El Evangelio De Judas
naomy2713 de Agosto de 2012
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Estando Jesús reunido con sus Discípulos, le preguntó Santiago: "Maestro, ¿qué debemos hacer para comprender mejor su Mensaje?".
El Maestro dijo: "Alrededor del Sol, hay muchos Planetas y cada uno de ellos ocupa su lugar y su distancia entre ellos y el Sol y entre los demás Planetas; así vosotros deberéis ocupar vuestro lugar y distancia alrede¬dor del Sol, procurando no estar ni demasiado cerca, ni demasiado lejos. Y entre Ustedes, mis discípulos, esto debe ser en equilibrio, permitiendo así, como los Planetas, que cada uno reciba únicamente la Luz que necesite para su propia sobre vivencia; habiendo concordancia en la Luz que viene del Sol y la Luz que viene del Padre".
En este momento interrumpe Judas y le dice: "Maestro, sabemos que Usted es el Enviado del Padre, pero a nosotros ¿Quién nos ha envia¬do?".
Contesta el Maestro: "Mi Padre me ha enviado a Mí para enseñar a vosotros; mi Padre los ha enviado para que me escuchen".
"La Parábola de quien da y de quien recibe, es semejante a una semilla que cae en la tierra, nace, crece y fructifica y su fruto le es dado a quien sembró la semilla; así como Yo hago la Voluntad de mi Padre, vosotros también deberéis hacer la Voluntad de mi Padre, porque con vosotros somos UNO".
Dice Judas: "Entendido, Maestro, pero,... si yo hago lo que Usted me enseña, ¿ya lo es todo?".
Responde el Maestro: "Lo que Yo te enseño es para que tú lo vivas y así puedas llegar como Yo he llegado, a hacer la Voluntad de mi Padre".
Judas, mostrando un poco de impaciencia, vuelve y replica: "Yo estoy haciendo lo que Usted me enseña, ¿indica esto que ya soy UNO con Usted?".
Contesta el Maestro: "Nosotros somos UNO, como mi Padre es UNO conmigo, pero tú no puedes todavía hacer lo que Yo hago,.. Porque el Sol alumbra a todos sus Planetas, pero los Planetas, ni aún todos reunidos, podrían dar ni una décima parte de Luz hacia el Sol; por eso es necesario que vosotros os convirtáis en vuestro propio Sol, en vuestra propia Luz, y así alumbrándose y alumbrando a otros, le corresponderíamos con nuestra Obra a mi Padre que me ha enviado".
"Porque, sepan Ustedes, que las tinieblas no son más que partes que no están integradas ni con la Voluntad, ni con la Luz de quien me envió. Las tinieblas están en quien tiene parte con ellas, por eso hay que dar a la tierra lo que es de la tierra; a las aguas lo que es de las aguas; al aire lo que es del aire; al fuego lo que es del fuego y a la Luz lo que es de la Luz".
"Así, vosotros comprenderéis que ni siquiera estas carnes que tenemos, estos huesos que tenemos, esta sangre que tenemos, esta mente que tenemos, nos pertenece; sólo nos pertenece, por herencia de mi Padre, la Luz que os doy con mi Palabra. Por eso he dicho «Que la tierra y los cielos pasarán, más mi Palabra no pasará»".
"Porque la Palabra me la ha dado mi Padre para que ELLA lleve la Luz que a vosotros os falta y puedan ser UNO conmigo, y YO seré UNO con mi Padre".
Continuando, el Maestro dice a sus Discí¬pu¬los: "¿Qué creen Ustedes que debemos hacer para que el mundo nos comprenda?".
Cada uno de ellos emitió su criterio.
Judas replicó: "Yo creo que el mundo poco a poco entenderá cuál es nuestro propósito".
El Maestro, dijo: "Judas, tú lo has dicho, pero dime ¿cuál es nuestro propósito?".
Judas guardó silencio. El Maestro volvió a interrogar: "Judas Iscariote, ¿cuál es nuestro propósito?".
Judas, levantando la mirada, le dijo: "Señor,... pienso que nuestro propósito es enseñar a la gente a hacer la Voluntad de quien le envió".
El Maestro, mirando las estancias que habían a su alrededor, dijo: "Un rebaño de ovejas no obedecen a su dueño porque sean de él, porque él las ha pagado con sus denarios; obede¬cen a su pastor porque él se hace amigo de ellas, cuida de ellas, les da alimento y las defiende del lobo".
"Así vosotros deberéis tener vuestro rebaño, cuidar de él, defenderlo de los lobos, más comprendedme, Judas, ese rebaño no os pertenece, no lo habéis comprado, porque él pertenece a quien me envió".
"A ese rebaño debéis alimentarlo. El día que os propongáis dar alimento a vuestras ovejas, no llevéis en vuestra mano el látigo, llevad alimento, así este rebaño entenderá que os preocupáis de alimentarlo; mas cuando sepáis que cerca de vuestro rebaño anda el lobo, salid y llevad en vuestra mano el látigo para espantarlo de las ovejas; y llevad espada para que os defendáis, si fuese atacado".
