El cine en Medellín: ¿Una cuestión de supervivencia?

El cine en Medellín: ¿Una cuestión de supervivencia?

Por: María Fernanda Correa y Leonardo Botero.

Para los que eligen el cine como estilo de vida no existe un manual de instrucciones. No es un modo de vida con un mapa de ruta. Es abstracto. Es un asunto de azar.

Una mujer me da la espalda. Tiene una camisa esqueleto rosada y el cabello atado por completo en la parte de atrás de su cabeza. Desde la ventana en que se encuentra sentada, las nubes se ven a unos cuantos centímetros suyos. Espera algo, pero ese algo no llega. Resignada, se endereza; luego escucha a su bebé, quien con un pequeño lloriqueo la llama, parece susurrarle: “Leidi”.

Vivir o sobrevivir del cine en Colombia es un desafió constante. Realizadores y productores han tenido que empezar una carrera como concursantes, postulados cada año a fondos o convocatorias que les permitan pintar con imágenes sus historias de tinta y papel.

El panorama del cine en Medellín es ambiguo. Se está en un mejor momento que hace cinco o diez años, resultado de la Ley de Cine de 2012 que permitió a una cantidad de realizadores, guionistas e, incluso, investigadores recibir estímulos e incentivos para hacer su trabajo.

Sin embargo, expertos en el tema reconocen que hablar de cine en Medellín es algo osado, debido a que las películas que se han logrado hacer son pocas.

La formación en el área audiovisual se ha acrecentado. Si bien antes existían solo dos facultades de Comunicación la de la Universidad de Antioquia y de la Universidad Pontificia Bolivariana, en los últimos años aparecen muchas otras. Por lo tanto, Medellín podría tener mayor un dinamismo en el tema audiovisual.

Según el crítico de cine, Oswaldo Osorio “pareciera que no estamos aprovechando esas circunstancias. Medellín está muy atrasada en producción de largometrajes. En relación con otras ciudades como Bogotá, donde se hace el 80% de la producción”.

Es 24 de mayo de 2014. Hay unas 30 cámaras, todas apuntando a un mismo objetivo. Un joven de 28 años estudioso y amante del cine. Lleva un esmoquin, su cabello castaño peinado hacia atrás y una sonrisa intermitente.

Exhibe en su mano derecha un diploma enrollado con una cinta roja que certifica haberse ganado un premio, un estímulo que es el sueño o hasta la culminación de la carrera de muchos cineastas, un galardón que marca la historia del cine colombiano: Simón Mesa Soto sostiene el papel que le confiere a Leidi -su producción audiovisual de 16 minutos- la Palma de Oro al mejor cortometraje en la versión número 67º del Festival de Cannes.

La primera película colombiana invitada a Cannes fue Rodrigo D, del director Víctor Gaviria en 1990. Leidi de Simón Mesa fue el primer cortometraje colombiano en ganar en Cannes al recibir la Palma de Oro. En el 2015, La Tierra y la Sombra dirigida por César Acevedo fue ganadora de la Cámara de Oro del Festival. Al igual que El abrazo de la serpiente de Ciro Guerra, que se llevó el Premio Art Cinema y en los Premios Óscar se encuentra nominada a Mejor película extranjera.

“Uno llega a un punto en el que tiene que elegir a qué se va a dedicar en la vida, yo escogí el cine. En la universidad se aprende que no se puede pensar que va a ser rentable. Si usted quiere encontrar una profesión de la cual viva bien, no es el cine”, aclara Mesa.

Simón estudió Comunicación Audiovisual y Multimedial en la Universidad de Antioquia, gracias al apoyo de organizaciones como Colfuturo, Proimágenes Colombia y del programa Enlaza Mundos de la Alcaldía de Medellín viajó a Londres donde realizó sus estudios de maestría en Dirección de Cine, en la que para el trabajo de grado realizó Leidi, una idea en la que empezó a trabajar desde que estudiaba en la UdeA y que rodó en Medellín.

En Leidi uno de los elementos que más aflora es el silencio. Esto hace que su atmósfera sea irreconocible y pueda ser para el espectador, como quería su director “cualquier lugar de Latinoamérica”. “Para mí el silencio es muy intuitivo, se refleja en todo lo que hago. Bresson señalaba que no había que poner a decir a un actor algo que no se pudiera resolver con un silencio”, cuenta Simón en un artículo de Universo Centro, publicado en septiembre del 2014.

-Leidi… Leidi-, su madre le pregunta si ya bañó a la niña y le pide que compre dos plátanos.

Leidi pensativa se va enseguida. Olvida a su hija. Se devuelve. La toma en sus brazos y sale a la calle para comprar los plátanos, pero también a buscar a su novio, de quien no ha tenido noticias recientemente.

“Mi vida es austera. El premio no viene cargado de dinero” agrega Simón, quien confiesa que la Palma de Oro le ha dado algunos beneficios, al permitirle hacer charlas y presentar el corto en varios festivales y ciudades. Esto le genera algunos ingresos, pero no en abundancia: “No es que ya tenga un carro, sigo cogiendo el bus Circular Sur en Medellín”, comenta Simón, quien ve su carrera como un proyecto a largo plazo.

El cine ha cobrado importancia a nivel administrativo en la Secretaría de Cultura Ciudadana. Desde enero de 2013 se creó el cargo de consultor del área audiovisual para hacerle seguimiento en Medellín. Además, en octubre el Concejo de la ciudad aprobó el acuerdo 22 de 2015 cuyo fin es “adoptar una política pública para el fortalecimiento del sector audiovisual y cinematográfico (…) y, de esta manera, lograr una industria sostenible y viable en el tiempo”.

“Con un profesional encargado del área se genera continuidad y surgimiento de procesos que perduren en las siguientes administraciones. Esto da como resultado que haya una segunda versión de DocsBarcelona en Medellín” dice Maderley Ceballos, consultora de audiovisuales de la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín.

“Colombia tiene un cine de fondos, vos sos como un concursante de loterías. Hay fondos en los que de pronto aplicas y ganas un estímulo. También se hace mucha co-producción, pidiendo apoyo a otros países para que financien los proyectos”, comenta Mesa.

Desde el 2004 existe la figura

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