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El Mundo De La Concha De La Lora


Enviado por   •  30 de Agosto de 2012  •  1.017 Palabras (5 Páginas)  •  454 Visitas

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Cuando llegamos estaba el mundo y éramos ya un pueblo con hambre y con siglos de opresión. Éramos cúmulo de descontento, éramos fraudes electorales sin revolución, éramos Chiapas y 500 años sin nombre levantados en armas, éramos Aguas Blancas y el pueblo en la tierra asesinado, éramos crisis y deudas ajenas, manos sin trabajo, éramos huelga, barricadas aplastadas, Atenco y Oaxaca, mujeres violadas y asesinadas, víctimas de represión. Éramos trabajo de esclavos, familias migrantes, cuerpos en puentes colgados, mártires (presas) del terrorismo de Estado, moneda de cambio en una campaña, asesinato como libre mercado.

No fuimos buscados sino que fuimos la ineludible consecuencia de un pasado y presente plagado de certezas impuestas.

No somos sino que hemos sido. Somos el efecto de la muerte y la indignación.

Asumimos la dignidad del difamado y su lucha como propia. Dijimos que no éramos solo un número y que los números no volveríamos a ser sirvientes callados de estadísticas y encuestas.

Dijimos que #Yosoy132 es ponerse de pie ante la afrenta y negarse rotundamente a agachar la cabeza. Es no aceptar la representación que nos imponen como realidad.

#YoSoy132 es un movimiento estudiantil y social, político, apartidista, pacífico, autónomo, antineoliberal, independiente de los partidos, candidatos y organizaciones que responden a un programa electoral; un movimiento democrático donde la toma de decisiones emana de sus asambleas locales y generales, que ha trascendido la coyuntura electoral y seguirá organizándose y luchando para transformar profundamente a México, como contrapeso a cualquier decisión y política que vulnere los derechos e intereses de nuestro pueblo.

Emprendimos el camino y chocamos con monumentos que para nosotros son murallas o fronteras, nos encontramos con la muralla de un sistema económico que se presenta como inevitable, como un absoluto impuesto a nuestras vidas. Sus ladrillos son la pobreza de más de la mitad de los mexicanos y la obscena riqueza de unos pocos, donde los diez más ricos del país concentran el equivalente al ingreso de los 40 millones más pobres; un campo abandonado que sólo produce miseria y migrantes; la ausencia de oportunidades que empuja a los desposeídos al crimen organizado; la venta de lo colectivo para beneficio de unos cuantos; la concesión de megaproyectos por encima de los derechos ambientales y comunales. Sobre esta muralla los grandes poderes colocan, con descaro, para cautivar nuestras aspiraciones, su opulencia, la promesa del progreso, el sueño de algo propio que siempre permanece ajeno.

La muralla de la desinformación, donde una minoría controla la opinión pública y la verdad es reducida a un artículo más de consumo, concentrado en encuestas y spots publicitarios, en personajes vacíos de telenovela, en una caricatura triste y cínica de la realidad. Es en esta muralla donde levantan nuestra posibilidad de elegir, como si en verdad hubiese elección alguna y no todo estuviera decidido de antemano por el mejor inversionista.

La muralla que protege a empresas que envenenan

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