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Comienza el diálogo en casa de Polemarco


Enviado por   •  30 de Enero de 2014  •  4.221 Palabras (17 Páginas)  •  170 Visitas

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Comienza el diálogo en casa de Polemarco, donde Sócrates conversa con Céfalo acerca de las ventajas y desventajas de la vejez y de la fortuna.

La conversación comienza a girar luego, con Polemarco, en torno a la Justicia, y sale a relucir una definición de Simónedes según la cual es propio de la Justicia devolver a cada uno lo suyo o, como nos hace ver Sócrates, devolver a cada uno le que le conviene; pues no es justo dar algo a una persona si con ello puede hacer un mal uso.

De esto deduce Sócrates que lo justo sería dar provecho a los amigos y prejuicio a los enemigos, siendo los primeros los hombres de bien y los enemigos los malos; pero esta apreciación no es válida en tiempos de paz. Además, a veces resulta muy difícil reconocer a los verdaderos enemigos, y si nos equivocamos tendremos por amigos a hombres malos y por enemigos a hombres buenos a los que intentaremos perjudicar.

Por otra parte, los hombres se vuelven injustos cuando se les hace mal, así como el perro o el caballo se vuelven peores cuando se los castiga. Sin embargo, al igual que un músico no puede, en virtud de su arte, hacer a alguien ignorante en la Música, el hombre justo no puede, por medio de la Justicia, convertir a alguien en injusto.

En ese momento interviene Trasímaco en la conversación para mantener que la Justicia no es otra cosa que lo que es provechoso al más fuerte: en los gobiernos, la Justicia no sería sino la utilidad del que tiene el poder en sus manos. Pero un gobierno no es infalible y puede, sin quererlo, dictar leyes contrarias a sus intereses. Aparte de esto, así como el médico no utiliza su arte para su provecho, sino para provecho del enfermo, el buen gobernante no deber promulgar leyes para su bien, sino para el bien de sus gobernados.

El problema a dilucidar ahora es si la vida del justo es preferible a la del injusto.

Sócrates trata de convencer a Trasímaco de que el hombre justo no quiere sobreponerse a sus semejantes, y que si interviene en asuntos públicos es por temor a que alguien inferior tome el mando del gobierno; es decir, que el hombre justo no trata de imponer su autoridad sobre todo el mundo. Sin embargo, el injusto trata de imponerse a todos, sea bueno o malo lo que ellos digan; luego la injusticia implica ignorancia.

LIBRO II

Es ahora Glaucón el que pretende una demostración más sólida de lo que es Justicia. Para ello hace un discurso contra la Justicia, diciendo que es algo que hay que "sufrir" y que nadie toma como un bien en sí mismo. Opina que la vida del justo es difícil y penosa, ya que a los ojos de los demás puede convertirse en un malvado al tratar de ser justo, mientras que el hombre injusto, en tanto que aparente ser justo, será tratado como un hombre de bien.

Adimanto añade algo más al discurso de su hermano Glaucón y toma la defensa de los que prefieren el partido de la Justicia, pero por las ventajas que conlleva: dignidad, poder, dinero, así como los favores de los Dioses de la Tierra y después de esta vida.

Para profundizar más en el estudio de la Justicia, Sócrates propone buscarla en una ciudad, donde aparece con características más grandes, y luego estudiarla en el individuo buscando la semejanza de rasgos.

El origen de la sociedad, de la ciudad, está en la satisfacción de las necesidades de los hombres reunidos: vestido, alimento, habitación. A un hombre solo le resultará difícil poder satisfacer todas sus necesidades, y por lo tanto será más práctico que cada persona se dedique a un oficio específico. La ciudad seguirá creciendo y será preciso que esté regida por unas leyes severas, pues siempre habrá quienes estén descontentos con ese género de vida.

La ciudad con más cantidad de hombres necesitará expansión, y eso la llevará a la guerra. Así nacerá un nuevo oficio: el de guerrero, que será el de los guardadores del Estado. Estos ciudadanos constituirán una clase nueva y su trabajo no podrá ser desempeñado por los otros ciudadanos, porque cada cual tendrá su misión específica.

Los guerreros deberán tener una serie de aptitudes mentales. Tendrán que ser "como los perros": cariñosos con los suyos y ariscos e irascibles con los extraños, y sobre todo serán filósofos por naturaleza.

Los guardadores del Estado tendrán una educación especial. Se educará el cuerpo por la Gimnasia y el Alma por la Música. Debe comenzarse primero con la Música, y con los discursos y cuentos que forman parte de ella; pero teniendo en cuenta que sólo se permitirán las fábulas donde siempre exista algo moral y verdadero, no donde se presente a los Dioses con pasiones humanas ni como creadores del mal. No hay que buscar en la Divinidad la causa de los males, sino de los bienes. La mentira es algo que también habrá que desterrar de ellos, pues es detestada por los Dioses.

LIBRO III

Algunas normas más regirán a los guardianes. Tendrán que perder el temor a la muerte, pues no se puede ser a la vez valeroso y temer a la muerte. Para ello habrá que eliminar todo lo que hable mal del Hades: los nombres de Infiernos y Estigia, y las expresiones como estancia de tinieblas y horrores. Deberán desaparecer todas esas lamentaciones que se ponen en la boca de los grandes héroes, pues el hombre virtuoso no se queja, se basta a sí mismo para ser feliz y no necesita casi nada de los demás.

Si esto no se cumple, a la menor desgracia que les suceda, se abandonarán cobardemente a los gemidos y lágrimas. Pero tampoco deben pasarse al polo opuesto, a una risa que no se pueda contener, pues la risa violenta altera el ánimo.

Se desarrollará en ellos la templanza, que los llevará a ser sumisos y respetuosos con sus gobernantes. Otro de los efectos de la templanza es ser dueño de uno mismo en lo relativo a los placeres de la mesa y a los sentidos del amor. Tampoco se les consentirá ansiar riquezas y honores, porque eso corrompe.

En cuanto a los estilos de literatura, Platón se inclina por la narración simple, propia del hombre de bien, antes que por el estilo imitativo. En todo caso, la imitación se podrá aceptar siempre que se refiera a los hechos de los grandes héroes y hombres de bien. En cuanto al contenido de las obras, los poetas no podrán sostener, como ya se dijo anteriormente, que los injustos sean felices y los justos desgraciados.

Refiriéndose a la Música, nos explica que ésta se compone de letra, armonía y ritmo. La letra deberá ser, igual que en las obras escritas o habladas, verdadera, profunda y con todas las cualidades ya descritas para los poetas. En cuanto a la armonía, se eliminarán

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