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El nuevo Resumen la otra que soy.

maridebloussonApuntes21 de Octubre de 2015

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Mujeres como Marilyn Monroe que por su parte, con su sensualidad y su enorme atractivo físico, se convirtió en el “sex simbol” por excelencia. Rubia, escultural, poseedora de una mirada de terciopelo, boca entreabierta, risa siempre a punto, Marilyn tenía todo eso y mucho más, pero a los ojos de nadie puede parecer suficiente. La explicación se deja entonces en manos de lo inasible, de lo inconcreto: «Tenía algo». (Camargo, 2002.) “Algo” que, según Freud, hacía parte de la mujer narcisicista, aquella que se bastaba a sí misma, y que es para Freud el tipo de mujer más deseable. Su belleza no puede distinguirse de la forma en que ella misma la asume: como una proclama de autonomía libidinal. En ésa autonomía se funda su seducción y su carácter problemático: atrae pero tambien ofende, porque proclama que no necesita de nadie, que se satisface y se basta consigo misma. Una mujer bella es por eso un desafío. El hecho de que atraiga con su independencia libidinal, de que sea deseada porque no depende del deseo de nadie, la convierte en un objeto evidentemente ambivalente. “Es como si la envidiásemos por saber conservar un dichoso estado psíquico, una inatacable posición de la líbido a la cual hubiésemos tenido que renunciar por nuestra parte” (Zuleta, 2010). Aun sabiendo que Marilyn se consideraba poco bella, nunca lo hizo, utilizaba su imagen para atraer miradas y como simbolo de aceptación social. “Solo se que los hombres no me miran, me devoran con la mirada”. Embellecer su cuerpo es la mejor manera de darle sentido a su vida… sabe que es muy guapa y está muy orgullosa de su aspecto, pero a pesar de esto se siente insignificante. (Jeudy, Ultimas secciones con Marylin , 2008). Agrega Freud, un hombre enamorado de una mujer bella, tiene que preguntarse: “Siendo tan bella, ¿Cómo puede ser cierto que me quiera?”, siendo tan bella, ¿Cómo puede necesitar que yo la quiera?. La belleza de la impresión de estar completa, de señirse a una norma que es su propio deseo, una norma no dictada por nadie (Javier, 2010 ). Sin embargo, para Marylin lo significaba todo; ser bella consistío en transformar su “look”, y cambiarse el color de pelo a rubio platino (ella era castaña); que junto con su insinuante silueta configuraba su estilo definitivo; luego de esto cambio su nombre por el de Marilyn Monroe, creando asi un personaje ficticio (Jane, 2012). Ella se invento una mascara, la de Marilyn Monroe, para lograr ser amada, un disfraz que se volvió en su contra (Martínez, 2008) y la hizo sentir y ver, como algunas veces la belleza se revela; como completud en sí misma, como ajena a toda carencia. Esta supuesta completud la hizo convertir en un ilusorio objeto de deseo, de fragilidad extrema, que la llevaron a cuestinarse en ocaciones el papel que estaba protagonizando… “si tengo que simbolizar algo, prefiero ser un simbolo sexual, que cualquier otra cosa que se pueda simbolizar -entiende- ese es el problema!... un simbolo se ha convertido en un objeto, y odio que me consideren un objeto” (Meriman, 1962). Porque "Ser un símbolo sexual es una carga pesada de llevar, sobre todo cuando uno está cansado, herido y desconcertado” (De lózar, 2012); cuestiones como estas muestran como la belleza jugó en contra de la rubia escultural, llegando al punto de expresar: “a veces me invitan a una cena para animar la velada, como a un músico que se le pide toque el piano, se que no me invitan por que sientan algún interés por mi persona, soy un adorno apenas” (Garcia, 2008). Si hay algo claro en la vida de la actriz, es que nunca presumió de lo que ella era; en una de las entrevista expresó un día: “sabes, ellos me decian,eres la unica estrella que tenemos y yo me decía- ¿estrella?- y ellos me miraban como si estuviese chiflada” (Meriman, 1962); nunca supo darse el verdadero valor, el valor que le otorgaba ser persona, ser humana. Marilyn fue la personalidad dividida y convulsiva que no tenía coherencia en sus ideas, y que podía vivir alternadamente en dos personalidades muy contrarias: una estrella bellísima, famosa y rica, que posa de diva, y que llega tarde a todos lados; y una mujer (Norma Jean) seria y preocupada, que un día resuelve largar la fama, encerrarse durante meses en las bibliotecas públicas de Nueva York y estudiar actuación en el Actors Studio. (Alsina , 2012); ante esta nueva desición que habia tomado, de cambiar el rumbo de su vida, como decia anteriormente, para dejar atrás al personaje de rubia tonta. ”Una de las cosas buenas que tenia dejar hollywood y venir a nueva york para asistir al actors studio, es que siento que me permite ser yo misma. Despues de todo, si yo no puedo ser yo misma, me gustaría saber quien puedo ser” (Alsina , 2012). Marilyn, o mas bien Norma Jean, siempre sintió que no era nadie y pensaba: “la unica manera de ser alguien, ha sido ser