Cómo liderar presencialmente y en remoto a raíz de la crisis de la Covid-19
Carlos AristizabalEnsayo2 de Febrero de 2022
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Cómo liderar presencialmente y en remoto a raíz de la crisis de la Covid-19
Comunicación, gestión del cambio y transformación de competencias directivas.
Sílvia Cóppulo,
Directora del “Observatorio del Liderazgo en la Empresa”
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Contenidos
- Introducción y Justificación
- Contexto del presente estudio
- El teletrabajo, una solución de urgencia
- Caída de la economía y cierre de empresas
- Estado anímico de las personas
- Las mujeres, líderes
- Habilidades de liderazgo y situaciones de crisis
- Hipótesis de Trabajo
- Objetivos
- Metodología
- Muestra
- Análisis de Resultados
- Perfil de las personas directivas
- El papel del líder.
- Efectos de la pandemia sobre el liderazgo
- El teletrabajo
- La formación
- Situación personal
- Diferencias entre hombres y mujeres
- Conclusiones generales
- Discusión y límites
- Recomendaciones y sugerencias
- Agradecimientos
- Bibliografía y documentación
- Bibliografía referenciada
- Bibliografía consultada
- Documentación referenciada
- Protocolo de entrevista
1.- Introducción y Justificación
Contexto del presente estudio
La alerta sanitaria mundial provocada por la pandemia de la Covid-19 y las consecuencias económicas y sociales que se derivan de una situación que actualmente no tiene una perspectiva nítida de finalización, han sacudido a toda la sociedad. Es, sobre todo, una crisis humana, tal como afirmara el secretario general de la ONU, António Guterres. El mundo, tal como lo habíamos conocido hasta ahora, está cambiando. Las medidas sanitarias adoptadas por los gobiernos para hacer frente a la proliferación de la enfermedad comportan grandes restricciones de las libertades de las personas y de su movilidad, así como el cierre de muchos establecimientos considerados no esenciales para el desarrollo de la vida humana. La situación actual deviene un elemento acelerador de cambios. Cambios en todos los aspectos de la vida cotidiana, desde las relaciones personales, familiares o sociales, al ocio y a las perspectivas laborales y económicas. Se genera un replanteamiento imprescindible en el mundo del trabajo, tanto para el empresariado y las personas que ocupan cargos de responsabilidad en la dirección, así como para el conjunto de trabajadores y trabajadoras.
Sabíamos que el siglo XXI se caracterizaría por vivir grandes transformaciones, a veces caóticas. Pero no previmos, que en el primer cuarto de siglo una pandemia constituyera el detonante. Ahora, la percepción de poder continuar viviendo en un estado del bienestar se tambalea.
En nuestro país, se decretó el estado de alarma en 14 de marzo de 2020. En otoño de este mismo año, rebrotó una segunda ola de la enfermedad. En un nuevo intento por controlar la expansión del virus y que no se viera desbordada la capacidad del sistema sanitario, cuando se empezaba a conocer y a debatir qué vacuna o vacunas podrían estar a punto para administrarse a la población en primavera o verano de 2021, la afectación de la crisis en la economía, el mercado de trabajo y en las relaciones personales dentro de las empresas pasa a ser muy relevante.
El teletrabajo: una solución de urgencia
La Organización Internacional del Trabajo calcula que, para finales de 2020, los trabajadores de todo el mundo podrían perder hasta 3,4 billones de dólares de los Estados Unidos en ingresos. Para afrontar la pérdida de puestos de trabajo e intentar paliar el cierre de empresas a la vez que se intenta frenar y reducir la expansión de la enfermedad, los gobiernos recomiendan siempre que sea posible, que el trabajo se desarrolle en remoto: teletrabajo. Es decir, que “el trabajo (dependiente o autónomo) se lleve a cabo a distancia (del lugar físico que la organización destina habitualmente a sus empleados o del cliente que les contrata), con capacidades de
autoprogramación (de incidencia en el resultado final del trabajo o de influencia en la organización de las tareas profesionales) y mediante el uso de las TIC (el conjunto de tecnologías de tratamiento de la información y la comunicación que añaden valor al trabajo)”, según definición del CTESC (Consell de Treball Econòmic i Social de Catalunya). En el presente estudio utilizaremos como sinónimos teletrabajar y trabajar en remoto.
