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Ensayo Fundamentos economicos


Enviado por   •  31 de Octubre de 2021  •  Ensayos  •  2.123 Palabras (9 Páginas)  •  111 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela

Universidad Bicentenaria de Aragua

San Joaquín - Turmero

Tendencias recientes en el uso de los recursos (Siglo XXI). El debate de la desmaterialización y sus pautas regionales

Introducción:

     Parece haber evidencia de un proceso de desmaterialización débil generalizado a escala global a lo largo de todo el siglo XX.  Aun de cuentas la economía mundial se ha multiplicado por 25,7 entre 1900 y 2009 mientras que el consumo de recursos lo ha hecho por 9,6 (Krausmann et al. 2009). Sin embargo, sigue habiendo un proceso global de aumento en el consumo de recursos, cuya tasa anual de crecimiento sigue aumentando en las últimas décadas del siglo XXI. Dicho de otra forma, la economía mundial en el siglo XX ha presenciado un proceso de desmaterialización débil o relativa pero ha mantenido un proceso de rematerialización fuerte o absoluta. Esto es, el crecimiento del PIB ha sido superior al consumo de recursos pero el consumo de recursos ha seguido creciendo en términos absolutos.

     Que las bases de datos sobre consumo de recursos se hayan publicado muy recientemente hace que aún estemos en una fase preliminar del análisis de los resultados. Ello afecta al debate de la desmaterialización. Aunque se han publicado varios trabajos, todos ellos son muy recientes. ¿Qué han evidenciado? En relación al consumo de recursos stricto sensu –que nos ayuda a conocer mejor las pautas de desmaterialización fuerte-, más allá del crecimiento mostrado, sabemos que han existido tendencias territoriales dispares, con respecto a este tema.

     No existe ninguna evidencia de que la desmaterialización fuerte o absoluta sea una realidad a escala global. Todo lo contrario. Aunque el consumo de materiales haya decrecido en términos relativos, en términos absolutos sigue creciendo. Es más, la industrialización revelan tasas de crecimiento anual en el consumo de recursos muy superiores. Este hecho subraya que la tendencia de rematerialización fuerte seguirá teniendo lugar en los próximos años.

     En relación a la desmaterialización débil, decíamos, existe un consenso generalizado a la hora de señalar una caída en la intensidad energética y material de la economía mundial (Fischer-Kowalski y Swilling 2011; Goldemberg y Siqueira 2011; Wiedenfoher et al. 2013; Voigt et al. 2014). Sobre los ritmos de tal proceso se apunta una tendencia global relativamente lineal en términos de intensidad material, sin embargo, en términos de energía, entre el inicio de la Primera Guerra Mundial y el final de la Segunda se observa un aumento de la intensidad energética, que luego siguió una trayectoria decreciente. En este caso, también se percibe un descenso más prematuro de la industrialización que han sido seguidos por la mayoría de países en la segunda mitad del siglo XX para acelerar el proceso de desmaterialización débil. Sin embargo, estos argumentos, merecen ser asumidos con cautela, aunque la mayor parte de organismos internacionales los asumen acríticamente. Por un lado, en términos energéticos, si se normalizan en consumo por habitante, no se observa un proceso de caída continuada sino más bien de estabilidad antes de la Segunda Guerra Mundial, aumento tras esta y hasta la crisis del petróleo, y nueva estabilización desde entonces, pero nunca un decrecimiento continuado (Bithas y Kalimeris 2013). Por otro lado, a nivel regional, aunque el fenómeno es más persistente en países ricos, insistimos en el punto antedicho, tales estimaciones no consideran la energía total incorporada de los bienes consumidos en otros países. Finalmente, según se deriva de los datos de Krausmann et al. (2009), si del consumo de recursos mundial no tomamos en cuenta la biomasa, esto es, solo contabilizamos los minerales y los combustibles fósiles, y los relacionamos con la evolución del PIB mundial, se observa una pauta de crecimiento análoga en ambas variables. Dicho de otra forma, la economía mundial es claramente dependiente del consumo de materiales inorgánicos: no hay desmaterialización débil en la relación del consumo de abióticos y del PIB.

