Propuesta, taller de cine y pintura
Cristian GutierrezInforme26 de Agosto de 2016
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CINEARTE:
TALLER DE CINE, EXPRESIÓN Y PINTURA
Contenidos generales
- Lenguajes artísticos: arte pictórico y arte cinematográfico
- Orígenes del cine en la pintura
- Relaciones entre cine y pintura
- El cine de formación o el cine como posibilidad de formación
- Formación en el arte (o en las artes)
- El arte y la educación
Tipo de actividades
- Visualización de películas (4 sesiones)
- Construcciones literarias
- Construcciones pictóricas
- Construcciones audiovisuales (cortos, video montajes…)
- Experiencias de cine-foro
- Conversatorios
Películas seleccionadas
La tumba de las luciérnagas
Fecha de estreno: 16 de abril de 1988 (Japón)
Director: Isao Takahata
Historia creada por: Akiyuki Nosaka
Sueños
Fecha de estreno: 18 de mayo de 1990 (Finlandia)
Directores: Akira Kurosawa, Ishiro Honda
El erizo
Fecha de estreno: 1 de julio de 2009 (Suiza)
Directora: Mona Achache
Historia creada por: Muriel Barbery
La chica danesa
Fecha de estreno: 31 de diciembre de 2015 (Portugal)
Director: Tom Hooper
Fragmentos de Introducción a un taller de cine y pintura
Los pintores y los cineastas no han dejado de observarse, quizás porque han tenido más de un sueño en común -entre otros, capturar la luz-, pero, sobre todo, porque, como señaló André Bazin, su trabajo ha obedecido originalmente a un mismo impulso mítico: la necesidad de superar el tiempo mediante la perennidad de la forma; el deseo, totalmente psicológico, de reemplazar el mundo exterior por su doble. […] no resulta raro que el cine se dedicara a la búsqueda simultánea de una filiación en la literatura, la música, el teatro y, naturalmente, en la pintura, a la que utilizó como referencia -en la definición de la luz, la composición y la escenografía- a la hora de crear su propio vocabulario. Pero esto no fue todo. A partir de un determinado momento, este invento de barraca de feria, intentando superar un cierto complejo, buscó igualmente en la pintura una manera de ennoblecer socialmente sus oscuros orígenes. Semejante impulso propició un frecuente uso de la cita pictórica dentro de las películas, convertida muchas veces en una nociva nostalgia, en un recurso regresivo y gratuito, que ha llegado hasta nuestros días.
Ciento veinte años después de su aparición, sometido al imperio de la imagen electrónica, convertido socialmente -como predijo Louis Lumière- en un invento sin porvenir, es al cine a quien le toca vivir la misma pasión que en su día consumió a la pintura. Hablo, naturalmente, del cine de ahora, el que ya no es algo en sí mismo, como lo fue durante muchos años, desde sus orígenes, sino que se nos aparece como un apéndice más de lo que se ha dado en llamar el Audiovisual: una persona que ha dejado de ser independiente, que lleva una existencia vicaria, y cuyo domicilio social más conocido está en la televisión; una forma de arte -la última quizá de nuestra historia- que, por lo que a su contemplación mayoritaria se refiere, cada vez ocupa menos la sala oscura, su lugar de nacimiento.
Es justo a partir de su nueva situación en el mundo, al experimentarse como pérdida y adquirir por vez primera conciencia de la propia caducidad, cuando se diría que el cine reencuentra definitivamente a la pintura. En cualquier caso, no hay duda de que hoy ambos transitan por más de un territorio común, compartiendo parecidas frustraciones y esperanzas. Porque en un momento como el presente, en el cual la inflación audiovisual ha llegado a extremos inimaginables, la cuestión que se impone, más que nunca, es la siguiente: cómo hacer visible -pintar, filmar- una imagen.
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