Un guapo del 900
celi37Síntesis6 de Noviembre de 2018
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Un guapo del 900
Samuel Eichelbaum (Villa Domínguez, Entre Ríos, 14 de noviembre de 1894 - Buenos Aires, 4 de mayo de 1967), fue un escritor, periodista, dramaturgo, crítico y traductor argentino.
Hijo de un inmigrante judío ruso, aprendió en su provincia natal las difíciles condiciones del campesinado a principios del s. XX, que supo reflejar posteriormente en sus dramas junto a la turbulenta política caudillista de la época, rompiendo con la superficialidad del criollismo de entonces. Siendo aún un adolescente emigró a Buenos Aires y allí cultivó el periodismo (escribió para La Vanguardia, Caras y Caretas, La Nota, crítica literaria para Noticias Gráficas y Argentina Libre) y estrenó sus primeras obras dramáticas, que se inscriben dentro del Naturalismo, con apuntes costumbristas y una gran sensibilidad al habla vulgar: El lobo manso (1917), En la quietud del pueblo (1919), La mala sed (1920), El ruedo de almas (1923) y La hermana terca (1924), entre otras. De ideología socialista, muchas de ellas fueron representadas por la Agrupación Artística Juan B. Justo.
A partir de 1940 empieza su segunda época dramática, siempre centrándose en un análisis ibseniano de la inmigración europea a la Argentina, con influjos de Strindberg y Chejov, evolucionando hacia un teatro en que dominan más los aspectos introspectivos que los sociales, a causa del interés que empieza a ofrecerle el psicoanálisis y la obra de autores como Henri Lenormand y Eugene O'Neill: Cuando tengas un hijo (1929), Señorita (1930), Soledad es tu nombre(1932), En tu vida estoy yo (1934), El gato y su selva (1936) y Pájaro de barro (1940). Pero sus piezas más famosas y que fueron varias veces adaptadas al medio cinematográfico fueron las ambientadas en escenarios suburbanos: Un guapo del 900 (1940), que trata sobre la corrupción política y el abuso de poder, y Un tal Servando Gómez (1942).
En 1943 fue como delegado al Congreso de Sociedades de Autores en Washington; ocupó la presidencia de la SADE, fue miembro de Argentores y en sus últimos años estuvo ligado a la carrera diplomática como agregado cultural de la Embajada Argentina en Uruguay. Ejerció también el trabajo de guionista cinematográfico con obras como El pendiente o Arrabalera. Su labor narrativa se compone de las novelas Tormento de Dios (1929) y El viajero inmóvil (1933) y del libro de relatos Un monstruo en libertad (1925).
En 1930 recibió el premio Mun.; en 1933 el del Jockey Club; el Gerchunoff 1952-1953; el del Instituto Judío Argentino de Cultura e Información por Dos brasas, que también el premio de los Críticos de Buenos Aires y el Premio Nacional de Drama en 1957.
Eichelbaum, que se definía como “un maniático de la introspección”, creó a lo largo de medio siglo de carrera dramática una obra donde los personajes solitarios y atormentados eran la regla general, siempre fiel a su afán experimentador y a su creencia de que el teatro es ante todo un “drama interior” producido por crisis morales conscientes o inconscientes y que la poesía dramática se nutre esencialmente de la psicología.
El teatro nacional ya se había ido consolidando en la primera década del siglo a través de la de importantes autores como Sánchez, Payró y Laferrére. Los elencos se multiplicaban y un público cada vez más numeroso seguía con interés los espectáculos, especialmente los sainetes, muchos de ellos de eficaz costumbrismo. Son los años de la llamada “época de oro” de nuestra escena.
Pero ese éxito encerraba serios peligros y llevo a una etapa de decadencia y anquilosamiento. Los autores, que desde 1910 contaban con la ley de propiedad literaria que garantizaba sus derechos y los libraba de la arbitrariedad de los personajes, se profesionalizaron y comenzaron a repetir esquemas que habían probado su eficacia. Los intérpretes se acostumbraron también a repetir determinados tipos que obtenían repercusión segura en el público y garantizaban fama. El público se acostumbró a un teatro superficial y relativo.
Desde esta óptica de los espectáculos comercializados, predominó el teatro por secciones y el cambio constate de carteleras con obras breves que insistían con pocas variaciones en determinados personajes y temas.
La crítica especializada rechazaba constantemente esta situación y recibía con entusiasmo todo intento de renovación. Es así que se elogiaba el esfuerzo de Samuel Eichelbaum y de otros autores significativos del periodo.
