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Contabilidad Financiera

jultico27 de Agosto de 2011

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San Agustín de Hipona

Contexto histórico:

Agustín de Hipona (354 – 430 n. e.) vivió en el periodo de transición que marca el final de la

Edad Antigua y el comienzo del período medieval

Agustín vivió durante el periodo final del Imperio Romano (284 – 476). Se trata de una época

de profunda inestabilidad interna, caracterizada por las continuas luchas por el poder dentro

del ejército, el progresivo debilitamiento de las estructuras político-económicas del mundo, la

irrupción en el imperio de pueblos bárbaros y la extensión progresiva del cristianismo como

religión de la población grecolatina.

Diocleciano (284 – 305) emprendió reformas para adaptar el poder imperial a los nuevos

tiempos y defender sus fronteras. Su sucesor, Constantino (312 – 337), tras siglos de

persecuciones legalizó el cristianismo con el edicto de Milán (313), se convirtió el mismo, y

trasladó la capital a Constantinopla, la antigua Bizancio. Sus sucesores continuaron la política

procristiana, excepto Juliano (360 – 363) que intentó restaurar la religión pagana. Finalmente,

Teodosio convirtió el cristianismo en religión oficial del imperio (391) y comenzó la

persecución del paganismo. A su muerte, dividió el imperio entre sus dos hijos: el Imperio

Romano de Oriente (o Imperio Bizantino) logró mantenerse hasta 1453, mientras que el

Imperio Romano de Occidente de víctima de su propia debilidad interna y de los ataques

bárbaros.

El Imperio Romano era la estructura política que prestaba cobijo a la cultura antigua, y su

descomposición significó la decadencia de la civilización clásica. Durante los últimos siglos del

Imperio, la producción artesanal e industrial retrocede, el comercio queda dificultado por la

inseguridad de las rutas y la agricultura se ve amenazada por los continuos ataques de pueblos

bárbaros. Esto llevó a la población a abandonar la religión tradicional, pagana, debido a un

sentimiento de angustia, y a orientarse hacia nuevos cultos entre los que destacan el

hermetismo o el maniqueísmo. Una de estas religiones, el cristianismo, logró imponerse entre

las bajas clases, y convertirse en religión en religión oficial, debido a su popularidad. Supuso un

cambio de mentalidad y una progresiva desaparición de la esclavitud. Con el tiempo la Iglesia

cristiana llenó parte del vacío de poder dejado por la desaparición del Imperio. También el arte

y la literatura clásicos entran en una fase de decadencia, siendo sustituidos por los nuevos

modelos cristianos. Destacan el poeta Claudiano, el novelista Apuleyo y el historiador

Ammiano Marcelino.

Cuando hablamos del pensamiento de esta época debemos distinguir entre la filosofía pagana

y el nuevo pensamiento cristiano. Hacia la época en que San Agustín vivió todavía sobrevivían

las principales escuelas de la filosofía helenística. El estoicismo, el epicureísmo y el

escepticismo, aunque la principal corriente es el neoplatonismo, que surge como un intento de

rehabilitar las principales tesis de la filosofía platónica, el dualismo ontológico y antropológico,

adaptándolas a las nuevas necesidades espirituales. El principal representante es Plotino (204

– 269), de origen egipcio y establecido en Roma. Otros filósofos neoplatónicos fueron Profirio y

Proclo.

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Fco. Javier García Manzano

Aunque el cristianismo surgió en el mundo judío, pronto comenzó a extenderse entre los

griegos, con lo que se planteó la posibilidad de utilizar las ideas de los filósofos en defensa de

la propia doctrina cristiana. Quienes primero lo hicieron fueron los Padres Apologetas, los

cuales afirmaron el valor de la filosofía pagana como anticipación de algunas ideas cristianas.

Destaca Justino, para quien la revelación cristiana no es sino la culminación de ciertas ideas

que estaban ya en la filosofía griega. A partir del siglo III, entramos en el patrística, cuyo

principal objetivo fue organizar y sistematizar la teología cristiana recurriendo a menudo a

ideas y conceptos de la filosofía pagana, en especial el neoplatonismo. Destacan la Escuela de

Alejandría y la Escuela de Capadocia. En el mundo latino, el principal autor es Agustín y, en el

siguiente siglo, Boecio (470 – 525).

