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Deficit Y Deuda


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2013  •  1.723 Palabras (7 Páginas)  •  833 Visitas

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La deuda pública y el déficit fiscal es uno de los males que arrastran los países del tercer mundo que les impide salir del subdesarrollo.

La deuda pública y al déficit fiscal van de la mano, puesto que la deuda pública surge en el momento en que se presenta déficit fiscal, esto es cuando los gastos del estado superan sus ingresos, algo que siempre sucede.

El estado, o mejor, sus gobernantes, son expertos en gastar el dinero que no es suyo y que no tienen que pagar, razón por la cual, así hayan ingresos suficientes, siempre gastan más de lo que tienen, y claro, para ello tienen que recurrir a la deuda pública.

El déficit fiscal y la deuda pública crean un círculo vicioso del que es casi imposible escapar, porque en el año siguiente hay que dedicar recursos para pagar lo que se prestó en el año anterior, y en consecuencia el déficit se incrementa haciéndose necesario recurrir a más deuda, y cada año el problema se repite y se agrava. Un círculo vicioso y oneroso.

La deuda pública no sería problema si esa deuda se invirtiera de tal forma que fuera recuperable, pero lamentablemente en nuestros corruptos países no es así. Los dineros obtenidos mediante deuda se gastan en burocracia, en mantener en el poder al partido gobernante de turno, etc., y no se invierte en elementos productivos que permita en el futuro obtener ingresos para amortizar la deuda.

La deuda pública es utilizada para lo que una familia utiliza un crédito que realiza en ocasión de los 15 años de su hija consentida, de suerte que en un abrir y cerrar de ojos el dinero ha desparecido sin dejar rastro; sólo queda la obligación de regresarlo, no sin antes pagar cuantiosos intereses.

Cada presupuesto, cada plan de desarrollo del país, sagradamente incluye el famoso déficit fiscal y la deuda pública, situación que no ha mejorado ni en los mejores tiempos de la economía, sino que por el contrario ha empeorado, y seguirá empeorando mientras el estado no sea administrado como una empresa autosostenible, con criterio responsable y con un planeamiento en el largo plazo.

Jaime Vázquez Caro

Especial para UN Periódico

La lucha contra la pobreza seguirá en espera mientras el Gobierno cuadra sus cifras.

Para entender el tema fiscal de hoy es necesario primero hablar de la trampa del déficit y de la deuda, que son de alguna manera lo mismo: el déficit es el valor en que se aumenta la deuda en un período dado. La deuda es la acumulación de déficit. En Colombia, con la decidida colaboración de las agencias internacionales de crédito, y los que decretaron cada vez menos impuestos para unos pocos, hemos llegado al punto en el cual la deuda solo se contrata para pagar deuda anterior. Es decir que los impuestos de hoy se captan para cubrir una situación de "no impuestos" de ayer. Esta deuda contraída hoy de alguna manera maquilla los balances de las entidades crediticias. Grave cosa.

Si se continúa aumentando la deuda anualmente en cinco o seis puntos del PIB, será impagable, si es que ya no lo es, como bien lo anota el gobierno. Cuentan que un ministro de Hacienda brasileño de los años ochenta, al firmar el crédito que hizo pasar la deuda del umbral de 40 mil millones de dólares, dijo: "de aquí en adelante ya no la pagaremos". No sé si esta historia sea cierta, pero una situación así es algo que puede intuirse y estimarse dentro de supuestos muy realistas. Los trabajos sobre sostenibilidad fiscal en Colombia señalan las dificultades que afronta el país para pagar su deuda y lo perverso de un déficit que se crea a sí mismo.

Contratar la deuda fue un error no solo por el volumen, sino por su contenido. El desplazamiento de préstamos de proyectos a préstamos de ajuste estructural y, dentro de los de proyecto, de proyectos con tasas de retorno relativamente ciertas a unos sin un claro retorno económico rompió el "círculo virtuoso" del diseño de los créditos de desarrollo. Los créditos estructurales pasaron a ser una plata fácil, incontrolable en manos de la corrupción nacional. Ni se ha creado empleo suficiente, ni el creado con ayuda de los créditos es sostenible, ni los pobres han disminuido. Al contrario, han aumentado y en qué forma. Al no haber generado un retorno claro, hoy no hay de dónde sacar para pagar los créditos.

La puja subyacente entre los créditos de ajuste estructural y los de proyecto es entre los beneficiarios indirectos de los mismos. Los créditos estructurales son grandes desembolsos por los que se espera un impacto macroeconómico. Se iniciaron en los años ochenta con ajustes sectoriales, y ahora se destinan a "reestructurar o reformar el Estado". Esta plata se parece a (y acompaña) la que coloca el FMI para balanza de pagos. Es plata macro. No tiene destinación específica, ni justificación microeconómica. Tapa un hueco estructural. Sus "beneficiarios" indirectos son los estamentos nacionales que la manejan. Si entra al presupuesto, lo agranda, si se usa para otros fines, agranda la actividad que soporta. A su vez, aumenta el déficit público. Por otra parte, los "beneficiarios" indirectos

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