Montt y Varas

MONTT Y VARAS

Se cumplen doscientos años del nacimiento de Manuel Montt este año 2009, quien, junto a Antonio Varas, actuó estrechamente unido, llevando la creación portaliana a su más alto sitial, dando a Chile una estabilidad no conocida por el resto de los países nacidos de la disgregación del Imperio Español1.

Cabe destacar la general aceptación de que goza hoy el juicio emitido en el párrafo anterior.  El accionar político de ambos, que despertó pasiones a las que nos referiremos, llevó en la segunda mitad del siglo XIX a un implacable ataque y negación de su obra de gobierno.  Sus figuras siguieron siendo, particularmente la de Montt, abandonada la presidencia, objeto de periódicas embestidas que intentaron degradarla ante la opinión pública por medio de acciones que significaban un juicio político y la descalificación de lo que había hecho.  Los historiadores y escritores liberales, que predominaron en el siglo XIX, los hicieron objeto de duros ataques.  “La dictadura de Montt” motejaron a su gobierno, que fue tenido por oscurantista y enemigo de la libertad.

Sin embargo, la revalorización del régimen construido por Portales, efectuada a inicios del siglo XX por Alberto Edwards y Francisco Antonio Encina, así como Jaime Eyzaguirre, permitió una nueva visión de la llamada República Conservadora.

Tal apreciación inevitablemente traería la revisión de los decenios y de entre ellos, el de Manuel Montt, que comenzó a se apreciado en su exacta dimensión2.

La tesis de la restauración de la monarquía a través de la obediencia incondicional de los súbditos al rey, trocada en la obediencia al Presidente de la República como depositario de la autoridad legítima, obra de Diego Portales, creador del régimen que puso término a los desórdenes nacidos de la independencia, es la clave para entender la vida política nacional a partir de 1830.  Principio que era esencial para los sostenedores del partido conservador, del que Manuel Montt y Antonio Varas fueron, sin duda, los más destacados exponentes.

Se ha explicitado además que la carencia en Chile de la “virtud republicana” que Portales estimaba era indispensable para la aplicación de la democracia, es la razón de que ésta se postergara, “gobernando, entretanto, autoritariamente pero con celo del bien público, hombres capaces de entenderlo y realizarlo”3.

A esto se sumó el concepto impersonal y abstracto del gobierno fuerte y centralizador4, esencial en la visión de Alberto Edwards y la idea del “resorte principal de la máquina”, en la célebre frase de Portales referida a la armazón institucional del país, así como del gobierno, refiriéndose a la autoridad tradicional, el gobierno obedecido, fuerte, respetable y respetado, eterno, inmutable, superior a los partidos y prestigios personales”5.

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1 Varas, ocho años menor que Montt, cumplirá esa efeméride el año 2017.

2 Al presente una de las principales dependencias del Palacio de la Moneda se llama Salón Montt y Varas, e importantes ceremonias de estado se realizan bajo el retrato del Presidente Manuel Montt.

3Góngora, Mario, Ensayo histórico sobre la noción de Estado de Chile en los siglos XIX y XX, 8ª ed.p.75.  Sin duda la “virtud republicana” no era una carencia específica de nuestro país, sino de todas las naciones creadas a partir de la independencia americana de la monarquía hispana.

        Los estadistas que analizamos actuaron fundándose en estas ideas y principios que llevaron a Chile a una estabilidad no conocida en el resto de América hispana, poniendo su talento y sus vidas a su servicio.

1.MANUEL MONTT

1. ANTECEDENTES FAMILIARES Y PRIMEROS ESTUDIOS

Como es bien sabido, el futuro Presidente nació el 4 de septiembre de 1809, en Petorca; sus padres fueron Lucas Montt y Prado y Mercedes Torres y Prado, primos entre sí.

        Descendía por línea paterna de una familia catalana, que había llegado a América en 1701, en la persona de su bisabuelo José de Mont y Ribera.

        Este don José era a su vez bisnieto del primero de los Montt cuya existencia se encuentra documentada, Miguel de Mont, casado con Isabel Robau.

        José de Montt y Ribera, que había venido del Perú como comerciante, casó en Lima con Adriana de Cabrera y Paredes, hija de Granadino, en 1703.  Él fue quien radicándose en Chile, primero como militar en Concepción y luego dedicado al comercio en Santiago, fundó su familia en esta tierra.  Desarrolló distintos negocios, entre otros, de tabacos y de exportación de trigo a Perú, y falleció a los 61 años, siendo sepultado en la Merced6.

        Su hijo José Esteban, nacido den Lima en 1709, comerciante, capitán de milicias, casó en Chile con Mariana de Prado y Rojas, hija del encomendero y terrateniente Pedro Prado de la Carrera y de Petronila de Rojas y de la Barrera, descendientes de las más antiguas familias del reino, y fue justamente a su suegro a quien José Esteban habría de comprarle el fundo Tapihue de 5.000 cuadras, el cual formaría la base de su situación económica y en el cual moriría a los 73 años7.

        De los 14 hijos que el matrimonio Montt y Prado tuviera, el tercero de los hombres fue Lucas, quien es el padre del estadista que tratamos8.

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4 Góngora publicó su Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en 1981, cuatro años antes de su muerte.   Su trabajo, la primera visión integradora de la historia nacional de este destacado historiador, sostiene una tesis específica que produjo polémica: el Estado como formador de nuestra nacionalidad.  El texto, que plantea temas incitadores de diversar reflexiones, fue comentado, elogiado y criticado por Gonzalo Vial Correa, Arturo Fontaine T., Sergio Villalobos, Patricio Prieto Sánchez y Bernardino Bravo Lira, entre otros, ocasionando la crítica del segundo una respuesta de Góngora, que ante una dúplica no estimó necesario continuar la polémica.  Góngora planteó una nueva tesis respecto al carácter impersonal o abstracto del régimen portaliano, en nuestro concepto equivocado, pero no es éste el lugar para hacerse cargo del tema.

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