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El Dilema


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2012  •  672 Palabras (3 Páginas)  •  270 Visitas

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con Bergman asistimos al día a día de un prestigioso periodista, de sus tensiones con sus compañeros y con sus informantes. A la rutina de un buen periodista, en suma. Un periodista que debe ser ejemplo para todos aquellos que comienzan en la profesión, y que muestra cómo, a pesar de tener a los jefes en contra y de rayar el despido, Bergman juega todas sus cartas para proteger a su informante, y de no malvender el buen nombre de su profesión. En definitiva, pura ética. Ética como la que demuestra Wigand cuando, a pesar de lo que está sufriendo su familia (su esposa incluso le abandona con sus hijas) y a pesar del calvario personal y profesional, sigue fiel a sus principios, a sus deseos de denunciar las oscuras manipulaciones y mentiras de su ex-empresa todopoderosa.

Cabría por tanto esperar, ya que la trama es tan leve, que el supuestamente gran cineasta Mann montara una construcción de suspense y de sorpresas a lo largo de la narración. Y lo hace, de hecho, pero con fortuna dispar. La película adolece de un defecto enorme, y es que mientras intenta contar la historia del mártir Wigand cuenta también la del heróico (heroico para otros, para mí no) Bergman, y el tono no es el mismo en ambas historia, porque mientras en la primera es la de derrota a pesar de hacer algo bueno, en la otra es la de victoria a pesar de perder su puesto de trabajo, y Mann no acaba de centrarse en ninguno de los dos, perdido en su propias pretensiones, hiriendo casi de muerte a una historia con la otra. Por eso los momentos de suspense, bien armados, cogen de improviso o están cerrados con precipitación, y por eso la relación entre los dos, tan aparentemente conflictiva y llena de baches emocionales, se queda en poca cosa. Pareciera que el director no ha entendido su propia idea: o cuentas una historia de derrota o una de victoria, pero no las dos.

Así, mientras Wigand (un impresionante Russell Crowe, en una de sus mejores interpretaciones, y casi irreconocible) se va hundiendo, el reportero Bergman (un Pacino totalmente pasado de rosca, como acostumbra, dando la sensación de que de otra forma no puede ya impresionar) se va creciendo, retando a la cadena de televisión para la que trabaja, quedando al final como un renegado de película de vaqueros que pierde su puesto en la sociedad pero que salva a no sé quién de qué. Porque aunque las tabacaleras pierden un pleito millonario y él finalmente consigue que se televise su entrevista a Wigand da la impresión de ser una victoria pírrica, impresión contradecida por el tono grandilocuente de Mann, que con su impostado final feliz parece contarnos una conquista de la raza humana servida por el esfuerzo de un héroe (Bergman existe y es amigo personal suyo…), cuando en realidad se trata de un sujeto despreciable que ha empujado a un padre de familia a perderlo todo y a sufrir lo indecible con tal de darles un escarmiento a esas grandes empresas.

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