2º Bachillerato

Historia de la filosofía

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Fco. Javier García Manzano

Influencias:

En el pensamiento agustiniano se puede observar una doble influencia. La tradición filosófica

anterior, el neoplatonismo, y la cultura religiosa del cristianismo, especialmente la patrística,

son esas dos grandes influencias.

El neoplatonismo es el resultante de la confluencia de las grandes escuelas de filosofía griega:

el estoicismo, el aristotelismo y el platonismo, con la predominancia de este último. El

representante más destacado fue Plotino, un romano del siglo III.

Plotino identificó tres realidades supremas o hipóstasis. La primera es el Uno, el cual identifica

con la divinidad y al que considera superior al ser y a la inteligencia. Del Uno proceden las

otras dos realidades superiores, el Intelecto supremo y el alma. El Intelecto supremo es para

Plotino como el pensamiento que se piensa a sí mismo, se puede asimilar al acto puro del

pensamiento aristotélico. Éste contempla todas las Ideas con lo que también podemos

considerarlo equivalente al mundo inteligible platónico. Es concebido como el ser por

excelencia. En cambio, el alma se encuentra jerarquizada en tres: el alma suprema, el alma del

mundo y las almas particulares. Al igual que Aristóteles, Plotino atribuía al alma la función de

dar vida a un cuerpo. Las almas particulares de Plotino se encargan de animar la última

emanación de realidad procedente del Uno, que es la materia. El alma, al encarnarse, se hace

culpable de ocuparse en exceso del cuerpo, olvidándose de sí misma, por lo que debe

emprender el camino de vuelta al Uno. Existen varias vías para este regreso, aunque Plotino

destaca el éxtasis, que consiste en la unión mística con la realidad suprema.

Los Padres de la Iglesia emplearon la filosofía neoplatónica como inspiración para construir un

pensamiento acorde con el cristianismo. Para referirse al conjunto de Padres de la Iglesia se

emplea el término patrística.

Para la doctrina católica, Jesucristo es la plenitud de la revelación divina, iniciada en el Antiguo

Testamento y completada en el Nuevo. Pero Jesús no escribió nada, sino que enseñó a los

apóstoles. Para conocer la verdadera doctrina hay que consultar no solo los escritos de los

apóstoles contenidos en el nuevo testamento, sino también la tradición de la Iglesia. Los

primeros Padres de la Iglesia se llaman apologistas. La apologética es la defensa de la fe, en

contra de la filosofía pagana. Los Padres de la Iglesia utilizaron el razonamiento para demostrar

que las verdades de fe no son absurdas, en contra de lo que defendían algunos autores

paganos. Además, los Padres de la Iglesia no se limitaron a defender la fe de los ataques, sino

que trataron de construir una doctrina filosófica acorde con la fe. Esto les llevó a realizar una

síntesis entre la religión cristiana y la filosofía griega. Entre estos primeros filósofos cristianos

la figura más importante es Agustín de Hipona.

2º Bachillerato

Historia de la filosofía

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Fco. Javier García Manzano

Doctrina de la iluminación (relación entre fe y razón):

Una característica común de las sucesivas filosofías propuestas por los Padres de la Iglesia es el

estudio de la relación entre fe y razón. La posición de Agustín de Hipona en este asunto fue la

de considerar que ambas fuentes de conocimiento deben trabajar juntas para conducirnos a la

verdad.

San Agustín se opuso a la actitud fideísta, que oponía la fe a la razón y que proponía la

sustitución de la inteligencia por la creencia. Comprender por medio de la razón es la

recompensa que obtiene quien previamente ha abrazado la fe. Como decía San Agustín,

“Intellige ut credas, crede ut intelligas”1. Su paso por el maniqueísmo y el escepticismo le

hicieron ver las limitaciones de la razón humana, necesitándose, así, la fe para llegar a la

certeza que demanda el corazón humano.

San Agustín parte el hecho de que Dios es la verdad. Este amor y este saber se encuentran

estrechamente relacionados, hasta el punto de entenderlos como diferentes etapas de un solo

camino de sabiduría, salvación y felicidad. Según Agustín, la razón inicia su trabajo ayudando al

ser humano a alcanzar la fe. Una vez alcanzada la fe, esta aporta a la razón la luz necesaria

para comprender los misterios que entraña la realidad en general y la existencia humana en

particular. Iluminada por la fe, la razón alcanza a ver lo que de otro modo le resultaría

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