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Psicología


Enviado por   •  24 de Mayo de 2015  •  Tesis  •  1.783 Palabras (8 Páginas)  •  135 Visitas

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En siglos anteriores, la filosofía occidental consideraba al sujeto como fundamento central de todo conocimiento, como aquello en que no sólo se revelaba la libertad sino que podía ser el comienzo de la verdad.

Entre las prácticas sociales en las que el análisis histórico permite localizar la emergencia de nuevas formas de subjetividad, las prácticas jurídicas, o más precisamente, las prácticas judiciales están entre las más importantes.

Hay dos historias de la verdad. La primera es una especie de historia interna de la verdad, que se corrige partiendo de sus propios principios de regulación: es la historia de la verdad tal como se hace en o a partir de la historia de las ciencias. Por otra parte, en la sociedad, o al menos en nuestras sociedades, hay otros sitios en los que se forma la verdad, allí donde se definen un cierto número de reglas de juego, a partir de las cuales vemos nacer ciertas formas de subjetividad, dominios de objeto, tipos de saber y, por consiguiente, podemos hacer a partir de ello una historia externa, exterior, de la verdad.

Las prácticas judiciales la manera en que, entre los hombres, se arbitran los daños y las responsabilidades, el modo en que, en la historia de Occidente, se concibió y definió la manera en que podían ser juzgados los hombres en función de los errores que habían cometido, la manera en que se impone a determinados individuos la reparación de algunas de sus acciones y el castigo de otras, todas esas reglas, las que han sido modificadas a lo largo de la historia.

En el siglo XIX se inventaron también a partir de problemas jurídicos, judiciales y penales, formas de análisis muy curiosas. Estas formas de examen dieron origen a la Sociología, la Psicología, la Psicopatología, la Criminología, el Psicoanálisis.

Ahora bien, referente a la historia de Edipo visto como episodio bastante llamativo de la historia del saber y punto de emergencia de la indagación. En la conferencia subsiguiente, se interpone la relación que se estableció en la Edad Media, del conflicto u oposición entre el régimen de la prueba y el sistema de indagación. Finalmente, en las dos últimas conferencias se refieren al nacimiento que se relacionan con la formación y consolidación de la sociedad capitalista.

Nietzsche hace el análisis histórico de la formación misma del sujeto, el análisis histórico del nacimiento de un cierto tipo de saber, sin admitir jamás la preexistencia de un sujeto de conocimiento.

Nietzsche afirma que, en un determinado punto del tiempo y en un determinado lugar del universo, unos animales inteligentes inventaron el conocimiento. La palabra que emplea, invención reaparece con frecuencia en sus escritos, y siempre con intención y sentido polémicos. Cuando habla de invención tiene en mente una palabra que opone a invención, la palabra origen.

El conocimiento fue, por lo tanto, inventado. Decir que fue inventado es decir que no tuvo origen, es decir, que el conocimiento no está en absoluto inscrito en la naturaleza humana. El conocimiento no constituye el instinto más antiguo del hombre, o a la inversa, no hay en el comportamiento humano, en el instinto humano, algo que se parezca a un germen del conocimiento. Dice Nietszche que el conocimiento está de hecho relacionado con los instintos, pero no puede estar presente en ellos ni ser siquiera un instinto entre otros; el conocimiento es simplemente el resultado del juego, el enfrentamiento, la confluencia, la lucha y el compromiso entre los instintos. Es precisamente debido a que los instintos chocan entre sí, se baten y llegan finalmente al término de sus batallas, que hay un compromiso y algo se produce. Este algo es el conocimiento.

Por lo tanto, el conocimiento tiene por fundamento a los instintos pero sólo en tanto éstos se encuentran enfrentados unos a los otros, confrontados. El conocimiento es pues un resultado de esta confrontación, un efecto de superficie.

El conocimiento sólo puede ser una violación de las cosas a conocer y no percepción, reconocimiento, identificación de ellas.

Ciertamente, desde Descartes, y aun en Kant, Dios es ese principio que asegura la existencia de una armonía entre el conocimiento y las cosas a conocer. Para demostrar que el conocimiento era un conocimiento fundado verdaderamente en las cosas del mundo, Descartes se vio obligado a afirmar la existencia de Dios.

Si no existe más relación entre el conocimiento y las cosas a conocer, si la relación entre éste y las cosas conocidas es arbitraria, relación de poder y violencia, la existencia de Dios en el centro del sistema de conocimiento ya no es más indispensable.

En los análisis marxistas tradicionales la ideología es presentada como una especie de elemento negativo a través del cual se traduce el hecho de que la relación del sujeto con la verdad, o simplemente la relación de conocimiento, es perturbada por las condiciones de existencia, por relaciones sociales o formas políticas impuestas al sujeto del conocimiento. La ideología es la marca, el estigma de estas relaciones políticas o económicas de existencia aplicado a un sujeto de conocimiento que, por derecho, debería estar abierto a la verdad.

Foucault, explica que las condiciones políticas y económicas de existencia no son un obstáculo para el sujeto de conocimiento sino

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