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El significado de los evangelios

piolapiolaTesis3 de Marzo de 2015

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Dios se propone que todo aquello que está en Cristo llegue a estar plenamente encarnado en la Iglesia.

Vino para servir

Rodrigo Abarca

Síntesis de un mensaje oral compartido en el Retiro de Rucacura 2004, Chile.

«Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45).

El significado de los evangelios

En este versículo se resume lo que el Espíritu Santo nos ha querido decir acerca de Jesucristo en el evangelio de Marcos. Cada evangelio enfatiza algún aspecto principal del Señor, su vida y su ministerio. Y éste es el énfasis particular del evangelio de Marcos, descrito aquí de manera magistral y sintética.

Hermanos amados, quisiera compartir acerca del propósito que Dios tiene para su iglesia en el tiempo presente. Como todos sabemos, Dios tiene un propósito eterno para la iglesia, y ese propósito eterno está centrado en su Hijo Jesucristo, y en la iglesia como el cuerpo de Cristo. Pero, cuando digo «el tiempo presente», me refiero al tiempo transcurrido desde el momento en que el Señor se fue hasta el momento en que él regrese otra vez por su iglesia. La presente dispensación, como le llama el apóstol Pablo.

Los evangelios fueron escritos más o menos entre el año 55 y el año 63, cuando Pedro había dejado ya Jerusalén, y Juan Marcos estaba con él. Eso nos da mucho tiempo desde la época de la fundación de la iglesia en el año 33 en Jerusalén. Tenemos 30 años, por lo menos, de historia de la iglesia. 30 años de gloria, expansión y crecimiento. Cuando los evangelios se escribieron, Pablo había escrito la mayoría de sus cartas a las iglesias. Uno debiera preguntarse por qué el Espíritu Santo tardó tanto tiempo en inspirar a los hombres a escribir los evangelios. Cuando abrimos nuestra Biblia en el Nuevo Testamento, lo primero que encontramos son los evangelios. Pero en la historia de la iglesia, lo primero fueron las cartas de Pablo.

En los evangelios nosotros encontramos a Jesucristo. Pero el contexto para el cual fueron escritos es la iglesia, y la iglesia que ya ha recibido una revelación del propósito eterno de Dios.

Luego, hermanos, encontramos que Dios se propone que todo aquello que está en Cristo llegue a estar plenamente encarnado en la iglesia; que todo aquello que pertenece al Señor Jesucristo pertenezca también a la iglesia. Y éste es el tiempo que vivimos, cuando la iglesia está siendo preparada. Y su preparación no es otra cosa que el ir apropiándose progresivamente de toda la plenitud que está en Cristo.

Pablo ya había escrito de esto cuando Marcos escribió su evangelio. Entonces, cuando leemos este evangelio, debemos entender que aquí no tenemos sólo la vida de Jesús en términos históricos. Lo que leemos aquí acerca de Jesucristo es lo que Dios quiere para su iglesia. Que todo en ella sea conformado a Cristo.

Madurando para servir

Hoy quisiera compartir con ustedes un aspecto de Cristo que la iglesia está llamada a encarnar y manifestar. Es un aspecto que tiene que ver con la madurez y con la fructificación. El propósito de Dios es que podamos madurar y fructificar, y esto se expresa en el servicio. El servicio es el fruto de la madurez. Como dice el evangelio de Marcos: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir».

Cuando eres un recién nacido y durante todo el tiempo de tu infancia, eres mayormente una persona que está siendo servida. La característica de los niños pequeños es que son servidos. Necesitan absolutamente la ayuda de sus padres. Y mientras crecen son todavía tremendamente necesitados.

Así es también en la vida espiritual de los hijos de Dios. Cuando nacemos como hijos de Dios, también somos bebés espirituales y necesitamos ser servidos. Pero el propósito de Dios es que sus hijos crezcan. Si un niño no crece, algo anormal está pasando. ¿Y qué caracteriza el crecimiento? El que dejamos de ser servidos y comenzamos a servir. El servicio es una señal de madurez en la casa de Dios.

Por supuesto, hermanos, no estoy diciendo con esto que no podemos servir aun desde el principio. Porque aun a los niños pequeños se les da tareas y se les enseña a servir. Pero la voluntad de Dios es que nosotros lleguemos a ser semejantes a su Hijo.

Al abrir el evangelio de Marcos, ustedes van a encontrar que, a diferencia de los otros evangelios, éste comienza con el ministerio del Señor. Juan empieza en la eternidad, antes de que el mundo existiera. Lucas empieza con el ordenamiento de las circunstancias en el momento en que Jesús nació, y Mateo comienza con la genealogía del Señor.

