMANIDADES;
LITERATURA Y ARTES VISUALES.
Masculinidad Hegemónica en la novela
“Tengo miedo torero” de Pedro Lemebel.
Profesora: Bernardita Eltit Concha
Alumna: Claudia Carrasco Barros
Fecha: junio de 2015
Curso: Narrativa chilena del siglo XX.
- Introducción.
A lo largo de la vida, las personas están en contacto con literatura de diversa índole. Algunas lecturas se hacen por placer y otras por imposición. Tal es el caso de la novela contemporánea Tengo miedo torero (2002) de Pedro Lemebel, de la cual se pretende dar cuenta mediante este informe y cuya lectura fue netamente por una opción propia.
Especificamente
El deseo de rescatar esta novela, a través de este trabajo, surge de la lectura temprana realizada hace algunos años, específicamente cuando cursaba la enseñanza media. La encontré por casualidad, llena de polvo en un estante de la biblioteca del colegio al cual asistía y en un comienzo, lo que llamó mi atención fue la imagen de un corazón formado con balas, que cubre su portada. Me dispuse a leerla y la historia fue envolvente y cautivante, escrita en un lenguaje contemporáneo, pero a la vez casi poético y fácil de comprender, en donde se narran dos historias paralelas, que convergen de una u otra forma. Un mundo lleno de marginación, en donde La loca del frente, cree alcanzar el cielo con solo imaginar que Carlos es el príncipe de una novela rosa. En donde él le explica que esta solo y no tiene dónde ir, la utiliza aprovechándose de su inocencia, que la hace aceptar sin duda alguna.
Esa lectura algo errada de antaño, funcionó como una especie de intuición acerca del potencial revolucionario del texto, del cual desconocía su crítica y su orden marginal, respecto a la condición sexual tratada. Lo anterior, se contrapone a la lectura realizada en la actualidad, comprobando que existe una cierta dimensión política que excede del tema de la preferencia sexual, pues contiene elementos relevantes en sentidos políticos y sociales, incluyendo el tema principal de este informe, haciendo referencia a que La loca del frente, revela las debilidades de la masculinidad hegemónica, que emerge en los tiempos de dictadura en Chile.
- Lectura de la novela “Tengo miedo torero”
Pedro Mardones Lemebel, nace en el año 1952, literalmente en la orilla del Zanjón de La Aguada. Presenció lo que era la pobreza, desde su infancia y a pesar de que los niños de su época, tenían un acceso limitado a la educación, logró ingresar a un liceo industrial en donde la enseñanza más característica era la mueblería y la forja de metal. Posteriormente, cursó estudios en la Universidad de Chile, de donde egresa con el título de Profesor de Artes Plásticas. Se dice que es el único escritor chileno que se maquillaba y usaba zapatos de taco alto, al menos en público. Maquillaje y tacones fueron parte de la propuesta contestataria de este literato, que de ser un niño pobre criado a orillas de un basural y un artista travestido que usaba la provocación como herramienta de denuncia política, pasó a ser uno de los autores nacionales más comentados y exitosos de las últimas décadas.
Sus primeros acercamientos a la literatura ocurrieron en un taller literario a comienzos de los ochenta, donde comenzó a escribir cuentos y a participar en algunos concursos menores. A la vez, trabajó en algunos liceos como profesor, pero su experiencia allí no fue grata. Es así, como decide concentrarse en los talleres de escritura. De esta forma, fue creando redes intelectuales, políticas y afectivas, principalmente con escritoras feministas y de izquierda, como Pía Barros, Raquel Olea, Diamela Eltit y Nelly Richard, quienes lo acogieron y vincularon a instituciones que estaban a medio camino entre la cultura marginal de resistencia a la dictadura y la academia oficial.
Sin embargo, su inclusión en las filas de militancia de izquierda fue algo problemática, ya que su condición homosexual no fue bien recibida en ese círculo. Es así, como en el año 1986, decide usar por primera vez sus famosos tacones en una reunión de los partidos de izquierda en la Estación Mapocho, donde leyó su manifiesto “Hablo por mi diferencia”[1] ante una audiencia confusa. Ese mismo año, Pedro participó con siete de sus relatos en la antología Incontables, editada por el taller de Pía Barros. Debido a lo anterior, su vida artística toma un giro inesperado. Pasa del anonimato literario a la performance artística.
