Computación afectiva y uso de la voz en "Her", de Spike Jonze
haydeefuentesviEnsayo16 de Agosto de 2017
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A partir de fuentes que hablan acerca de las innovaciones tecnológicas y la condición del sujeto y sus relaciones en el mundo posmoderno, este ensayo pretende analizar la forma en que son abordadas estas dos temáticas en un lenguaje cinematográfico, haciendo uso de un estudio puntual de la relación entre la computación afectiva y cómo se explora en el filme a través del montaje.
Palabras clave: computación afectiva, montaje sonoro, individualización, voz, sensación
«La suerte favorece sólo a la mente preparada».
Isaac Asimov
Al despertar veo su rostro. Me desconcierta verlo tan de repente, pero aquella sensación se disipa pronto con la dulzura de su expresión; yo lo veo, sin embargo él está observando otra cosa, quizá la nada. Cuando habla, su semblante se ilumina, como si estuviera en posesión de un secreto cósmico y las palabras borbotean de sus labios con un ritmo tan seductor que me alucina. Por un momento pienso que me habla, que me conoce, que soy testigo de sus más honestas palabras y aunque no lo recuerdo de otro lado, comparto lo que me dice. Así se mantiene esa sensación cuando abruptamente dice, como si fuese su firma, un nombre, un nombre de mujer. Ante ese momento desconcertante, voltea a un ordenador que ha anotado cada cosa dicha; ha escrito una carta, pero no desde su persona para alguien que le importa, ha fingido perfectamente.
Con esta primera escena, en un close-up que genera una intimidad compartida entre el personaje principal y el espectador, da inicio el más reciente filme realizado por Spike Jonze titulado HER (Ella), el cual se estrenó en el 2013. Esta obra es protagonista para el análisis de este ensayo; el filme puede valorarse desde una multiplicidad de temas, no obstante, quizá lo más resaltable sea la exploración de posibles escenarios o situaciones que se derivan de la relación que tenemos con la tecnología, y cómo esto habla ostensiblemente de la condición humana en la contemporaneidad, ya que aunque se trate de una visión futurista de una sociedad, nuestro único referente siempre será el presente o el pasado. Empero, para efectos de este ensayo, se enfocará en un solo tipo de tecnología: la inteligencia artificial (IA) en su versión emocional, es decir, la computación afectiva.
Estas innovaciones ya son parte del mundo contemporáneo, sin embargo, en el filme de Jonze, hay una renuncia a pensar la IA en su versión tradicional, como robot maquiavélico, se elimina toda expresión de corporalidad de la misma. Esto no quiere decir que no haya presencia, no obstante ésta se construye mediante el montaje cinematográfico, con especial énfasis en lo sonoro, tema que será discutido también en el texto para dilucidar de qué forma HER toma posición al respecto de que en un futuro ya casi presente, las computadoras no sólo se encuentren en condición de “entender” o identificar emociones, sino que incluso sean capaces de responder asertivamente a las sensibilidades humanas y recrearlas, justo como en la inteligencia emocional.
Las películas son un amplio campo de posibilidades interpretativas a través de sus escenas y HER no es la excepción. De tal suerte que, para facilitar el análisis, se han seleccionado seis escenas de las que se compone el filme para deconstruir y observar sus elementos. Cabe aclarar que se entiende aquí a la escena como unidad de acción, tiempo y lugar, asimismo, los respectivos planos que las componen se comprenden como los fragmentos de la película, dividido por dos cortes.
HER es la última obra de Spike Jonze como director; estrenada por primera vez en 2013 en cines comerciales de Estados Unidos, a partir de ese punto se ha hecho acreedora de once nominaciones y seis premios como mejor guión original, como mejor película y mejor diseño de producción. Además de ser la película de inauguración del Festival de Rotterdam, en los Países Bajos en el 2014. [1] Es un largometraje de acción viva y si lo queremos insertar en algún género, oscilaría entre la ciencia ficción y el melodrama.
