CINE Y REVOLUCIÓN MEXICANA

Juan Fernando Ceballos Rivera

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CINE Y REVOLUCIÓN MEXICANA

La revolución

Hablar de la Revolución Mexicana conlleva a referirnos a un periodo sumamente trascendental de la historia de México, pero para abordarla es necesario hablar no solamente de lo que en ella sucedió, sino también de aquello que llevó a que esta se produjera, es decir, las situaciones en que se encontraba la población de este país, así como también, de sus resultados y de lo que ella dejó para la consolidación de esta nación; como por ejemplo todo el arte y la cultura que produjo como expresión popular  por lo tanto en este texto se tocarán estos tres aspectos. En la primera parte esbozaremos un resumen de la revolución para entender el proceso como tal, en la segunda su influencia en el cine y en la tercera la producción muralista de gran importancia en toda Latinoamérica.  

Antes de que se iniciara la Revolución, los mexicanos ya se encontraban cansados de la situación que acometía al país, producto de los más de 30 años de gobierno del Presidente Porfirio Díaz. Se logran identificar entonces, grandes descontentos sociales, económicos y políticos, que obedecieron a los maltratos, la opresión a la clase trabajadora, la desigualdad social, las preferencias elitista, la distribución desigual de la tierra y otros aspectos que se radicaron en el país por medio del profiriato, la gran mayoría de la población no contaba con los recursos necesarios para subsistir, pues los beneficios de este gobierno recayeron en las compañías extranjeras, los empresarios y los hacendados. En medio de esta situación, es que se inicia el proceso pro elecciones, que se llevarían a cabo en el año de 1910, el cual se ve protagonizado por la consolidación de diversos grupos políticos, encausados hacia el antirreeleccionismo, dentro del cual se enmarcaron las principales propuestas de gobierno de dichos grupos. Al tener un interés en común, muchos de estos grupos se unieron en la búsqueda de una trasformación del sistema de gobierno, y el reconocimiento de los derechos sociales, civiles y políticos, por lo que respaldaron al candidato a la presidencia Francisco Madero, quien obtuvo además, un gran apoyo popular.

Estando el pueblo mexicano en pro de lograr unas elecciones a favor del antirreeleccionismo, el gobierno de Porfirio Díaz, bloqueó muchas de las iniciativas y propuestas que se tenían para alcanzar el cometido, entre ellas mandar a encarcelar al candidato opositor, Francisco Madero acusándolo de falsos delitos, buscando desalentar el interés en él y en sus propuestas, logrando un despertar violento entre sus seguidores y las represalias del gobierno; después de esto se realizaron las elecciones a mediados de 1910, con el resultado de la Reelección de Porfirio Díaz como presidente de la República. Lo que llevó a Madero, al darse cuenta que de manera pacífica no alcanzaría la transformación de su país, a promulgar el plan de San Luis, en el que declaró como inválidas las elecciones pasadas, asumiendo así de manera transitoria la presidencia, además en este plan, incitaba  a los ciudadanos a tomar el poder por medio de las armas. Aunque, su invitación no fue seguida de manera inmediata, poco a poco se fueron generando brotes de rebeldía entre los pobladores, por lo que el presidente Porfirio Díaz, inició una campaña en contra de los grupos anti reeleccionistas, sin lograr acometerlas completamente, por el contrario se generaron revueltas más asiduas en diferentes ciudades y pueblos del país, surgiendo además, diversos jefes y líderes rebeldes, que más adelante tomaron gran importancia en el desarrollo y culminación de esta revolución. Unido a las revueltas se contó con el apoyo de Estados Unidos a través de maniobras navales y militares que ejercieron una fuerte presión en Porfirio Díaz, quien después de esto, de algunas conversaciones infructíferas con los rebeldes, que llevaron a la toma de la Ciudad de Juárez, de la insistencia de algunos de sus seguidores, y de la demanda por parte de Madero de presentar su renuncia, decidió dimitir y dar por finalizado el profiriato.