otra persona; por eso quizas quise convertirme en actriz”. (Jeudy, 2012) en la entrevista, ultimas conversaciones con marilyn, ella expresa algo que pone en manifiesto estas dos personalidades: ”me miraba en los espejos o en la gente para saber quien era… Marilyn no existe! Cuando salgo del estudio soy Norma Jean, Marilyn solo existe en la pantalla” (Jeudy, 2008). Pero a Norma Jean parece que el disfraz de Marilyn, por algun tiempo, le sentó muy bien, le ayudó a conseguir lo que habia deseado toda su vida, vida de la que no le fue facil escapar, pues siempre la persiguió en sus sueños, en su cotidiano… las depresiones y las angustias que la acarreaban, eran producto de una infancia marcada por la tensión psicológica y emocional de su dudosa identidad, y de saber que su madre biológica puede aparecer repentinamente y desparecer con igual rapidez. (Ferragut, 2012) Algo a destacar de este periodo, es su formación, la educación impartida por sus padres adoptivos, que la protagonista definiría posteriormente como “terriblemente estricta”. Así como una relación desprovista de elogios o comentarios agradables. En este sentido, Norma diría “en esa casa nadie me dijo jamás que era bonita” (Ferragut, 2012). La familia da prioridad a la educación, a la moralidad y a las responsabilidades piadosas, siendo la iglesia el centro de su vida, y por extensión, la de todos los niños a su cuidado. Una de las oraciones repetidas cada noche incluía frases como: “Prometo con la ayuda de Dios no comprar, beber, vender ni dar alcohol mientras viva. Me abstendré de probar el tabaco y nunca tomaré el nombre de Dios en vano”.Tambien el cine y el mundo de los actores es considerado pecaminoso. La vida en estos años es tan previsible y organizada, que Norma recuerda posteriormente que se aficiona a inventarse historias para salir de esa monotonía. Inmediatamente después de cumplir los siete años, su vida cambia radicalmente al decidir su madre, Gladys, llevársela a vivir con ella. Gladys comparte casa y gastos con actores de poca fortuna y entre todos presentan un ambiente a la pequeña diametralmente opuesto al que conocía en sus primeros años de vida. La vida en general, para los adultos con los que convive, es despreocupada y tumultuosa; bailan, beben y la casa está abierta a todo tipo de visitas. La marcada diferencia entre las nuevas actitudes educativas y las de su primera infancia, causan en la pequeña una considerable confusión acerca de la conducta adecuada y de las pautas de lo correcto y de lo incorrecto, comentando en su época adulta las siguientes palabras: “En esa época me sentía un poco escandalizada, pensaba que todos irían al infierno y me pasaba horas rezando por todos ellos”. (Ferragut, 2012) Al cumplir la niña ocho años, su bisabuelo materno, al que ni ella ni su madre habían conocido, se suicida colgándose de una viga. Esta noticia hace que su madre, Gladys, asustada de la maldición familiar y convencida de que existía una plaga de enfermedades mentales en su familia, entre en un estado de estupefacción y depresión en el que comienza a ser medicada. A partir de estos momentos comienza un periodo de ingresos periódicos en un centro psiquiátrico que dejan de nuevo a la niña sin su madre; comienza a ser cuidada por Grace, amiga de la madre, que estimula a la niña hacia nuevas pautas de conducta en la que la seducción, la imitación de artistas y la vestimenta llamativa y no muy adecuada para su edad, marcan este nuevo periodo de su vida, quedando así definida su infancia por una secuencia continúa de contradicciones. (Ferragut, 2012) A los nueve años, Grace, al no poder ocuparse de la niña, la ingresa en un orfelinato, en el que estaría por un período de dos años, hasta cumplir los 11, aunque siendo visitada por esta tercera figura materna, que quiere hacer de la niña una futura actriz. La educación del orfelinato parece haber sido menos sectaria. Los supervisores alientan a los niños a asistir a la iglesia pero de una forma mucho menos rígida, y en la ficha del Colegio, Norma queda descrita como “una niña normal, sana que come y duerme bien, que parece contenta, no se queja y dice que le gustan sus clases”. (Ferragut, 2012) A los 11 años, sin embargo, el temperamento de la niña se vuelve más sombrío y se aconseja que salga del Colegio. Grace, la amiga de su madre, que durante ese tiempo ha contraído matrimonio, la adopta formalmente y se la lleva a vivir con su esposo y una hija de la misma edad que él ha aportado al matrimonio. Pronto, un episodio desagradable hace que se separen. El marido, una noche que estaba bebido intenta abusar sexualmente de la niña. Esto hace que la envíen a vivir a casa de unos parientes de Grace, cambiando de familia en dos ocasiones más hasta cumplir los 13 años. En uno de estos periodos parece que también hay abusos deshonestos por parte de uno de los hijos mayores de la familia de acogimiento (Ferragut, 2012). Este vaivén de emociones, frustraciones,

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