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Esquizofrenia.Específicos

Génesis SoteloDocumentos de Investigación3 de Marzo de 2019

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CAPITULO I

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El problema

Para todos los individuos la salud mental y la salud física son componentes esenciales de la vida, estrechamente relacionados e interdependientes. Desgraciadamente en la mayor parte del mundo no se concede a la salud mental la misma importancia que a la salud física, por el contrario han sido objeto de indiferencia.

El primer reporte de Encuesta Mundial de Salud Mental de la OMS en (2003) incluye 14 países (seis menos desarrollados y ocho desarrollados) con datos de prevalencia, severidad y tratamiento de trastornos mentales de 60,463 entrevistas en adultos, representativas de la Población nacional. Las encuestas fueron realizadas en América (Colombia, México, Estados Unidos), Europa (Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Holanda, España y Ucrania), África (Líbano, Nigeria) y Asia (Japón y encuestas separadas en Bejín YShangai en la República Popular China). Los seis países clasificados como menos Desarrollados por el Banco Mundial son China, Colombia, Líbano, México, Nigeria y Ucrania.
        La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2001), ha reconocido que en la actualidad aproximadamente 400 millones de personas padecen un trastorno mental o del comportamiento, sin embargo una pequeña minoría recibe tratamiento. El presupuesto para la salud mental de la mayoría de los países es inferior al 1% del gasto total en salud; mas del 40% de los países no disponen de una política de salud y en más del 30% no existe un programa dedicado a ella.
Dicha organización en el año (2008) considera que la Esquizofrenia es la segunda enfermedad mental grave que afecta alrededor del 7 por mil de la población adulta, la mayoría en la edad de entre 15 a 35 años. Por otro lado la esquizofrenia no solo afecta al paciente, sino también a


la familia que está a cargo de los pacientes, cada miembro de la familia es afectada en su diario vivir.

La esquizofrenia representa históricamente el paradigma de la locura; producto de su gran frecuencia en sus conspicuas manifestaciones sociales, exige una atención inevitable por parte de los dispositivos de salud.  Esta grave patología de inicio precoz y curso crónico, implica un alto costo social, laboral, económico y familiar. Las consecuencias sociales de los pacientes esquizofrénicos y sus familias pueden ser entre otras el desempleo, la destrucción de las redes sociales, la estigmatización, la discriminación y una menor calidad de vida.  Su impacto económico es amplio, duradero y de gran magnitud. Entre los componentes de la carga económica se encuentran las necesidades de servicio de asistencia sanitaria y social, la pérdida del empleo y el descenso de la productividad, el impacto sobre las familias y los cuidadores y la mortalidad prematura.

Los resultados de las investigaciones sobre los primeros episodios y formas de inicio de la esquizofrenia, han encontrado que desde la aparición de los primeros síntomas, hasta la aparición de los síntomas psicóticos propiamente dichos suele transcurrir un promedio de tiempo que va de 1 a 5 años (Bousoño et al., 2005). Así mismo, se ha valorado la importancia de la detección temprana de la esquizofrenia en la literatura psiquiátrica.

Diversos autores sugieren la necesidad de un diagnóstico precoz para reducir o prevenir la ruptura psicológica y social que provoca esta enfermedad. Si es posible reconocer los estados pre psicóticos, y si la persona puede recibir ayuda en esta fase temprana (prodrómica), entonces la esquizofrenia, con sus deteriorantes efectos psicológicos y sociales, podría prevenirse o al menos minimizarse (Perona Garcelán et al., 2004).

En la intervención sobre aquellos sujetos que presentan un alto riesgo de desarrollar esquizofrenia o que muestran síntomas atenuados, es controvertida desde un punto de vista ético. Se debe considerar siempre las consecuencias estigmatizantes de posibles falsos positivos, ya que, por el momento, se carece de una metodología suficiente para identificar qué casos van a evolucionar a una esquizofrenia y cuáles no. Hay oportunidades para la intervención útil, pero el equipo debe tener cuidado de no tratar al paciente como si ya fuera esquizofrénico, debido a que se corre el riesgo de estigmatizarlo y aumentar su ansiedad (Bousoño, 2005).

