Impuesto Combustibles

Impuesto a los combustibles

El tributo es razonablemente eficiente y justo, su nivel es cercano al óptimo, la evasión es mínima y la recaudación considerable.

por Rolf Lüders - 30/09/2011 - 04:00

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EN LAS últimas semanas, el precio de las gasolinas ha fluctuado significativamente con tendencia al alza. Esto ha vuelto a aumentar las presiones de los sectores políticos, incluyendo algunos oficialistas, para bajar el impuesto específico a los combustibles, que representa, aproximadamente, un 30% de dicho precio. Los resultados de una encuesta de opinión ciudadana difundida por la Fundación Jaime Guzmán explican tal posición, dado que más de un 78% de los encuestados son partidarios de bajar el impuesto y casi un 10% de eliminarlo.

Es natural desear pagar menos impuestos. En efecto, de acuerdo con la mencionada encuesta, los ciudadanos favorecen la rebaja o eliminación de todo tipo de tributos, pero ¿es lo que corresponde hacer en este caso? En primer lugar, el impuesto específico a los combustibles es uno de los impuestos de menor costo de recaudación. Además, se recaudan alrededor de dos mil millones de dólares anuales, lo que no es trivial. En segundo lugar, el impuesto es eficiente al internalizar las externalidades ambientales y de congestión, entre otras, que produce su consumo. Es de los pocos impuestos que mejoran la asignación de recursos. Así contribuye a reducir el costo social neto de la tributación. Su nivel base en Chile -de acuerdo con el estudio de Parry y Strand (mayo de 2011, Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional)- es aún levemente inferior al óptimo.

Y en tercer lugar, el impuesto específico es justo, en el sentido que incide relativamente más en las personas de ingresos elevados que en las de ingresos bajos. En el caso de las gasolinas tiende -de acuerdo con el trabajo de Agostini y Perry (octubre 2009, Ilades)- a ser "leve o moderadamente progresivo". Pero esta progresividad se refuerza si consideramos que el diésel, afecto a una tasa de sólo un 25% de aquella de las gasolinas, se usa intensamente en el transporte colectivo.

La ciudadanía también objeta las fuertes fluctuaciones del precio de las gasolinas. Estas se producen a pesar del Sistema de Protección ante Variaciones de Precios de los Combustibles (Sipco), orientado a suavizar mediante alzas y bajas contracíclicas en el nivel del impuesto específico, las fluctuaciones de precio en dólares, de las gasolinas y del petróleo. Lo que sucede es que el precio a nivel del consumidor de los combustibles está determinado naturalmente, además, por el tipo de cambio, y no existe en este caso mecanismo para suavizar las variaciones correspondientes. Resolver este problema es una tarea pendiente, en la que entiendo se está trabajando.

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