Replica Judas, y dice: "He comprendido, ... pero todo el mundo no está en este rebaño".
Contesta el Maestro, y dice: "En una selva nacen muchos árboles de la misma especie, unos crecen demasiado y sobresalen de los otros; otros escasamente nacen, pero entre todos componen una selva".
"Así vosotros deberéis comprender que hay que crecer sobre los demás en Espíritu sin que con esto estemos separando los de menor crecimiento; sólo hace la Voluntad de mi Padre el que ha crecido y no se deja dar sombra de los demás".
Dice Judas: "Entendido, pero, ¿cómo sé si he crecido lo necesario para ya hacer la Voluntad de mi Padre?".
Replica el Maestro: "La Luz se identifica por borrar las sombras. Las sombras se identifican opacando la Luz".
"Así vosotros comprenderéis que la Verdad es mi Padre. Cuando la hayáis encontrado, Ella no os dejará sombras ni en vuestras mentes, ni en vuestros corazones, por lo tanto, comprenderéis que YO SOY LA LUZ".
"El que esté conmigo y me tenga a Mí, no andará a oscuras y así habrá comprendido que, en la selva, es el árbol que no recibe sombra de los demás".
"Recuerden que el viento sopla y mueve las ramas y las hojas del árbol y sólo desprende las que estén maduras o secas; así ese árbol queda despejado".
"Así vosotros comprenderéis que el viento debe llevarse de Ustedes todo lo inútil, lo que no sirve, para que seáis purificados de todas las inmundicias que recogéis de la tierra".
Estando el Maestro con sus Discípulos parados frente al lago NAGAFEC, dijo: "Los peces nadan con suma perfección, pero no pueden volar, ni tampoco caminar".
Se acerca Judas y le dice: "¿Qué quieres decir con esto?".
El Maestro contesta: "Hijos míos, el hombre es el Rey, por lo tanto, debéis aprender a cami¬nar".
Judas le dice: "Pero nosotros sabemos caminar".
Contesta el Maestro: "Vosotros camináis porque Yo os he enseñado, porque YO SOY EL CAMINO, nadie llega al Padre sino por Mí".
"También vosotros deberéis aprender a nadar como los peces".
Judas dice: "Es muy difícil hacerlo".
El Maestro vuelve y observa el lago y dice: "El lago está tranquilo, sólo lo salpica el viento cuando sopla; la vida es un lago que debe perma¬necer tranquilo; si lo salpica el viento peligra el nadador. Por eso es que tú ves muy difícil nadar como los peces; aunque el lago se salpique por el viento, el pez, en su interior, está tranquilo".
En ese momento el Maestro miraba a los aires y veía a las aves volar y dijo: "¡Conque per¬fección vuelan las aves!, así vosotros también deberéis aprender a volar como ellas".
Judas lo interpela y dice: "Usted nos está hablando de cosas que para nosotros son demasiado difíciles".
El Maestro le dice: "Judas, tú aprenderás estas cosas para que cuando Yo vaya a mi Padre tú las hayas hecho y las enseñes a quienes crean en Mí".
"Te digo que el hombre debe volar como las aves, porque el hombre es Espíritu y el reino del Espíritu no está en la tierra".
"Todo lo que os digo hoy, Ustedes no me entienden, porque vosotros habéis creído en Mí y estas cosas las hago Yo por Ustedes, pero cuando Yo vaya a mi Padre, mi Padre iluminará vuestro enten¬dimiento para que vosotros hagáis por la Humanidad lo que Yo he hecho por vosotros, y así se cumplirán las Escrituras y la Palabra
de «Quien esté conmigo y escuche mi Palabra, también estará con EL que me envió y recibirá su Luz»".
"Por lo tanto, os digo a vosotros, mis her¬manos, que la muerte cuando llega desprende el Alma de la materia y así el Alma no piensa más en la materia, porque para ella ya no existe; piensa en EL que la envió, espera en EL, confía en EL.
"Por lo tanto, vosotros que habéis creído en Mí y escucháis mi Palabra, debéis despojaros de lo que no os corres¬ponde para que en Espíritu os elevéis al seno de mi Padre".
Replica Judas: "De lo que tenemos aquí, ¿qué no nos corresponde?".
Contesta el Maestro: "Ya os he dicho que ni vuestros hue¬sos, ni vuestras carnes, ni vuestros padres, ni vuestros hijos, ni lo que habéis aprendi¬do de vuestros antepasados os sirve, ni os corres¬ponde".
"Sólo la Palabra que ha abierto las puertas de vuestro Espíritu y os ha llevado a beber de la fuente de la Sabiduría, será la que os conduzca por lo desco¬nocido; lo que no conoce vues¬tra mente, ni vuestro yo, porque ellos no podrán llegar donde Ustedes, como Espíritu, han de llegar".
Estando el Maestro con sus Discípulos en casa de Marta, les dice: "Os voy a enseñar a vivir como el aire, como la tierra,
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