Hacia fines de la década de los noventa, gozando de cierta popularidad, Lemebel consolida su figura literaria en Chile y emprende su proyección internacional. En el año 2001 irrumpió en la novela contemporánea Tengo miedo torero, volumen que permaneció durante más de un año entre los libros más vendidos del país, además de ser traducido a varios idiomas. Haciéndola partícipe, de algunos de los enunciados de Todorov (1989), que indican que en la literatura sólo importa el libro, tal cual es, aparte de los géneros, fuera de las clasificaciones- prosa, poesía, novela, testimonio- en las que rehúsa incluirse y a las que niega el poder de fijar su lugar y determinar su forma. Quizás a lo anterior, se debe el notable éxito de escritor.
Finalmente, y conservando un notable éxito, Lemebel muere el 23 de enero de 2015, aquejado de un cáncer a la laringe. Solo un par de semanas antes, había sido homenajeado por parte de actores, artistas y escritores nacionales, al que asistió a pesar de su delicado estado de salud.
Para iniciar un análisis de la novela Tengo miedo torero, presentaré dos realidades que habitan de una u otra forma, en la clandestinidad y que confluyen en un momento histórico sensible para la sociedad chilena: la del homosexual y travesti, que se opone a una sociedad conservadora y discriminadora, y la del subversivo que lucha contra el poder. Crítica social, sexual y política que también habla de la importancia de la libertad y del coraje que se necesita para pelear por ella. La obra se compone de 13 capítulos, mediante un narrador en tercera persona, omnisciente siendo según Benveniste (1978) la forma del paradigma verbal (o pronominal) que no remite a una persona, por estar referida a un objeto situado fuera de la alocución. El cual “funda por así decirlo un espacio interior que le ahorre la salida en falso al mundo ajeno, la salida en falso que se manifiesta en la falsedad del tono que se finge familiar con ese mundo externo” (Adorno, 1962). Presentando una sociedad marginada, que presencia dos historias paralelas. Por un lado, la de “La loca del frente” junto a Carlos, un joven perteneciente al Frente Patriótico Manuel Rodríguez, el cual ella admira de sobremanera, describiéndolo como: “Carlos era tan bueno, tan dulce, tan amable. Y ella estaba tan enamorada, tan cautiva, tan sonámbula por las noches enteras que pasaba hablando con él mientras terminaban las reuniones.” (Lemebel, 2002).
Por otra parte, el narrador realiza una especie de burla ante la historia de Augusto Pinochet y Lucía Hiriart, tomando elementos propios de la novela contemporánea, tal como lo expresa Adorno, 1962:
La reabsorción de la distancia estética en la novela hoy, y, con ello, su recapitulación ante la realidad prepotente ya sólo modificable de un modo real, no transfigurable en la imagen, viene impuesta precisamente por aquello a lo cual querría llegar la forma, de y por sí misma.
Lo ya mencionado, contextualizado en el tiempo de dictadura en Chile, específicamente en el año 1986, un año culminante para Augusto Pinochet, pues luego de trece años de régimen, se produce un sinfín de protestas en contra de su gobierno por parte de ciudadanos disconformes, grupos de izquierda y civiles afectados por la violencia ejercida por las fuerzas armadas de la época. Salen a la calle familiares de los desaparecidos, así como muchos ciudadanos que ven aumentar su pobreza en medio de políticas económicas, catalogadas como claves del progreso nacional. Según la historia, es un tiempo marcado por la ansiedad y la esperanza cambio: “Que ahora sí, que no pasa del ’86, que el ’86 es el año. Que todos al parque, al cementerio, con sal y limones para resistir las bombas lacrimógenas, y tantos, tantos comunicados de prensa que voceaba la radio permanentemente. ” (Lemebel, 2002).
Tras la lectura de la novela y tomando varios de los aspectos mencionados en los párrafos anteriores, surge la hipótesis referida a que La loca del frente, revela las debilidades de la masculinidad hegemónica, que emerge en los tiempos de dictadura en Chile.
La Loca del frente, es “un maripozuelo de cejas fruncidas” que arrienda una casa esquina en un barrio popular de Santiago de Chile y que ha acostumbrado al barrio, con sus cantos mañaneros, “con su energía de marica falsete entonando a Lucho Gatica, tosiendo el Bésame mucho en las nubes de polvo y cachureos que arrumbaba en la cuneta” (Lemebel 2002) es mayor en edad y luego de abandonar su pasado prostibulario, ha pasado a tener una vida decente con el dinero que obtiene con sus costuras y bordados de manteles para señoras adineradas, casadas en su mayoría, con ,militares que hacen parte del régimen político del país. La loca del frente, construye una atmósfera de dulzura y romanticismo, que está a la espera de un galán para llenar una necesidad afectiva y un imaginario que ha elaborado a partir de boleros, baladas y películas hollywoodenses.
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