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Hora Zero


Enviado por   •  1 de Junio de 2014  •  1.557 Palabras (7 Páginas)  •  241 Visitas

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A principios de la década de los noventa el escenario poético limeño era muy activo, así surgieron voces importantes dentro de la poesía peruana como Monserrat Álvarez con su libro Zona Dark, Victoria Guerrero con De este reino, colectivos poéticos como Neón que incluía a poetas como Miguel Ildefonso, Carlos Oliva, Paolo de Lima y otros grupos como Noble Caterva donde participó Roxana Crisólogo. Sin embargo lo que siguió fue un gran vacío. Ya no había recitales, ni grupos, todo se paralizó. De lo que fue la joven movida poética en Lima no quedaba nada, consecuencia también del miedo que desencadenó la represión brutal del régimen fujimorista durante la Guerra Civil que atravesaba por sus momentos definitivos. Ese vacío, sin lugar dudas, lo llena Inmanencia en 1998. Asimismo su aparición es simultánea al despliegue de la sociedad civil contra el autoritarismo fujimorista. Es en ese contexto que surge Inmanencia en la poesía peruana. Fue un momento muy especial, ya los grupos de poesía estaban en plena retirada, y de repente, reaparece una propuesta colectiva, esta vez con una nueva consigna "la sangre pagana ha vuelto", es decir, la poesía misma. Un libro rojo y misterioso que proponía como tesis principal un regreso al espíritu mágico del lenguaje poético inundó las calles de la capital y causó una amplia recepción en diferentes medios de comunicación, como por ejemplo: El Comercio, La República, el ya desaparecido Cambio, La Industria de Trujillo, la revista Caretas, entre otros. Inmanencia se caracterizaba, asimismo, por mezclar sus textos con la performance y con la creación de un concepto artístico denominado recital/ritual. Además para el grupo era muy importante la interacción que se podía generar con el público que acudía a los eventos que realizaba.

Así, a diferencia de sus pares poéticos de fines de los noventa en el Perú, Inmanencia, reivindicaba todavía la validez del grupo de poesía y de una propuesta colectiva, en reacción al desencanto que percibían sus integrantes por el triunfo del individualismo y del libre mercado en la sociedad peruana finisecular. En este sentido, el poeta y crítico Luis Fernando Chueca afirma:

A inicios de la década, grupos, como Neón, Estación 32, Geranio Marginal, Vanaguardia o Noble Caterva -casi una avalancha-, trataron de reeditar algunas de las estrategias de apropiación del espacio literario (recitales, revistas, presentaciones conjuntas, declaraciones) emprendidas en décadas anteriores por Estación Reunida, Hora Zero, La Sagrada Familia, Kloaka u Ómnibus. Esta actitud [...] enfrentaba una inocultable sensación de agotamiento [...] Aun algunos representantes de Neón, el grupo de mayor notoriedad y convocatoria, reivindicaron "la libertad de hacer la poesía que yo quiero" [...] hay que mencionar que al llegar a los noventa, los colectivos de todo cuño se encontraban en retirada o, cuando menos, probaban ya el sabor del desprestigio. Todo esto explica la corta, en algunos casos cortísima, duración de los grupos poéticos surgidos, y da luces para entender que la aparición de Inmanencia, -hecho que de por sí resulta paradójico-, a fines de la década, haya tenido signo opuesto: poética espiritualista y no "urbana", rituales y no actos, y poco afán de convocatoria (aunque sí de notoriedad, como sus pares inversos) permiten su caracterización más como un antigrupo: el reverso de una experiencia agotada. (3)

Hay que precisar que Inmanencia no solo era una expresión del desencanto ante la situación social y política del Perú de fines del siglo XX sino que también daba cuenta en su propuesta poética de un desencanto estético frente al rol hegemónico de la poesía conversacional en el Perú:

Esto es válido también para lo que sigue: el final, en los noventa, de la hegemonía de la dicción conversacional. "La poesía conversacional ha muerto", declaraba como acta de defunción la poeta y crítica Rocío Silva Santisteban en 1998 al iniciar el prólogo del primer libro del novísimo grupo Inmanencia. Aunque algunos meses después -y luego de comentarios-respuesta de otros críticos a propósito de la aparición de libros de jóvenes poetas identificables dentro de la clave coloquial- señaló que no debían tomarse tan en serio las palabras citadas, lo cierto es que la aparición de los libros de Inmanencia y la frase en cuestión daban cuenta de un hecho central que se sellaba a fines de la década: no la muerte de la poesía conversacional, no su agotamiento como registro válido para la poesía (que lo sigue siendo, incluso entre los jóvenes), sino el cuestionamiento de su posición como centro del canon poético peruano post-cincuenta. (Chueca 4)

Ahora bien, el libro Inmanencia de 1998 presenta los trabajos de los cuatro integrantes originales del grupo:

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