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Solo efectivo, sin tarjeta.


Enviado por   •  15 de Diciembre de 2015  •  Reseñas  •  1.504 Palabras (7 Páginas)  •  119 Visitas

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Sólo efectivo, sin tarjeta

 

El persa Bío-Bío sigue siendo un punto de encuentro de muchos santiaguinos, en especial de aquellos que buscan algo raro, barato o hasta ilegal. Esto a pesar del crédito, los malls u otras diversiones más accesibles a sus hogares, un sector donde también aquello del famoso cachurero se pierde al lado de empresarios que encuentran el persa su forma de vida.

Por Jorge Figueroa Ramírez. Periodismo executive UDLA.

Domingo, nueve de la mañana:  A la feria de antigüedades llegan un par de personas, en una mañana despejada, donde el sol y sus rayos ya molestaban, esperando llegar a 31 grados, una de ellas es don Carlos quien hace más de 30 años recolecta, recicla y colecciona distintas partes de automóviles antiguos. No es raro encontrar entre la que para muchos es chatarra radiadores para vehículos tan diversos como antiguos, como la rueda de una carreta de principios del siglo XX, lugar donde el crédito y las tarjetas no existen, solo el dinero en efectivo, en una feria donde hoy el dinero plástico se toma estos sectores, relegando a cachureros de por vida a adaptarse o simplemente morir.

Don Carlos ordena su desorden, aquel que acumula años de historias, donde el comenzó hace 30 años con su puesto de cachureos, donde cuenta al poco andar su amor por el persa, por el mercado de antigüedades y su miedo a perder lo poco y nada que tiene hoy en sus cinco metros cuadrados de tienda.

Al poco andar comenta lo distinto que era el sector: "Si esto era puras empresas, pero llego la crisis del 81 y se fue todo  la mierda, ahí aparecimos los más antiguos acompañando al persa".

Los orígenes

El persa comienza su historia en los años 40, esto gracias a la inmigración de la gente de campo a la ciudad en busca de mejores oportunidades. Ya en el barrio Franklin existía el matadero, lo cual acelero la formación de este núcleo comercial en el sector sur de Santiago.

Para muchos locatarios el inicio de esta fue en calle Bío-Bío con Santa Rosa, otros hablan de la calle Víctor Manuel entre Arauco y Placer como puestos de vendedores ambulantes que ofrecían distintas mercancías. Ya en los años 80 y debido a la crisis económica y la quiebra de diversas empresas del sector, varios de los galpones que estas ocupaban quedaron libres, lo cual le dio un mayor impulso a esta feria que se tomo estos galpones para desarrollar su negocio.

Don Carlos con nostalgia recuerda esos tiempos donde la pasión y el amor por el “cachureo” la que hoy piensa que se pierde por los empresarios: “Antes éramos puros cachureros, gente que nos gustaba coleccionar y buscar cosas para vender, todos los puestos distintos. Nos conocíamos todos, bien amigos y cuando a uno le pasaba algo, entre todos nos ayudábamos, como una gran familia. Sin embargo hoy esto son puros empresarios, gente de plata que estudio algo y luego vio que acá puede ganar más plata y se gano en este lugar. Se apoderan de los locales, usan tarjetas y a los chicos nos relegan, nos terminaran echando de acá donde yo me siento como uno de los que inicio este sector”.

Elefante Blanco

Se puede hablar de cientos de elefantes blancos en el país, pero el galpón de la feria de antigüedades es uno de los pocos que tiene vida plena cada fin de semana. Con sus 3.000 mt2 reúne lo más variado de las antigüedades y objetos curiosos que se puedan encontrar en la capital. No es raro encontrar entre sus estrechos pasillos con el olor a antiguo y polvo que caracteriza a todo objeto guardado en baúles o que en años no se ha puesto a funcionar reliquias militares como medallas, trajes, recuerdos de la segunda guerra y hasta recuerdos conmemorativos de lo que fue la dictadura de Pinochet.

Ver en sectores oscuros la luz de los viejos televisores funcionando con videojuegos “atari” y en su pantalla el clásico “pong”, que son para muchos de los hoy adultos sus mejores recuerdos de la infancia, como Sergio, que es profesor universitario y mira con nostalgia la pantalla de “Pac-Man”: “Yo crecí jugando pac-man, mi viejo q.e.p.d. me regalo uno cuando tenía 6 años, no ese mismo Atari, pero recuerdo que alucinaba jugando todo el día en el verano, aparte de que todos mis amigos llegaban a mi casa a jugar, ya que era el único del barrio que tenia Atari”, recuerda el que hoy es un asiduo visitante al mercado de antigüedades del Persa.

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