Lectura 2. Empresa personal

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Ética

Lectura 2. Empresa personal

Profesora:

M.A. Antonia Sujey Avalos Ramírez.

Alumna:

María Dolores Sánchez García.

Grupo:

D1

INTRODUCCIÓN

Al nacer, los seres humanos necesitamos protección de nuestros semejantes, para la mayoría de los casos, los padres son los primeros en enseñarnos a comer, caminar, hablar, etc.; nos ayudan a subsistir hasta cierta edad. Edad en la que somos capaces para valernos por nuestra cuenta, si bien es un proceso que tiene una durabilidad de varios años, se requiere de más años para formar nuestra propia personalidad. Y son precisamente nuestros propios padres en ser los primeros en influir en este proceso, pero no son los únicos, recibimos influencias sociales, y constitucionales como en centros educativos que potencializan esta formación, la cual dura prácticamente toda la vida.

Este desarrollo de nuestra personalidad se denomina empresa personal. Es empresa porque es una labor que debe realizarse con verdadera esencia  emprendedora y con la mayor creatividad posible. Es personal porque está comisionada a cada uno de nosotros. Nadie nos puede reemplazar en dicha labor.

Por consecuente, ni como seres individuales ni como una especie somos seres acabados sino más bien proyectos de ser; y nuestra más grande hazaña es la que tenemos como misión de llevar a cabo dicho proyecto, esto es, de formarnos a nosotros mismos.

La empresa personal como responsabilidad fundamental

Formarnos es la tarea más importante que tenemos en la vida; por eso, llevarla a cabo es nuestra responsabilidad fundamental.

Además de ser comisionados a desarrollar nuestras capacidades, aptitudes, habilidades físicas y fortalezas espirituales; somos llamados a dominarnos en la sensatez de nuestra conciencia y de nosotros mismos. Esta comisión que va de la mano con el impulso interior, construyen la estructura moral del ser humano y la ley fundamental de nuestro actuar.

La vocación personal

Cada uno de nosotros tiene capacidades especiales; por eso, a cada uno de nosotros corresponde una vocación personal, esto es, una gestión especial por realizar en la vida. Algunos encuentran su vocación personal en el estudio e investigación o en el desempeño de una determinada profesión; otros tienen la vocación de artistas; otros más se dedican al deporte; incluso hay otros que aceptan el reto de desarrollarse en puestos directivos. El conjunto de vocaciones personales aumenta cada día en la medida en que se incrementan las necesidades de la sociedad y se hace más compleja la división del trabajo por el desarrollo de la sociedad.

El ideal de perfección

Nuestra vocación personal o la profesión que elijamos, es un llamado a realizarnos en la perfección, pues la perfección y la excelencia son las perspectivas de nuestro espíritu. Por eso nos sentimos con una tendencia a forjar un ideal de perfección que sirve como línea de referencia para el desarrollo de nuestra personalidad y que proporciona sentido a nuestra vida. El entorno de competitividad que caracteriza cada vez más al mundo contemporáneo nos hace ver la urgencia de dar respuesta a este deseo peculiar de tender a la perfección. Es de acuerdo con este ideal de perfección como debemos establecer la escala de valores que debe ser considerada en nuestras decisiones.

Los valores

Constantemente cuando tomamos una decisión en asuntos que nos incumben más directamente, lo hacemos juzgando hasta qué grado las diferentes opciones nos convienen, tomando en consideración nuestros planes. Significa que vivimos valorando, esto es, que cada vez que tenemos necesidad de elegir, examinamos lo que las personas, las circunstancias y las cosas significan para nosotros. Sin embargo, por estar dotados de razón y conciencia, el principio del cual debemos partir para configurar nuestra escala de valores es la conciencia de nuestra dignidad personal y el desarrollo de nuestras capacidades, especialmente de las que nos distinguen como seres humanos.

Obstáculos que se presentan para la realización de la empresa personal

Combatimos con un mundo en el que se dan diferentes formas de pensar y en el que se viven actitudes que nos impulsan hacia otras escalas de valores. Valores como: la apatía, la mediocridad, el lucro, la corrupción, etc., para enfrentar con éxito los obstáculos con los que nos vamos a encontrar en el transcurso de la vida es necesario que adquiramos modos de conducta o fortalezas que nos faciliten obrar de acuerdo con nuestro ideal de perfección, aun en las circunstancias más difíciles.

LA ADQUISICIÓN Y EL DESARROLLO DE FORTALEZAS

Necesidad de adquirir modos de conducta

Llevar a cabo la empresa personal de acuerdo con el ideal que nos hemos mentalizado no es tarea fácil. Se trata de una lucha lenta, retadora, que nunca termina. Pero, a medida que la vamos realizando, se va generando un sentimiento de confianza en uno mismo. Debemos adquirir virtudes, fuerzas o fortalezas que nos den la capacidad de alcanzar la perfección. Mediante estas virtudes adquirimos el método para llevar a cabo las acciones que nuestra razón nos presenta como las correctas.

Características de las fortalezas o virtudes

Ciertas de las características de las fortalezas o virtudes son las siguientes:

1. La virtud nos inclina a actuar con equilibrio.

2. La meta que se busca alcanzar con la adquisición de las virtudes o fortalezas es el desarrollo de la propia personalidad.

3. La adquisición de las virtudes o fortalezas debe ser autentica, cada uno de nosotros debe juzgar, valorar y decidir, de acuerdo con nuestra forma de pensar, nuestro propio mundo de valores, nuestro carácter y nuestra emotividad.

4. Las virtudes acompañan al hombre en su proceso de constante maduración; y al igual que el hombre, también los hábitos virtuosos van adquiriendo madurez.

5. Finalmente, las fortalezas o virtudes proporcionan el equilibrio espiritual que ejerce una influencia benéfica en nuestra salud corporal.

Sistematización de las fortalezas

Se ha hecho el esfuerzo de sistematizar el conjunto de virtudes o fortalezas que es indispensable adquirir para que se nos facilite actuar de acuerdo con el orden moral. Así, Aristóteles las divide en intelectuales y morales.

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