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Primera meditación


Enviado por   •  29 de Abril de 2015  •  Tesis  •  1.084 Palabras (5 Páginas)  •  197 Visitas

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Primera meditación[editar] La primera meditación revela cuatro situaciones que tienen el potencial de confundir nuestras percepciones lo suficiente como para invalidar una serie de enunciados sobre el conocimiento. El más importante de los argumentos invalidantes que Descartes presenta es el genio maligno, que tiene la capacidad de confundirnos en nuestras percepciones y arroja dudas sobre todo lo que podemos conocer acerca del mundo y de sus propiedades. Sin embargo, aunque el engañador puede falsear nuestras percepciones, no tiene la capacidad de falsear lo que «creemos» percibir. Descartes también concluye que el poder de pensar y existir no pueden ser corrompidos por el engañador, aunque todo esto sea una farsa absoluta. Segunda meditación[editar] La segunda meditación contiene el argumento de Descartes sobre la certeza de la propia existencia, incluso ante la duda de todo lo demás: Me he convencido de que no hay nada en el mundo, ni cielo, ni tierra, ni mente, ni cuerpo. ¿Implica ello que yo tampoco exista? No: si hay algo de lo que esté realmente convencido es de mi propia existencia. Pero hay un engañador de poder y astucia supremos que me está confundiendo deliberada y constantemente. En ese caso, y aunque el engañador me confunda, sin duda, yo también debo existir... la proposición «yo soy», «yo existo», es necesariamente cierta para que yo la exprese o algo confunda mi mente. En otras palabras, la conciencia implica la existencia. En una de las réplicas a las objeciones del libro, Descartes resumió este pasaje en su ahora famosa sentencia: «Pienso, luego existo» (en latín Cogito ergo sum). Sería absurdo pensar que cuando vemos y sentimos en realidad no sabemos ni sentimos que estamos viendo y sintiendo: puedo pensar y dudar de si el mundo existe o no, pero está claro que cuando pienso eso mi pensamiento efectivamente existe. Por tanto, «pienso (dudo), luego existo». Tercera meditación[editar] En la tercera meditación, Descartes da argumentos para la demostración de la existencia de Dios. Primeramente lo hace desde un punto de vista epistemológico, pues se pregunta si es que todas sus ideas las ha creado él. Descartes menciona que las ideas necesitan una causa formal y una causa real que deben tener las características necesarias para producir un determinado efecto, en este caso la idea. Como aun no sabe si existen otras personas en el mundo, presupone que casi todas las ideas han sido creadas por él, pues él tiene noción del espacio, la longitud, la profundidad, etcétera. Sin embargo existe una idea que él tiene que es imposible atribuírsela a si mismo, es la idea de la perfección. La idea de lo infinito no pudo haber sido creada por el porque tendría que ser infinito él mismo (causa real), pero no puede ser infinito porque tendría que ser perfecto, y no es perfecto porque ha creído cosas como ciertas cuando no lo son. Entonces decide la idea del infinito no puede ser simplemente una negación de lo finito, pues es mucho más fácil pensar en algo infinito que en algo finito. Por lo tanto esta idea de lo infinito debe pertenecer a algo infinito, y lo único infinito que puede existir es Dios, que también es perfecto. Por lo tanto Dios es un segmento creado por

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