El gobierno de la Generalitat estima en esas fechas que hay 1,7 millones de personas en Cataluña que llevan a cabo trabajos administrativos o técnicos susceptibles de realizarse en remoto1. Afirma, pues, que más de la mitad (51%) de todos sus trabajadores (incluyendo tanto los que lo hacen por cuenta ajena, como los autónomos) podrían teletrabajar, según afirmaba su secretario general del Departament de Treball, Afers Socials i Família, Josep Ginesta.
El sindicato UGT eleva este porcentaje posible al 57%2. Pero en el conjunto de España, y en Cataluña en particular, hasta ahora se ha teletrabajado muy poco en relación con el resto de los países de la Unión Europea. Según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), durante el año 2019, el 91,3% de la población ocupada asalariada no había teletrabajado nunca. Sólo lo habían hecho ocasionalmente el 4%, y un 4,6% había trabajado en remoto más de la mitad de sus días laborables. Claro que la mayor parte de las personas que trabajan en casa son trabajadores por cuenta propia (autónomos). Estas cifras sitúan a España en la banda baja de la tabla en comparación con el resto de los países de la Unión Europea. Los países nórdicos, y en particular Suecia, se sitúan en el punto más alto de la escala de teletrabajadores en la Unión Europea, con un 34,5% de personas que ya trabajaban en remoto antes de la irrupción de la pandemia.
En Cataluña, aunque en la etapa de confinamiento (primavera de 2020) el porcentaje de personas que teletrabajaron aumentó considerablemente, el gobierno catalán cifra en un 8% la población que trabaja en remoto (otoño de 2020) y aspira a llegar a un 25% para afrontar con eficacia la proliferación de la enfermedad. Cataluña es la segunda comunidad, después de Madrid, en España, donde el teletrabajo tiene más posibilidades de crecimiento. Los estudios de las consultoras de Recursos Humanos coinciden con las estimaciones de los centros oficiales. Randstad, por ejemplo, concuerda en la misma cifra que calcula la Generalitat: una cuarta parte, el 25% de los trabajadores de Catalunya, podrían desarrollar su jornada habitualmente en remoto. En la media española, el porcentaje sería algo inferior, un 22%, lo que representaría hasta cuatro millones de personas. Durante el confinamiento (primavera
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1 Declaraciones del secretario gral. de Treball, Josep Ginesta, a la emisora RAC1 el 13 de octubre de 2020.
2 Propuesta para la regulación del Teletrabajo en la AGE (Administración General del Estado). UGT. Julio, 2020. https://www.ugt.es/sites/default/files/propuesta_ugt_regulacion_teletrabajo_en_la_age_1.pdf
2020) el 42,8% de las empresas españolas implantaron medidas de teletrabajo para continuar con su actividad, según esta empresa de Recursos Humanos3.
Consecuentemente, el gobierno de la Generalitat recomienda que las empresas y las personas autónomas hagan un esfuerzo para implementar tanto como les sea posible el trabajo en remoto. Por su parte, y persiguiendo el mismo objetivo, el gobierno español reguló el marco legal del teletrabajo aprobando la Ley del teletrabajo, que entró en vigor el 13 de octubre de 2020.
Ahora bien, teletrabajar con eficacia requiere no únicamente de la implementación de los recursos tecnológicos que hagan posible la comunicación entre las personas que trabajan conjuntamente, sino que comporta modificaciones en la organización interna de la propia empresa, amén de en las funciones de los empleados, de los horarios laborales y de las competencias que, tanto los trabajadores como quienes los lideran, necesitan para ser eficaces desde la distancia. La realidad nos muestra equipos de trabajo conformados por personas que experimentan una situación nueva (en lo que a modalidad de trabajo se refiere), una fatiga emocional causada por la duración de la crisis y el aislamiento social y una absoluta percepción de incertidumbre ante el futuro.
Ante la situación crítica creada por el coronavirus, muchos trabajadores y la sociedad en general ha tenido que desarrollar sus habilidades digitales para las que en muchos casos no estaban preparados, lo cual ha acelerado la inmersión y la transformación digital. Claro que la brecha digital en España se sitúa entorno del 45,3%, porcentaje de personas que en España afirman tener problemas con la informática, según un análisis efectuado por el sindicato UGT a partir de datos del Instituto Nacional de estadística (INE), el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y el Eurobarómetro de la UE4. Y es que un 70% de la población tiene un nivel básico o inferior de dominio de la tecnología digital. España se empareja con Bulgaria, Rumanía o Italia. En 2019, un 13,6% de los hogares no estaban conectados a Internet, lo que posiciona a nuestro país como el cuarto por la cola de entre los 27 países de la UE (incluyendo el Reino Unido).
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