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Ensayo Freakonomics


Enviado por   •  13 de Mayo de 2013  •  1.695 Palabras (7 Páginas)  •  740 Visitas

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Ensayo Freakonomics

La superficie de la vida moderna; para observar lo que sucede debajo.

Es sencillamente, un detective intelectual que utiliza la economía para tratar de entender como la gente obtiene lo que quiere, por eso, en lugar de preocuparse por los mismos temas de economía, Levitt intenta comprender por qué los traficantes de crack siguen viviendo con sus madres, o por qué bajo la criminalidad en los años noventa, y se esfuerza por aclarar qué es más peligroso; si una piscina o una pistola, o qué tienen en común un maestro de escuela y un luchador de sumo. Preguntas, todas estas, que la economía le permite responder, pues como él bien sabe, dicha ciencia no es otra cosa que un conjunto de herramientas extraordinariamente poderosas, capaces de evaluar de forma correcta una gran cantidad de información, a diferencia de la moral, que representa el mundo ideal y la forma como la gente quisiera que fueran las cosas. La economía le permite a Levitt hacer mediciones para observar cómo funcionan las cosas en el mundo real. Por eso, sus hallazgos despiertan resquemores; sus explicaciones no siempre convienen; sus conclusiones son a veces crudas, incómodas e impopulares.

Este economista de lo raro no se mueve en el plano moral: simplemente observa con detenimiento, analiza con sagacidad y responde con inteligencia.

Los economistas aseguran que, con el plan de incentivos adecuado, no hay problema en el mundo que no puedan resolver. Saben muy bien que desde el comienzo de la vida, todo ser humano comienza a regirse por ellos y sostienen que cuando se usan los estímulos acertados, siempre podrán obligar a los otros a hacer más de lo que se considera bueno y menos de lo que se considera malo. No hay una regla general que diga cuál es el mejor incentivo para lograr una conducta; en algunos casos el premio o la sanción económica tienen un efecto sorprendente, mientras que en otras ocasiones los incentivos morales o sociales logran lo que ninguna cifra alcanzaría. Así, por ejemplo, en la lucha contra la prostitución en Estados Unidos se han creado páginas web en las que se cuelgan fotos de prostitutas con sus clientes: se ha comprobado que es mucho más disuasivo el riesgo de ser encontrado por la familia o los compañeros de trabajo en una página como fulanasyfulanos.com que la eventualidad de pagar una multa de quinientos dólares por solicitar los servicios de una prostituta. Aún más, en ciertas ocasiones los incentivos económicos pueden resultar contraproducentes y anular el efecto de los incentivos morales. Algunas guarderías de Israel decidieron multar con tres dólares a los padres que llegaran tarde a recoger a sus hijos y, en lugar de reducir el número de retrasos, lo incrementaron. Resulta sencillo: habían sustituido la sanción moral, que refrenaba a los padres y los avergonzaba por llegar tarde, por una sanción económica, fácil de pagar. Con unos pocos dólares, los padres compraban su culpa y, de paso, ganaban unos valiosos minutos. Algo parecido sucedió en un estudio de los años setenta, cuando se ofreció un pequeño estipendio económico a las personas que donaban sangre. El resultado fue que los donantes se redujeron, pues el orgullo que sentían antes por ejercer una acción solidaria se desdibujaba ante la idea de que harían un negocio.

Quien hace la ley, hace la trampa, reza el dicho popular. Y así es: por cada persona que invierta horas de ingenio en diseñar un esquema de incentivos, habrá siempre un ejército de gente que invertirá aún más tiempo en tratar de burlarlos (piense por un instante las posibles consecuencias que hubiera tenido el estudio de los donantes de sangre en caso de que se hubiesen ofrecido 500 o 5.000 dólares por cada medio litro). La trampa y el engaño son actos económicos primitivos, pues consisten, simplemente, en obtener más a cambio de menos. Por eso no son un patrimonio exclusivo de falsificadores, usurpadores y delincuentes.

También están presentes en los maestros de escuela, en los luchadores de sumo y en cualquier persona. La red de escuelas públicas de Chicago administra la educación de 400.000 estudiantes al año. En 1996, la red adoptó unas pruebas de alto nivel para evaluar a todos los alumnos e instauró un sistema de sanciones y recompensas para las escuelas y los maestros, en función de las puntuaciones obtenidas por sus estudiantes. Se buscaba incentivar el esfuerzo de los profesores y mejorar, en consecuencia, la calidad de la educación, ¿Qué ocurrió?, Sí los alumnos siempre han tenido buenas razones para hacer trampa en sus exámenes, esta vez los profesores no sólo tenían mejores razones que ellos, sino un incentivo adicional, el engaño llevado a cabo por un profesor rara vez se investiga, es difícil de detectar y casi nunca se castiga, ¿Cómo hacer la trampa?, Las posibilidades iban desde el descaro de un profesor dictándoles las respuestas a sus estudiantes hasta formas más perspicaces y sofisticadas: enseñarles a los chicos lo que se pregunta en este tipo de exámenes; darles más tiempo para hacerlo; sugerirles que por ser exámenes de opción múltiple sin penalización

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