El director Spike Jonze, (nombre real: Adam Spiegel) fue en sus inicios fotógrafo, hizo pequeños documentales y participó en la realización de videoclips musicales del grupo Sonic Youth, posteriormente amplió su trabajo con otras bandas como REM Boys o Weezer, con esto claramente observamos el campo de experiencia que tiene con el manejo del sonido y la imagen en movimiento. Hasta 1999, con el guión de Charlie Kaufman, debutó como director en el filme Cómo ser John Malkovich, lo que dió pie a su inicio en el mundo cinematográfico con obras como Adaptation (2002), Donde viven los monstruos (2009) y HER (2013).[2]
En HER, vemos la historia de Theodore, un escritor comisionado de cartas a mano que está a punto de divorciarse después de una relación turbulenta y aún no logra compaginar esta vida en solitario; tras varios intentos fallidos de encontrar una nueva pareja y tentado por la curiosidad del producto que ve publicitado, decide comprar un sistema operativo para en un principio ayudarle con sus tareas cotidianas. No obstante, muy pronto comenzará a generarse una relación “más cercana” con esta computadora, lo cual acarreará un sinnúmero de nuevos planteamientos acerca de nuestra interacción con la tecnología y la cruda afirmación de que estas nuevas tecnologías nos están superando como especie.
Para un mejor análisis, se dividió en tres partes el filme, utilizando como criterio, la evolución del personaje principal (Theodore) respecto a su relación con Samantha, el sistema operativo. Después de hacer un conteo, tomando en consideración lo que se entiende como secuencias y cortes explicados anteriormente, la película cuenta con un total de 77 secuencias con sus respectivos cortes o planos, los cuales en su conjunto, suman la cantidad de 831.
Ahora, después del floreo protocolario, entremos al objeto central de este texto. Este ensayo parte de los planteamientos de Rosalind Piccard en Affective Computing en donde ahonda en las particularidades de la computación afectiva y sus alcances actuales;de Serguei Eisenstein en La forma del cine, un gran compendio de las ideas de este cineasta acerca del montaje; de Michel Chion en The Voice in Cinema y Audio-Vision, autor por antonomasia de los estudios del sonido en el cine; y una fuente filosófica, a Gilles Lipovetsky en La era del vacío, del cual tomaremos el concepto del Narciso para dar sustento a la tesis de este ensayo.
Por último, hablando de la estructura, se divide en tres secciones. La primera abordará el tema de la computación afectiva y cómo es el tratamiento que se le da en el filme y cuál es su punto de vista respecto a eso. Posteriormente en la segunda sección, hablaremos de temas formales, en específico del montaje con el sonido, lo cual también guarda relación con lo visto en el primer rubro. Para terminar, se hará una recapitulación respecto a lo expuesto anteriormente para después reflexionar al cine como medio y su campo de posibilidades.
Nadie me entiende. Sólo mi computadora
Vivimos en una sociedad muy cómoda. O por lo menos en una que privilegia la comodidad por encima de cualquier otro concepto. Gran parte de la tecnología está enfocada en facilitar toda actividad humana dentro de un sistema social, además de entretener. La lista de ejemplos es larga y muy variada: desde la manera en que nos comunicamos, hasta en cómo compramos y consumimos, todo para evitar la fatiga que supone abastecer tanto nuestras necesidades primarias como la que las mismas tecnologías nos inventan. ¿Cómo funciona esto en nuestras relaciones?, ¿De qué forma las hace más confortables?
No hay nada más maravilloso en este mundo, que encontrar a alguien que nos genere la sensación de “que nos entiende”. Sin embargo, también es cierto que la inteligencia emocional es una habilidad que la sociedad contemporánea no tiene muy desarrollada, dando como resultado incontables cantidades de seres incomprendidos. ¿La solución?, innovación tecnológica; empero aún existe cierta renuencia hacia lo robótico o computacional en términos emocionales o relacionales, de ahí que surja lo que hoy los expertos llaman computación afectiva.
¿En qué consiste este concepto?, según Javier Hernández, investigador español del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT) realizador de un proyecto acerca de computación afectiva dentro de este recinto universitario, en una entrevista realizada por Daniel Aparicio para el sitio web 20 minutos menciona que:
La computación afectiva son los estudios que se dedican a la creación de herramientas que puedan medir las emociones humanas, interpretarlas y simularlas. El objetivo es que podamos tener una interacción más natural con las máquinas, similar a como normalmente nos relacionamos con otras personas.
¿Por qué la insistencia en incorporar emociones a una computadora?, más aún, enseñarle a reproducirlas en el momento indicado en el que se requieran. ¿Cuál es la relevancia de lo emocional en la tecnología?, para responder estas preguntas y dar una segunda perspectiva de lo que es la computación afectiva, Rosalind W. Piccard[3], fundadora y directora del grupo de investigación en computación afectiva del MIT y co-fundadora de las empresas Empatica Inc. y Affectiva Inc., ambas que trabajan con la combinación tecnología-salud, muestra su opinión al respecto:
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