     Las primeras evidencias sugerían que en efecto los países más desarrollados sostenían un nivel de consumo muy superior a los recursos que generaban. Estos datos se evidenciaron para algunas muestras de países tanto del sur como del norte global. Se ha apuntado que tradicionalmente este intercambio desigual era menor en la época preindustrial ya que los limitantes al comercio global permitían la proliferación de un comercio internacional únicamente para, productos de poco peso pero alto valor. El desarrollo del transporte global y las políticas coloniales hicieron cada vez más dependientes a los países industrializados de los recursos de la periferia hasta el punto que sus economías empezaron a depender crecientemente de insumos externos.59 El sistema de precios no explica la base material de estos intercambios sino que en ocasiones evidencia pautas contrarias: aquellos países con alto valor en sus exportaciones movilizan pocos recursos al exterior y viceversa. Un proceso iniciado en época colonial y bien estudiada.

     En la actualidad este patrón parece haberse corroborado en varios trabajos que han estudiado las BCF(Balance Comercial Fisico) de varios grupos de países del sur global en relación con los del norte. Un reciente trabajo ha analizado las BCF de la mayoría de países del mundo entre 1962 y 2005. Las conclusiones validan los trabajos realizados hasta la fecha en el sentido de que parece que las zonas más industrializadas ya en los años 60 tenían BCF(Balance Comercial Fisico) positivos mientras que las zonas en vías de desarrollo eran negativos en el conjunto mundial. Esta pauta se ha agudizado a hasta 2005.6 Dicho de otra forma, se confirma que el flujo de recursos sigue circulando del sur al norte. Aun así, estas afirmaciones generales deben tomarse con cautela. Con los datos de SERI (2008) sabemos que hay 50 países con BCF negativas, esto es, son exportadores netos de recursos. Su renta media per cápita desde 8300 dólares/año. Existen 90 países con BCF positivas, esto es, importadores netos. Su renta media per cápita es de 8355 dólares/año. Esto se debe a que entre los exportadores netos hay países muy desarrollados como Canadá, Australia o Noruega. Dicho de otra forma, hay importantes excepciones a la norma antedicha. Esto no implica la inexistencia del “intercambio ecológico desigual” sino que su norma revela importantes excepciones. En la Figura se relacionan los países con mayor dependencia de recursos externos (BCF positiva) y los mayores exportadores (BCF negativa) con su nivel de renta. Entre los primeros hay una clara pauta de países industrializados que requieren insumos externos. En los segundos ocurre lo contrario aunque evidenciamos excepciones importantes de países con una gran dotación de recursos y que los están exportando al resto del mundo y, sin embargo, cuentan con una renta per capita muy alta. Este hecho nos avisa de dos importantes implicaciones. En primer lugar, no cabe establecer generalizaciones. Las teorías del “intercambio ecológico desigual” se cumplen con ciertos indicadores ambientales, con algunos territorios o períodos históricos, pero no son una norma inapelable (Moran et al., 2013).Además, en este caso, la metodología, y su indicador de las BCF, cuentan con importantes limitaciones: no podemos saber el impacto ambiental de todos los productos importados de cada país. Esto requeriría análisis por tipo de producto y país de origen, no es igual importar una tonelada de productos bajo manejo orgánico que diamantes de sangre. En segundo lugar, no hacer generalizaciones sobre el “intercambio ecológico desigual” no implica negar la evidencia histórica colonial mediante la cual las metrópolis europeas necesitaron de los recursos de la periferia para impulsar su crecimiento. De otra forma, sus densamente poblados territorios y bajas dotaciones de recursos no podrían haber generado excedentes para fenómenos como la Revolución Industrial. Contamos con evidencias para el caso británico que apuntan en esta dirección65 aunque no con suficiente información como para establecer patrones generalizables a otros casos. He aquí una interesante línea de investigación por abrir y que nos puede ayudar a comprender el impacto del colonialismo y neocolonialismo en las dualidades norte-sur en materia de recursos

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