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Beethoven y la novena


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2017  •  Ensayos  •  1.656 Palabras (7 Páginas)  •  281 Visitas

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La Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125 de Beethoven es la última sinfonía completa que este compositor dio a conocer, también es llamada “Coral” por la presencia del coro en el último movimiento que recita el poema de “Oda a la Alegría” de Friedrich Schiller. La sinfonía se divide en cuatro movimientos. En ellos presenta el tema de una humanidad corrompida por los placeres físicos que, segada por lo terrenal, se ha olvidado por completo de la esencia de su naturaleza y que en consecuencia presenta un destino trágico debido al empobrecimiento del alma y la exaltación a la parte material de la vida.

La humanidad  ya no resiste más y se da cuenta de que la única forma de salvarse como raza es incorporarse a la naturaleza y volver a formar vínculos espirituales con Dios. Sin embargo no le es fácil regresar a su –Yo natural-  y tuvo que enfrentarse a sí mismo para poder contactar con su alma en un plano espiritual y como recompensa lograr encontrar el verdadero sentimiento de libertad y amor.

En el primer movimiento la sinfonía se presenta con un carácter tormentoso y heroico, con un poderoso sentido del movimiento que nos da a pensar que se tratará de una melodía completa, sin embargo la tensión musical se va acumulando sin dejar paso a una resolución satisfactoria para el oído.

Aclaremos que la construcción tonal de cualquier obra musical gira entorno a su tonalidad, esta se basa en las escala donde la música será emitida. Se construyen por siete grados, siendo la base de toda la escala el primer grado y que da nombre a la misma, se denomina fundamental o tónica debido a que las melodías regularmente terminan en ella, pues da una sensación de reposo y fin.

El recurso de generar tensión en una melodía ha sido usado desde tiempos             inmemorables y se puede explicar con una pequeña analogía. Imaginemos que           estamos en un desierto, llevamos días caminando en busca de agua y de la nada                surge una cantina a mitad de nuestro camino, entramos totalmente agotados y apunto de desfallecer por la deshidratación, caminamos hacia el cantinero y con la poca voz que nos queda pedimos unas papas. Si, papas. Al terminarlas sentimos como la sal se mete en las llagas de los labios que han dejado la resequedad. Volvemos a ordenar al cantinero un gran vaso de agua y al beberlo podemos sentir el gran alivio del líquido fluir por nuestro cuerpo, una sensación inigualable que sólo se puede sentir por llevar nuestro cuerpo al límite para después aliviarlo con lo que necesita.

Así funciona también en la música, llevamos nuestros oídos al límite hasta que, el compositor, decide que ha llegado el momento de aliviar la tensión generada y resolver a la tónica.  Esta tensión se acumula de manera continua durante todo el movimiento sin llegar a una resolución tonal.

La tesis que Beethoven busca presentarnos en este primer movimiento es la realidad en la que el ser humano ha decidido vivir, el hombre seducido por todos los placeres terrenales se ha olvidado por completo de su plano espiritual y se ha              dedicado a exacerbar el plano terrenal, dejando por completo de lado sus orígenes             naturales y abandonándose a si mismo en un sufrimiento continuo por ir en contra del universo. La desemejanza con Dios nos ha sumido como raza en un hoyo negro y el cruel destino ahoga a los hombres.

Contrariamente a la costumbre, Beethoven pone el scherzo como segundo          movimiento. En​ teoría de la música, Scherzo es el nombre dado a una pieza de música o a un movimiento de una obra extensa, como por ejemplo a una sinfonía. La palabra significa “broma o chiste” en italiano. A veces el término  “Scherzando” es usado en ​notación musical para indicar que el pasaje debe ser interpretado de un modo juguetón. Este scherzo es abrumador e incontenible que irradia energía por cada uno de sus poros. El movimiento está en un compás de ¾ para poder hacerlo más dinámico

En este movimiento Beethoven toca el tema del “yo”. Como se expuso en el              movimiento anterior, la raza humana está sumida en los placeres mundanos y se ha olvidado por completo del plano natural y espiritual, que es lo que en esencia verdaderamente importa. Beethoven toca el tema del “yo material”, podemos citarlo como:

“Usted habla del –Yo- como si fuera una cantidad conocida y objetiva, lo cual precisamente no es. En cada uno de nosotros hay dos Yoes, y si alguien supiera dónde comienza el uno y termina el otro, seria infinitamente sabio. Cuando observamos un poco a nuestro Yo subjetivo, empírico e individual vemos que se muestra muy caprichoso y variable, que depende mucho de las influencias externas. Por consiguiente, no podemos confiar mucho en él, y aún menos convertirlo en nuestro modelo y nuestro portavoz. Este –Yo-  no nos enseña absolutamente nada, aparte de que somos, como dice tan a menudo la Biblia, una raza débil, altanera y cobarde. Pero existe además el otro Yo, oculto tras el primero, mezclado con él, pero inconfundible. Este segundo Yo, sublime y sagrado (el Atman de los hindúes, que usted equipara a Brama), no es personal, sino nuestra parte de Dios, de la vida, del todo, de lo impersonal y ultra personal. Entregarse a este Yo, seguirle, siempre vale la pena. Pero resulta difícil, porque este –Yo- eterno es silencioso y paciente, mientras que el otro Yo es impaciente y ruidoso.”

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