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ASPECTOS DEL DESASRRROLLO DE NIÑOS DE CINCO AÑOS, INCLUIDO SU ESTILO DE APRENDER


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2012  •  2.777 Palabras (12 Páginas)  •  785 Visitas

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ASPECTOS DEL DESASRRROLLO DE NIÑOS DE CINCO AÑOS, INCLUIDO SU ESTILO DE APRENDER

Los cinco años constituyen el principio del fin: el fin de la barriguita, el fin del balbuceo y el fin de la fe ciega en la omnipotencia del adulto. Los cinco años son el fin del bebe, época que a los padres les resulta a la vez satisfactoria porque los de cinco son imprescindibles.

Para los padres los cinco años son, por fin, la edad en que la razón y el dialogo prometen la muy esperada conducta civilizada que se parezca a la de los propios adultos; para los niños, los cinco años significan poder y fuerza, que sean puestos a prueba y expresados con la medida de autonomía que se atrevan a adoptar.

Un niño de cinco años tal vez tenga la absoluta seguridad de que sabe como resolver sus problemas, con o sin el buen juicio que sus padres consideran un requisito.

Ya no se puede confiar en que vayan de la mano de sus padres o en que obedezcan limitaciones establecidas que desafían su sensación de “apuesto a que yo puedo hacer eso mejor” (otros niños llegan a este concepto de si mismos a los seis años). Están en el umbral del avance hacia la conducta de niño y niña independiente y autónoma, asociada a los años intermedios de la niñez. Los niños de cinco años están ya lejos de la ambivalencia a la lealtad a sus padres que llegara algunos años después, pero ya están las señales que indican la dirección que seguirán.

Los niños de cinco años están tan complacidos consigo mismos por sus nuevos poderes que a menudo se fijan obstáculos físicos simplemente para disfrutar mejor de sus aptitudes corporales. No solo se mueven ahora con maravillosa soltura y libertad, sino que también han aprendido todo tipo de difíciles hazañas de coordinación que la sociedad les ha pedido. En pocas palabras, han sido bastante bien adoctrinados en la cultura de su sociedad, y sus cuerpos obedecen a sus deseos, no a los de sus padres.

A los niños les gusta realizar y construir cosas. Son activos, a menudo inquietos y ruidosos y – lo que tiene mayor significación- no han vivido lo suficiente para que el mundo exterior haya afectado seriamente su visión muy personal y egocéntrica de lo que es importante.

Las sensaciones de eficiencia que tienen se basan en las sólidas hazañas de carácter físico. En esta etapa, muchos padres privan a sus hijos de auténticos sentimientos de eficiencia e importancia, porque sus normas inmediatas no coinciden con el crecimiento y el aprendizaje de los niños. Las metas de los padres están orientadas hacia el futuro, pero, por desdichas, las normas adultas y sociales relacionadas con la posición social –como la apariencia, los modales y la conducta verbal- ofrecen a los niños poca fuerza interna conforme salen de la condición de bebes para enfrentarse solos a las realidades de las personas y las cosas.

Se sabe que niños de cinco años, aunque tengan buen vocabulario, lloran a gritos, con sollozos desgarradores, cuando se sienten frustrados o decepcionados; y es muy usual que, después de haber impresionado a un adulto con su conocimiento, en una corriente de energía verbal, puedan soltar un bofetón o un hincapié a otro niño, en un arranque no verbal, y sin justificación.

La conducta contradictoria es común a los cinco años, y seguirá exasperando a los padres durante otros muchos años. Pero los de cinco años tienen tan notable dominio de las palabras están tan cerca de la edad escolar formal que son peculiarmente vulnerables a las expectativas y demandas de los adultos.

La presión actual por hacer que se lea y escriba en el jardín de niños es un ejemplo oportuno. Esta presión es relacionada mediante la teoría especulativa de que los actuales niños de cinco años están en la realidad mejor desarrollados y más “avanzados”; porque los medios de comunicación masiva y el transporte global han ensanchado de manera considerable los horizontes de los niños. Hablan con mayor libertad que antes a los adultos, consecuencia de la progresiva eliminación del miedo en la moderna relación entre adulto y niño. Muchos niños poseen una impresionante acumulación de información detallada acerca de todo tipo de cosas, que es señal de buena inteligencia, pero no es pareja ni constante.

Los niños pequeños juegan al barquito sentados en el suelo cantando imitan el vuelo de un jet con el mismo ademán sencillo con que antes imitaban, el vuelo de una flecha. Las niñas cinco años probablemente juegan mas que las de antes con bloques de construcción, y los niños de cinco años se avergüenzan menos de jugar a la casita, pero eso puede decirse, sobre todo de los niños de padres con ideas avanzadas. Para que los niños se sientan competentes en lo más profundo de su interior, es esencial que sus padres consideren las fuerzas que se manifiestan y las cualidades potenciales de cada etapa de desarrollo teniendo en mente las perspectivas del pasado y del futuro. Cuando los niños se esfuerzan prematuramente, y por lo tanto en exceso, por lograr algo que poco después les llegaría muy fácilmente esto puede tener efectos colaterales como resultado de la presión interna, lo cual es un precio excesivo.

Por idéntica razón, los padres de antes considerarían extraña la excesiva angustia por la lectura, tan común entre los padres de hoy.

Los hijos de familias cultas demasiado a menudo se valen de palabras para ocultar su ignorancia, porque han aprendido que las palabras gustan a sus padres, y su deseo de complacer sobrepasa los deseos de saber. O se valdrán de palabras para ocultar sus sentimientos, algunos padres explicitan que los sentimientos de la niñez temprana son inapropiados en un hogar de adultos que saben dominarse. O bien harán preguntas-a veces la misma-, una y otra vez, en realidad no en busca de información sino como medio de llamar la atención a un adulto cuya generosidad al responder a un niño probablemente solo se muestre en las áreas cognoscitivas. Los niños son listos; adivinan las preocupaciones de sus padres y actúan en consecuencia.

Los niños de cinco años aun están sujetos al estilo de conducta típico de todo el periodo de la niñez temprana: las demandas de movimiento del cuerpo y la motivación de las emociones tienen mayor fuerza que la mente y su lógica. Los niños de cinco años son capaces de razonar bien; responden a las ideas y la razón. El centro de la confianza de un niño pequeño no está en su pensamiento, está en su plexo solar. Los niños de cinco años se vuelven hábiles en el uso de los dedos de manos y pies, de ojos, oídos y nariz para descubrir lo que desean saber, y actúan sobre la base de sus conocimientos. Están en

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