Trasnferencia y contratransferencia
Jaqui BarreiroApuntes18 de Noviembre de 2019
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Transferencia y contratransferencia:
La transferencia y contratransferencia son dos términos fundamentales del psicoanálisis. Fungen como pilares para la práctica clínica, ya que son una parte fundamental de la relación analítica. Además, si bien son dos conceptos diferentes, al mismo tiempo transferencia y contratransferencia son claramente inseparables y se influyen mutuamente.
El encuentro analítico da paso a una interrelación paciente-analista, en un espacio donde se permite que el inconsciente circule lo más libremente posible. Inicia en esa interrelación la dinámica entre la transferencia y contratransferencia, por parte del paciente y del analista respectivamente.
Entonces, ¿a que llamamos transferencia?
El término transferencia no es exclusivo del psicoanálisis, sino que es utilizado también en otros campos. Ahora, lo que sí parece existir es un denominador común: alude a la idea de desplazamiento o sustitución de un lugar por otro. Así, por ejemplo, puede observarse en las relaciones de médico-paciente o alumno-maestro, como en el caso particular de nuestra película de análisis.
En el caso del psicoanálisis, se comprende como la recreación de las fantasías infantiles en donde su destino es la persona del analista. La trasferencia constituye la superposición de algo anterior sobre algo actual, convirtiéndose así en un ámbito privilegiado para avanzar en la dirección de la cura.
En sus inicios, Freud consideraba la transferencia como el peor obstáculo para el proceso terapéutico. La asumía como una resistencia por parte del paciente para acceder a su material inconsciente. Sin embargo, no tardó mucho tiempo en darse cuenta de que su función trascendía esa resistencia.
Así, Freud, en su texto “Dinámica de la transferencia” de 1912, presenta la trasferencia como un fenómeno paradójico: a pesar de constituirse como resistencia, es fundamental para el trabajo del análisis. Distingue, en este momento la transferencia positiva -hecha de ternura y amor- de la transferencia negativa -vector de sentimientos hostiles y agresivos-.
“El analizado no recuerda, en general, nada de lo olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber, desde luego, que lo hace”. -Sigmund Freud-
El repetir el evento traumático en el aquí y ahora, pero con otros personajes es historizar en el presente (según Jacques Lacan, psiquiatra y analista francés), pero esto puede llevar a la Compulsión a la Repetición. Este último concepto nos habla de que, como el sujeto no puede acceder de manera consciente a su memoria inconsciente, tiende a repetir constantemente en el presente a través de los vínculos, que es el riel del tren de la transferencia.
Después de Freud, se han dedicado una gran cantidad de trabajos a la cuestión de la transferencia, repensando el tema y comparándolo con el desarrollo original del fenómeno. Todos coincidiendo en que se basa en la relación que se produce en la situación terapéutica entre el analista y paciente.
Así, en Melanie Klein la transferencia es concebida como una re escenificación durante la sesión de todas las fantasías inconscientes del paciente. El paciente durante el trabajo analítico evocará su realidad psíquica y utilizará la figura del analista para revivir fantasías inconscientes.
En la concepción de Donald Woods Winnicott, el fenómeno de la transferencia en el análisis puede ser comprendido como una réplica del lazo materno, de ahí la necesidad del abandono de la neutralidad rigurosa. El uso que el paciente puede hacer del analista como objeto transicional, tal como está descrito en su artículo “El uso de un objeto” de 1969, le da otra dimensión a la transferencia y a la interpretación. Afirma que el paciente precisa del vínculo terapéutico para reafirmar su existencia.
Vínculo transferencial:
Si bien se ha dicho que la transferencia tiene que ver con la recreación de las fantasías infantiles sobre la figura del analista. Para que ello se dé, tiene que primero establecerse un vínculo transferencial, que permita al sujeto poder recrearlas y trabajar con ellas.
Para crear del vínculo es necesario que, una vez que el sujeto acepte su deseo de trabajar en aquello que le acontece, este acuda al encuentro con un analista al que le supone un saber de aquello que le sucede. Lacan lo nombró como “sujeto supuesto saber”. Esto producirá el primer nivel de confianza en esa relación, que dará paso al trabajo analítico.