En la década del 30, con idéntico panorama en el teatro comercializado, aunque la comedia asainetada y los espectáculos de revistas han desplazado al decadente sainete, se produce otro hecho significativos; la aparición del movimiento independiente, en 1930 se crea el Teatro del Pueblo, “el primer teatro independiente de la vida orgánica” como a sí mismo se denominaba, aludiendo al hecho de concretar los intentos frustrados de algunos grupos organizados de años anteriores. Primero en 1926 el “teatro Libre” que nucleaba escritores de Boedo y luego el T.E.A, “Teatro Experimental Argentino” dirigido por Samuel, en donde agrupaban autores, actores y artistas plásticos que tendían a la búsqueda experimental, con programas muy ambiciosos que pudieron cumplir en contadas ocasiones.
El teatro de Eichelbaum
Elabora una producción que, siguiendo los lineamientos del teatro psicológico, va a tener como eje una indagación sobre la realidad profunda del hombre, sobre sus motivaciones y luchas interiores en la búsqueda de su auténtica personalidad. Los conflictos que se expresan son, los del drama interior de personajes solitarios y conflictuados.
Se ubica en una tendencia del teatro contemporáneo que iniciaron Ibsen y Strindberg. El primero explora los problemas más íntimos de la conciencia presentando personajes que se mueven en situaciones habituales, pero que se plantean y discuten con apasionamiento esos problemas.
Los personajes femeninos son trabajados con profundidad, perfilados con gran fuerza, denotan personalidad de notable vigor, interior, mas espontaneas en su accionar, tal es el caso de Natividad.
En Un Guapo del 900, surge, rodeando el conflicto central, la pintura de un ambiente retratado con frescura y gracia. El ámbito como factor teatralmente valioso es un elemento que introduce en sus obras con mayor fuerza al apartarse del inicial esquematismo de situaciones.
Así el ambiente campesino que tan bien conoce de su niñez entrerriana, pone una nota colorida y hace más fluida la acción en las obras.
Desde su estreno en 1940, el interés y el éxito acompañaron a Un Guapo del 900, al punto de convertirse en pocos años en un clásico de nuestra dramaturgia.
La realidad representada
En la obra no sólo se dramatizan con vivacidad distintas escenas de la vida del suburbio, sino que aperece también explicitado el momento político. Es el marco referencial sobre el que se recorta la problemática de Ecuménico y que permite entender la personalidad de éste y su evolución.
Al situar la acción en días previos a unos comicios, aparecen con mayor eficacia los manejos de la “elite” dirigente, así como las críticas y los ideales de a oposición.
En el 900, Roca está en el ejercicio de su segundo periodo presidencial. Es el más hábil político de la clase dirigente y controla desde hace años, a través de parientes y amigos, los mecanismos del poder.
Por otra lado la oposición, Carlos Pellegrini formando el Partido Autonomista.
En 1904 se efectúan las elecciones presidenciales. Roca y Pellegrini compiten apoyando distintos candidatos. El comité nacional del radicalismo, en cambio, proclama la abstención a los comicios considerándolos viciados de fraude. Es si manifiesto ataca el falseamiento de las instituciones y exige la libertad de comicios y la restitución de los derechos usurpados a los ciudadanos.
En los comités, siguiendo una práctica oficialista, dominan los caudillos de parroquia, hombres hábiles en manejos electorales y en alianzas. Su poder se basa en sus influencias en el gobierno y en la fuerza de sus guapos, orilleros bravos en el uso del cuchillo.
El fraude en la tónica dominante de todas las elecciones. Es sufragio de personas inexistentes y la obtención de votos a cambio de determinados favores son algunas de sus manifestaciones. De allí que en los procesos preelectorales los comités se agiran en una actividad frenética.
La obra va a ir mostrando este ambiente político en dinámicas secuencias, coloridas y humorísticas muchas de ellas:
- Las opiniones en pugna aparecen en el dialogo que sostiene Puentes y Gualberto. Y la crítica a la banalidad electoral frente a la actitud digna de los abstencionistas surge en la confrontación de las argumentaciones de un personaje cínico (Puentes) frente a los ideales de Gualberto.
- El fraude electoral. Se irá explicitando en distintas situaciones. Y son aquellas donde la ironía y el humor juegan en mayor medida a partir de la naturalidad con que se maneja esa cuestión.
PALMERO. – Como te decía, le dije a éste: lo voy a dira a ver a Ecuménico pa recordarle que soy de los suyos. Y le dije a más: si querés, si no tenés compromiso, venite vos también, y así votamos cuatro.
ECUMÉNICO. -¿Cuatro?
PAMERO. –Ta claro: éste, y yo, y mis dos primos finaos, somos cuatro iscritos.
ECUMÉNICO. –No me acordaba. Tenés razón.
Recordemos que con la ley Sáenz Peñas, de 1913, se va promulgar el voto secreto y obligatorio. Antes de ella, la idea era conseguir electores por todas las formas posibles, es por eso que el guapo es un factor importante para llevar gente al comité.
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