Quién de nosotros, fechada en 1953, narra un peculiar triángulo amoroso
rogelio_0822 de Febrero de 2015
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Quién de nosotros, fechada en 1953, narra un peculiar triángulo amoroso desde la particular perspectiva de cada uno de los protagonistas a través de tres relatos convergentes. En opinión de Jorge Ruffinelli, Benedetti, con la influencia de William Faulkner -que se evidencia en la técnica literaria empleada-, de Virginia Woolf y de James Joyce, lleva a cabo en esta obra «sugerentes juegos de perspectivas narrativas, para contar la misma historia desde el cambiante ángulo de sus personajes»(546). El desarrollo del conflicto se opera, en menos de cien páginas, con la lectura sucesiva del diario íntimo de Miguel, el marido, de la carta de despedida que le envía su esposa, Alicia, y del cuento que escribe Lucas, el tercero en discordia, dando su versión de los hechos. Sin embargo, la mayor novedad radica en que en esta novela «es el propio marido, un mediocre y cornudo vocacional, quien oscuramente intuye, desde antes del matrimonio, la pertenencia de su mujer a un tercero, y cuya obsesión consistirá en materializar esa intuición con el fin de alcanzar alguna precaria y equívoca certeza»(547), el que arrojará a Alicia en brazos de Lucas. De este modo, Miguel, Alicia y Lucas obligan al lector a entrar en un juego complejo, equívoco y contrapuntístico.
Este juego literario se plasma en un texto narrativo de no muy amplias dimensiones, a pesar de exceder los límites del cuento. Nos hallaríamos ante un género impreciso: ¿cuento largo, nouvelle, novela? El mismo Benedetti afirma que «en el estado actual de los géneros narrativos, cualquier definición de tipo retórico se halla destinada al fracaso (...) En el presente, los géneros se interpenetran, no existen ya fronteras; por otra parte, el desarrollo de la nouvelle ha servido para confundir aún más los rasgos diferenciales»(548). El cuento es resultado de un corte transversal de la realidad, limitado por su brevedad, caracterizado por la peripecia de una mínima anécdota, trazado con el mayor rigor estilístico procurando mantener de principio a fin una tensión indeclinable. En la novela breve o nouvelle se da una excitación progresiva, asistimos a un proceso rodeado de antecedentes, pormenores y consecuencias, a una mínima evolución de los hechos. Ambos géneros ofrecen versiones limitadas ex profeso del conflicto humano, mientras que en la novela la versión es total, inserta en todo un mundo creado alrededor(549). Así pues, ¿estamos ante una nouvelle o ante una novela en la que deliberadamente se han podado las superfluidades? El término mediante el cual designarlo es lo de menos, porque el texto se articula en un tríptico narrativo que acoge en su seno otros tres géneros literarios: el diario, la epístola y el cuento.
Sería interesante señalar que dos de esos géneros -el diario y la epístola- son usos de narración en primera persona. El tercero, en cambio, es un cuento escrito en tercera persona, pero el autor, Lucas, se sirve de las notas a pie de página para marcar su presencia y dejar claro su papel en la complicada historia del triángulo amoroso; y esas notas a pie de página sí están escritas en primera persona. La utilización de la primera persona puede ser a veces un mero recurso del autor para encubrir limitaciones o disimular defectos en el diseño estructural de su narración. Sin embargo, las narraciones en primera persona causan una inmediata identificación del lector con el narrador-protagonista, acercándolo al texto. Es evidente que, «construidas como singulares confesiones, hay en ellas, mediante la más directa comunicación, la aparente sinceridad de lo que se cuenta dentro de un discurso marcado por la intimidad de la forma y lo autobiográfico del contenido»(550). Pueden servir incluso para que el autor se aleje del narrador impersonal y ajeno, propio de la tercera persona, al hablar desde el yo. El escritor José María Merino conjetura al respecto: «Se trata de la voz de un
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