Pero uno abre el evangelio de Marcos e inmediatamente se encuentra con Jesús sirviendo. Aquí Jesús ya alcanzó la madurez. Durante treinta años, el Señor creció. Durante treinta años, estuvo escuchando la voz del Padre, teniendo comunión con él, en intimidad con el Padre. Él se fue llenando de la voluntad del Padre, del pensamiento y del corazón del Padre. Él creció y maduró.

El propósito del servicio

Pero cuando llegó el tiempo, se nos dice: «Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia» (Mar. 1:9-11). Aquí tenemos el momento en que el Padre reconoce a su Hijo, y Jesús entra en la edad madura, es decir, en la edad del servicio.

«El Hijo del Hombre no vino para ser servido». Recuerden esto. En Hebreos 10 vemos la profecía acerca de Cristo. Y en esta profecía, encontramos que el Espíritu de Cristo anuncia el propósito de su venida al mundo. Marcos dice que vino para servir, no para ser servido: «Por lo cual entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo» (Hebreos 10:5). ¿Quién entraba en el mundo? Jesucristo. Y, ¿para qué vino? Dice: «Mas me preparaste cuerpo». Dios preparó un cuerpo para que su Hijo pudiera entrar en el mundo. Pero, ¿para qué era ese cuerpo? El versículo 7 nos dice: «Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad». El cuerpo que el Padre preparó para su Hijo era para que él pudiera hacer la voluntad del Padre. ¿Cuál era la voluntad del Padre para su Hijo? Volvamos a Marcos 1:14-15. «Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios». aquívemos cómo el Señor hizo la voluntad del Padre; cómo usó su cuerpo para hacer esa voluntad. «Vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio».

«El tiempo se ha cumplido». ¿Qué tiempo? El tiempo anunciado, el tiempo prometido en la ley, el tiempo de la gracia, el tiempo de la vida, el tiempo de la restauración de todas las cosas, el tiempo de la salvación y de la revelación del propósito eterno de Dios, cuando los cielos se abrirían sobre la tierra. Pues, hasta ese día, el cielo estuvo cerrado sobre la tierra.

Desde el día en que el hombre cayó en el huerto, el cielo era de bronce sobre la humanidad. El hombre podía clamar, podía inventarse religiones, pero los cielos estaban cerrados para él. El hombre moría en su pecado, dominado por los poderes de la oscuridad; pues el cielo estaba cerrado. Los hombres iban a la muerte, pero el cielo no hablaba, el cielo nada decía. Dios callaba.

Pero, de pronto, llega Jesucristo. Y anuncia: «Ahora el cielo ya no está cerrado. El tiempo se ha cumplido. Los cielos se han abierto, y el reino de los cielos ha descendido a la tierra». Es el cielo el que ha bajado a la tierra. Toda la autoridad del cielo, todo el poder, toda la gloria del cielo, ahora está en la tierra. Nunca antes en la historia de la humanidad había ocurrido que el cielo se abriera sobre la tierra. Pero ahora el cielo estaba abierto, y el trono de Dios y la autoridad de Dios habían descendido a la tierra.

Y, ¿para qué ha descendido? Para deshacer todo lo que el diablo, el pecado y la muerte han hecho al hombre desde el principio. Cristo descendió para deshacer todo lo que la muerte, la caída, el pecado le hizo al hombre. Cuando se lee esta palabra en el griego, dice: «El reino de los cielos está a las puertas». en el tiempo antiguo, cuando un ejército poderoso venía a tomar una ciudad, acampaba ante las puertas de ella, enviaban una embajada al rey de la ciudad, y le decían: «Allá afuera, a la puerta de la ciudad, hay un tremendo ejército, y anuncian que mejor te conviene rendirte, porque si no, van a tomar la ciudad, y no va a quedar nadie con vida».

Y ahora el Señor dice: «aquí, a las puertas, a la vuelta de la esquina...», y esto es para Satanás: «¡Escucha, aquí, a la vuelta de la esquina, está todo el ejército del cielo esperando para venir, para invadir y quitarte de tu lugar!». El reino de los cielos se ha acercado, y eso significa que todo el poder de los cielos está ahora actuando sobre la tierra. ¿Dónde? Encarnado en Jesucristo, el Hijo de Dios. Los ángeles de Dios, todo el poder del cielo, toda la autoridad, toda la voluntad del Padre, todo está reunido, concentrado, y llegando a través de él a la tierra.

Servir es impartir vida

Y eso significa vida. Si hay una palabra que puede resumir todo lo que hemos dicho, es la palabra Vida. Vida que entra en el dominio de la muerte y comienza a deshacer todo lo que la muerte ha hecho. Es la vida que vino de arriba, del cielo. «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10). ¡Oh, no un poco; el

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