Cuando el presidente Porfirio renunció, se inició nuevamente el proceso electoral, generándose la creación y participación de diversos partidos políticos, destacándose el Antirreelccionista, el Reyista y el Partido Nacional Católico, sin embargo, en estas elecciones solo hubo un candidato a la presidencia, Francisco Madero, quien finalmente se convirtió en el presidente de México a partir del 6 de noviembre de 1911. Con el triunfo de Madero, se creía que finalmente la Revolución había logrado establecerse en el poder, pero se vio que esto no fue así pues la violencia siguió instaurada entre los grupos rebeldes que participaron de ella. Algunos de los líderes rebeldes, que en su momento actuaron en unión con Madero en contra de Díaz, acusaron a Madero de ser un dictador y de no cumplir con  los postulados que se dieron en el proceso revolucionario, por lo que se dio un levantamiento en contra del nuevo gobierno, este fue promovido principalmente por Emiliano Zapata a través de su Plan de Ayala, en el que se pedía la devolución de las tierras a los pueblos, la expropiación de los latifundios y la nacionalización de las algunas propiedades, así mismo, Emiliano Zapata, exigía la expedición de una ley Agraria, para lo que Madero le solicitó que se rindiera y entregara las armas, generándose una ruptura total de sus relaciones y una cruenta lucha entre ellos, sus seguidores y el ejército nacional; además se contaba con las revueltas y batallas en otros lugares del país dirigidos también por rebeldes que antes habían apoyado a Madero.  

El gobierno de madero, que solo fue hasta el 9 de febrero de 1913 se vio atacado por la prensa, y por grupos rebeldes, alguno de ellos presentados en forma de guerrillas, así como también, por algunos militares que se aliaron con opositores del gobierno ocasionando un golpe de estado, en el que jugó un papel importante la traición de Victoriano Huerta, quien había sido asignado por Madero como “comandante militar de la plaza de la Ciudad de México” (Serrano, 2012. Pág. 151) y tenía la tarea de contrarrestar la lucha, este finalmente se entendió con los sublevados y aprehendió Madero y Pino Suarez, quienes tuvieron que renunciar ante las presiones, quedando posteriormente como presidente el propio Huerta. Sin embargo, esto no llevó a que las revueltas pararan o los rebeldes se entregara, por el contrario, surgieron muchas personas que desconocieron el gobierno de Huerta y se acrecentó la violencia, pues aunque desde sus políticas se buscara la paz, sus acciones estaban marcadas por la fuerza, la violencia y los atentados, de manera que no se logró este objetivo, pero si muchos enemigos. Además, se le suma la intervención de Estados Unidos en estos procesos, de manera que se le hizo presión a Huerta para que desistiera de su mandato y permitiera la realización de unas nuevas elecciones presidenciales, pero que fueron rechazadas, llevándolo a no ser reconocido como el gobernante legítimo de México por diversos países, y al fortalecimiento de tropas rebeldes dirigidas en el norte por Venustiano Carranza y en el sur por Emiliano Zapata generándose fuertes y sangrientos enfrentamientos entre estos grupos y el ejército federal, hasta estos últimos ser reducidos. Por el crecimiento de la violencia que se le desbordó al nuevo presidente y la intervención de otros países en conversaciones de paz, Huertas accede renunciar y entregar el poder. A pesar de ello y de la fuerza que había adquirido Carranza, el país siguió sumido en una gran guerra civil, en la que se siguieron enfrentado los ejércitos rebeldes, al no querer reconocer a este como presidente, pues él no aceptaba las diversas propuestas y planes presentados por los otros líderes rebeldes que buscaban mejores condiciones para los campesinos, en este estado de las cosas, se siguen dando diversas luchas entre los diferentes grupos revolucionarios, que estaban en defensa de sus intereses particulares, situación que perdura hasta 1917, cuando Carranza, que fue reconocido como presidente por el gobierno de Estados Unidos en el 2015, impulsa la creación de una nueva constitución federal en la que se lograron establecer varios cambios, especialmente en lo relacionado con la reforma agraria, que impulsó la distribución de la tierra, y en lo relacionado a la protección de la clase obrera. Pese a ello las luchas continuaron, aunque en menor intensidad.

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