Por otra parte, según el autor antes mencionado, las personas que padecerán de esta enfermedad en años anteriores no se encontraban totalmente asistidas, debido a que no existen suficientes instituciones y políticas públicas que se encarguen de un régimen exclusivo para atender a las personas que padecen de este tipo de trastorno tanto a nivel local, regional, estadal o nacional. La escala del problema podría ser reducida concentrándose en los individuos que corren el mayor riesgo de desarrollar esquizofrenia en un futuro cercano. Esta gente es: adolescentes o adultos jóvenes, individuos en riesgo genéticamente incrementado e individuos que empiezan a exhibir cambios en el estado mental que pueden indicar una psicosis inminente.  La escasez de investigaciones metodológicamente legítimas en la fase temprana de la esquizofrenia, junto con la confusión respecto a los sistemas  diagnósticos actuales, resalta la necesidad de realizar  trabajos en esta área.

La OMS (2010), considera que una buena asistencia en salud mental parte de ciertos principios rectores básicos: el diagnóstico, la intervención precoz, el empleo racional de las técnicas de tratamiento, la continuidad de la asistencia, una amplia gama de servicios, la cooperación de la familia, la participación de la comunidad local y la integración en atención primaria. Por tal motivo en la actualidad se enfatiza la necesidad de realizar detección, diagnóstico y tratamiento temprano de la esquizofrenia, para prevenir o reducir la ruptura psicológica y social que el trastorno provoca. La principal razón para buscar mejorar el reconocimiento precoz y para reducir las demoras en empezar el tratamiento es maximizar los beneficios potenciales de la intervención precoz.

También la condición y el ambiente del paciente pueden deteriorarse bastante en los dos a cinco primeros años, luego del surgimiento de los síntomas. La toxicidad psicosocial que produce la irrupción de la enfermedad a una edad que interrumpe la trayectoria educativa, laboral y familiar de una persona, tiene graves repercusiones en el funcionamiento y en su integración social. Un  tratamiento precoz más intensivo puede llevar a una recuperación mejorada, remisión más rápida y completa, mejores actitudes hacia el tratamiento, niveles menores de emoción expresada y la menor resistencia al tratamiento. Las estrategias preventivas efectivas para la esquizofrenia necesitan estrategias de intervención global que combinen intervenciones biológicas como la administración de antipsicóticos en bajas dosis, psicológicas individual y familiar como la psico-educación y social como la orientación familiar e iniciativas comunitarias (Bousoño et al., 2005).

Cabe señalar que la clave para el reconocimiento precoz es mantener en mente la posibilidad de esquizofrenia, es decir, considerar un índice alto de sospecha cuando se trata a gente joven que experimente cambios persistentes en la conducta y el funcionamiento especialmente ante la presencia de otros factores de riesgo. El más importante a considerar es una historia familiar de enfermedad psicótica. Así mismo en la presente  investigación se sugiere que una vez identificados los sujetos en un estado mental en riesgo de padecer esquizofrenia, se realicen tratamientos psicosociales y psicofarmacológicos. Se buscará inferir si es fundamental la implementación de dichos tratamientos para que permitan la recuperación de habilidades en las actividades de la vida diaria, habilidades sociales y resolución de problemas como el desarrollo y reforzamiento de las conductas sociales, reducción del estrés y las dificultades en la interacción social.

Cada día, son más las personas que luchan contra el estigma que sufren los afectados por algún tipo de enfermedad especialmente los pacientes esquizofrénicos. Los especialistas reafirman que el apoyo de los familiares de un enfermo mental es clave para su recuperación, la mayoría de las personas que sufren de esta enfermedad deben contar bien sea con sus padres, hermanos, esposo(a) o hijos y un núcleo familiar, del cual dependan por completo. Esto nos indica que en la medida que se establecen relaciones sociales y más aún cuando participan en alguna actividad, encuentran una forma de sentirse satisfechos emocionalmente y muy raramente se sienten aislados. Los familiares, el ciclo de amistades y el entorno social, son algunos de los medicamentos fundamentales para mejorar la calidad de vida de todas estas personas. Sin embargo, por una circunstancia o por otra existe un sin fin de situaciones familiares, que influyen en el comportamiento negativo de estos enfermos, entre las que se incluyen el estigma, los recursos económicos limitados, el desconocimiento a la enfermedad, el impacto que produce la enfermedad, entre otros.

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