Sin embargo, a lo largo del recorrido analítico pueden darse manifestaciones en el vínculo transferencial a las cuales el analista ha de estar atento y manejarlas oportunamente, como son: los signos de enamoramiento hacia el terapeuta, la tendencia a comprobar el poder de sus atractivos haciendo descender al analista al puesto de amante, la tendencia a seguir las indicaciones del terapeuta sin apenas cuestionamiento, las rápidas mejorías sin trabajo y esfuerzo paralelo y otros signos más sutiles, como llegar frecuentemente tarde a las citas o alusiones frecuentes a otros profesionales. Estas respuestas pueden dividirse en transferencias positivas o negativas: según Freud, será positiva si adopta las formas de confianza, la simpatía, la seguridad en la contención que habilita el discurso; y será negativa si predominan sentimientos hostiles, el rechazo, la desconfianza, etc.
Es aquí donde Pichón Riviere acuña un concepto que se encuentra ligado al de transferencia: la telè. Jacobo Levi Moreno fue su creador (padre del psicodrama) y postuló que en los encuentros interpersonales puede establecerse una corriente normal de simpatía o antipatía, independiente de la transferencia, a la que catalogó como patológica (enfermedad).
La telè para Moreno es una percepción interna mutua instantánea sin relación con escenas inconscientes de los individuos. Pueden existir conflictos de pasado “trabados”, que en el encuentro con el otro se instalan en una situación de transferencia. En cambio, en los encuentros libres de conflicto, hay un mutuo “me gusta/no me gusta” normal.
Para la visión pichoniana, en oposición a Moreno, la telé es transferencial. Esto se trata debido a que son distintos marcos teóricos.
Posicionándonos en la visión de la psicología social, entendemos al sujeto como una entidad hecha de vínculos, todo su mundo interno está compuesto de ellos, es por ello que se define al mundo interno como grupo. Desde esta perspectiva no hay nada en nosotros absolutamente propio, ya que todos es efecto de una trama, de un entorno relacional que nos constituye, y en el encuentro con el otro nos vemos obligados a redefinir esa red vincular.
En un primer momento esta trama permanece intacta debido a la transferencia puesta en juego, pero una vez que el otro es despojado de su investidura como personaje interno y es reconocido como distinto, la estructura vincular propia debe asimilarlo. Caso contrario, se habrá instalado el estereotipo y el sujeto considerara al otro como si fuese un personaje interno, adjudicándole desde esta postura, valores y limitaciones que le son ajenas.
Por supuesto, no solo ocurren este tipo de situaciones por parte del paciente-sujeto, sino que pueden ocurrir manifestaciones contra transferenciales. En este sentido, el analista también tiene que estar atento y analizarse a sí mismo si ocurriesen: discutir con el paciente, tener impulsos de pedirle favores al paciente, soñar con el paciente, interés excesivo en el paciente, incapacidad para entender el material a analizar cuando el paciente refiere temas similares a los vividos por el analista, descuido en mantener el encuadre, reacciones emocionales intensas relacionadas con el paciente, etc.
El término contratransferencia es introducido por Freud en “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica” de 1910. Se describe como respuesta emocional del analista a los
estímulos que provienen del paciente, como resultado de la influencia de este sobre los sentimientos inconscientes del analista.
El analista ha de estar atento a estos fenómenos que pudiesen ocurrirle por una sencilla razón: Podrían convertirse en un obstáculo para la terapia. Aunque también existen autores que plantean que todo aquello sentido en contratransferencia, que se sepa que no tiene nada que ver con el analista, pueden ser devuelto o señalado al paciente.
Puede que los sentimientos que suscite el sujeto en el analista, al serle devueltos, generen una toma de conciencia de los mismos o de mayor entendimiento de lo que está sucediendo en la relación terapéutica. Algo que quizás no había sido compartido con palabras hasta ese momento. Por ejemplo, revivir una escena infantil y que el analista comience a sentir tristeza; sin embargo, el paciente lo interpreta y vive como rabia. El analista puede devolverle aquello que está sintiendo para que el paciente establezca contacto con la emoción real que viene enmascarada con la rabia.
Relación entre transferencia y contratransferencia
Por un lado, la contratransferencia es definida por su dirección: sentimientos del analista en relación al paciente. Por otro lado, es definida como un balance que no deja de ser una prueba más de que la reacción de uno no es independiente de lo que viene del otro. Es decir, la contratransferencia va en relación a lo que se produce en transferencia, por lo que una influye sobre la otra.
En tal sentido, la contratransferencia puede ser un obstáculo si el analista la actúa. Si se deja llevar por esos afectos que comienza a sentir respecto al paciente -amor, odio, rechazo, ira-, quiebra la
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