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Conceptos Basicos


Enviado por   •  1 de Octubre de 2014  •  3.896 Palabras (16 Páginas)  •  186 Visitas

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CONCEPTOS Y DEFINICIONES

Libros utilizados:

Ignacio Molina, Conceptos fundamentales de Ciencia Política, Madrid: Alianza Editorial, 1998, 136 págs.

Sánchez de Madariaga Elena, Conceptos fundamentales de Historia, Madrid: Alianza Editorial, 1998, 136 págs.

Absolutismo

Doctrina política y forma de gobierno que tiene como principal objetivo el control total del Estado y la ausencia de poderes alternativos al que reclama para sí el derecho ¡limitado a gobernar. Su principal manifestación histórica, el Absolutismo monárquico, se caracterizó por la aspiración del rey a personificar la soberanía. Como consecuencia, el Estado, que ya en el siglo xv había comenzado a dotarse de una organización relativamente moderna, quedaba gobernado de forma centralizada y sin constreñímientos legales, consuetudinarios o feudales. Todos los reinos europeos, salvo Gran Bretaña y los Países Bajos, sufrieron experiencias absolutistas que evolucionaron en el siglo XVIII hacia formas más ilustradas pero aún despóticas. Contra las instituciones sociales y políticas de ese Ancien Régime, se desencadenaron las subsiguientes revoluciones liberales que introdujeron límites al poder a través de las constituciones.

A diferencia del totalitarismo, el poder no se ejerce en el absolutismo de manera arbitrada o injustificada sino que está fundamentado teóricamente por razones teológicas o racionalistas. La segunda de estas orientaciones es la plasmada en los escritos de Maquiavelo y, sobre todo, en el pensamiento de Hobbes, quien sostenía que los hombres, agresivos y ambiciosos por naturaleza, se encuentran siempre en situación de lucha y de competencia. Como estas antisociales inclinaciones llevan a la destrucción, los individuos son también capaces de aplicar racionalmente su egoísmo para asegurar la supervivencia y evitar que la vida sea «solitaria, pobre, sucia, brutal y corta». Lo hacen por medio de un pacto ficticio en el que renuncian a tomar la justicia por su mano y acuerdan someterse a un soberano, al que invisten con los máximos poderes, que puede así aplicar las sanciones necesarias para el mantenimiento del orden y la paz. Por su parte, la concepción teológica del absolutismo supone la procedencia divina de la autoridad civil, por lo que se considera sacrílego cualquier tipo de rebelión en contra de la corona. La única responsabilidad exigible a ésta es la que proviene de Dios y nadie de entre sus súbditos estaría capacitado para someterla a juicio. Entre los defensores de esta visión divina de las atribuciones reales, tradicionalmente asociada a los monarcas católicos de la Europa del barroco, se encuentran los protestantes Lutero y Calvino, que también propugnaron la obediencia pasiva.

Anarquismo

Del griego, sin poder (anarquía), o sin dominio (acracia). Si bien la aspiración a la libertad absoluta tuvo diversas manifestaciones desde la Antigüedad, el término designa más específicamente un movimiento intelectual, político y social de la Edad Contemporánea, con raíces en la Ilustración y la Revolución francesa, que propugna la liberación del hombre de cualquier tipo de autoridad política, ideológica, religiosa, económica, social o jurídica, y persigue una sociedad en la que no existan ni el poder ni la autoridad.

Este ideal igualitario y antiautoritario constituye el marco de referencia general del anarquismo, pero desde las primeras formulaciones de los precursores (W. Godwin, Encuesta acerca de la justicia social y de su influencia sobre la virtud y la felicidad generales, 1793; P.-J. Proudhon, ;Qué es la propiedad?, 1840), las doctrinas y movimientos anarquistas han sido muy variados. El anarquismo se sitúa entre el liberalismo y el socialismo. El anarquismo más radicalmente individualista, que propugna la máxima ampliación de la libertad individual y rechaza cualquier tipo de restricción, fue una corriente minoritaria (por ejemplo, M. Stirner, El individuo y su propiedad, 1845). En cuanto movimiento político, el anarquismo se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX y, dentro de las corrientes socialistas que rechazaban el sistema capitalista, se caracterizó por su rechazo radical del Estado, por dirigirse y recoger las aspiraciones de sectores heterogéneos de las masas desfavorecidas, tanto urbanas como rurales, incluidos los grupos más marginales, por su exaltación de la libertad del individuo y de la colectividad, y por sus continuos enfrentamientos con el socialismo marxista. Aun cuando asumían la vinculación del individuo con la sociedad, los anarquistas consideraban que los únicos Límites a la libertad eran los impuestos por la naturaleza y por una voluntad colectiva que era aceptada por un acto libre de voluntad individual y no por imposición. El anarquismo tuvo gran relevancia en el movimiento obrero. Las ideas de Proudhon rechazo de la participación obrera en la Lucha política y promoción de una sociedad de trabajadores Libres construida a partir de un asociacionismo y mutualismo espontáneo y pacífico tuvieron mucha difusión entre los obreros franceses y las organizaciones que fundaron la primera Internacional obrera (Asociación Internacional de Trabajadores, 18ó4). Posteriormente se desarrollaron el anarcocolectivismo (M. Bakunin) y el anarcocomunismo o comunismo libertario (P. Kropotkin, E. Malatesta). El anarquismo colectivista proponía el comunitarismo del trabajo y de la producción, pero dejaba que cada individuo dispusiera de los resultados del trabajo personal (que cada uno reciba según su trabajo). El anarquismo comunista consideraba que para la realización de la libertad social, el individuo debía sacrificar una parte de su libertad personal, la económica; la libertad individual y la colectiva se alcanzarían con una organización comunitaria de los medios de producción y del trabajo, y con un reparto comunitario de los productos (a cada uno según sus necesidades). En conjunto, los anarquistas se opusieron frontalmente a los socialistas marxistas, a los que consideraban autoritarios. Los anarquistas se dirigían a todos los oprimidos, y no específicamente a la clase obrera y al proletariado industrial, rechazaban la organización y la acción políticas, no consideraban la revolución como el resultado de un proceso organizativo, sino como el producto de una Lucha constante y espontánea, y se oponían a todo tipo de Estado, incluidos la «dictadura del proletariado» y el Estado obrero defendidos por Marx. Desde la década de 1870 surgió una corriente terrorista, partidaria de la «propaganda por la acción», que se mantuvo en grupos minoritarios en las primeras décadas del siglo XX. EL anarquismo, en sus

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