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Una Cuestion Personal


Enviado por   •  20 de Abril de 2013  •  4.895 Palabras (20 Páginas)  •  513 Visitas

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Resumen: Esta obra narra la odisea de Bird, joven profesor de inglés, que se consume en una monótona existencia, mientras sueña con evadirse en un fantástico viaje por África. Su vida sufre un brusco cambio con la llegada a este mundo de su primer hijo, un deforme bebé que sufre una hernia cerebral. Este problema lo condenará probablemente a un estado vegetativo y los médicos aconsejan una discreta eutanasia. Durante tres días y tres noches, el protagonista se enfrenta al terrible dilema de asumir verdaderamente sus responsabilidades como padre o deshacerse del pequeño. Una cuestión personal describe la respuesta de Bird a este duro acontecimiento.

Palabras clave: Kenzaburo Oé, narrativa japonesa, libertad de elección, responsabilidad

Esta novela, de tintes autobiográficos, fue escrita en 1964 por el escritor y ensayista japonés Kenzaburo Oé tras el fuerte impacto psicológico que le produjo el nacimiento de su primogénito con hidrocefalia y su posterior padecimiento como autista. El autor muestra en esta obra una realidad despiadada, marcada por sus propias obsesiones que han seguido acompañándole en obras posteriores como Las aguas han invadido mi alma y Juegos contemporáneos. En Una cuestión personal nos ofrece una visión cruel, muchas veces violenta, en el doloroso viaje de un padre a sus infiernos personales. El escritor nos describe un abismo de angustias y temores en un recorrido introspectivo por los recovecos de la condición humana.

El libro narra una espantosa pesadilla. Al comienzo del texto, Bird sueña que se encuentra a orillas del lago Chad, situado al este de Nigeria, en su adorada África, en busca de aventuras, tribus desconocidas y nuevos retos. Este continente es su particular edén, un sueño dorado con el que fantasea durante varios años con la ayuda de mapas Michelín. En ese instante, le despierta una llamada telefónica que le comunica horribles noticias: su hijo ha nacido con una malformación.

El protagonista, Bird, un apodo adoptado desde la adolescencia por su semejanza con un pájaro, tiene veintisiete años y es profesor de inglés en una academia preuniversitaria. El nacimiento inminente de su hijo no le aporta satisfacción alguna. Desea huir de la tediosa existencia que le rodea y mira con infinito desdén su papel como padre y esposo: “Desde que me casé he estado en la jaula que significa una familia, pero hasta ahora siempre me pareció que la puerta permanecía abierta; el bebé a punto de llegar bien podría cerrarla definitivamente”. Hasta ese momento, había sido incapaz de asumir ningún tipo de responsabilidad y de pensar en nadie que no fuera él mismo. De repente, se ve obligado a superar sus miedos y limitaciones en medio de una fuerte conmoción, mientras su falta de madurez le impide aceptar al niño. En esta encrucijada se muestra débil y cobarde. La presencia de su hijo frustra sus aspiraciones y corta sus ansias de libertad. La dura realidad está marcada por la existencia del niño y el mundo imaginario está representado por la lejana África, su paraíso soñado.

En un principio al bebé se le diagnostica una hernia cerebral, afección que se caracteriza por una abertura del cráneo por donde asoma el cerebro. Los doctores aseguran que es una criatura condenada a una muerte inminente o, en el mejor de los casos, a una existencia puramente vegetativa. El recién nacido, debido a la malformación, parece que tuviera dos cabezas. El protagonista mira a su pequeño y piensa: “(...) como Apollinaire, mi hijo fue herido en un campo de batalla oscuro y silencioso que no conozco, y ha llegado con la cabeza vendada. Tendré que enterrarlo como a un soldado muerto en combate.” Además, el padre siente una inmensa vergüenza que le impide expresar sus verdaderos sentimientos y compartirlos con nadie: “(...) Pero sólo de pensar en la anormalidad de su hijo, sentía en la garganta el calor de una extrema vergüenza personal (...)”. Este sentimiento de culpabilidad se expresa en la conciencia de que es incapaz de tener un hijo como los demás: “Crecí muy rápido, es cierto. Y ahora tengo edad suficiente como para ser padre. Pero no la preparación; y no puedo procrear un hijo normal. ¿Crees que alguna vez seré padre de un hijo normal? No estoy seguro - dijo Bird con tono sentimental”.

Durante tres días y tres noches, el joven profesor emprende una huida hacia adelante y se introduce en una vorágine de sexo, alcohol y violencia en la ciudad de Tokio. En este viaje introspectivo por los misterios del alma humana se encuentra acompañado por Himiko, una antigua amiga de la universidad. Él se cuestiona sus sentimientos hacia el bebé y se refugia nuevamente en la bebida, su antigua adicción. Se ve inmerso en un oscuro laberinto dominado por el miedo, la angustia y un profundo dolor que no puede transmitir y que se encuentra latente en su interior. Bird se muestra incapaz de superar esta situación traumática y se sumerge en una espiral de autodestrucción, mientras espera que el recién nacido muera en el hospital. Su cuestionable comportamiento le permite sumirse en el olvido, renegar de su deber como padre y despreocuparse del bienestar del niño: “En este momento, él era el gran enemigo de su bebé, el primer enemigo que tenía en la vida, el peor (...)". Después, este héroe caído se enfrenta al terrible dilema de dejar morir a la criatura y continuar con sus inútiles sueños de evasión o asumir verdaderamente sus responsabilidades como padre: “(...)¿Qué significaría para nosotros, mi esposa y yo, para el resto de nuestras vidas prisioneros de un ser casi vegetal, de un bebé monstruoso? (...)”.

Igualmente, el autor nos muestra, a través de una prosa áspera, repleta de descripciones duras y desgarradoras, una visión monstruosa de la realidad que surge de las mentes del protagonista y de los que le rodean. Oé retrata en esta novela unos seres horribles y grotescos no sólo en su apariencia externa, sino también en su verdadera naturaleza interior. Así, nos impresiona la fantasmagórica imagen de los tres doctores del hospital, sentados en la penumbra, cuya presencia congela el ambiente, y la frialdad de uno de los médicos que muestra una brutal indiferencia ante el sufrimiento humano en estas líneas: “(...) Espero poder presenciar la autopsia. Dará su consentimiento para la autopsia, ¿no? Probablemente en este momento le apene hablar de autopsia, pero, en fin, mírelo desde este punto de vista: el progreso de la medicina es acumulativo. La autopsia de su hijo puede permitirnos saber lo necesario para salvar al próximo bebé con hernia cerebral. Además, si me permite ser sincero, creo que el bebé estará mejor muerto, y lo mismo le ocurrirá a usted y a su mujer.

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