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Autoconcepto

5441768826 de Septiembre de 2013

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http://es.scribd.com/doc/16369169/Marco-Teorico

Debido a que, es de gran

importancia para la experiencia vital de individuo, para su salud psíquica, su actitud hacia si

mismo y hacia los demás, por lo tanto, para el desarrollo constructivo de su personalidad. El

autoconcepto puede ser generalmente positivo o generalmente negativo. Si es

generalmente positivo para que el individuo logre una adecuada adaptación, alcance

felicidad personal y para un funcionamiento eficaz. Si la persona no posee un autoconcepto

adecuado, no puede estar abierta a sus propias experiencias afectivas, especialmente a los

aspectos desfavorables de su carácter. La autodeterminación o independencia afectiva son

aspectos que también se ven afectados negativamente por la no posesión de un

autoconcepto desarrollado (Villa & Auzmendi, 1999).

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Los estudios que llevó acabo el psicólogo investigador Stanley Coopersmith (citado por

Bruno, 1995) sugiere que es en la infancia donde residen algunos de los antecedentes

principales de la autoestima. Villa y Auzmendi (1999) mencionan que una persona con

escasa autoestima no se muestra tal y como es ante los demás, sino que representa ante

ellos los papeles que considera oportunos en cada momento. La falta de autoestima influye

notablemente en el bienestar espiritual, en el propio nivel de satisfacción y, sobretodo, en la

propia salud y capacidad psíquica. La posesión o no posesión de un autoconcepto fuerte

influye tanto sobre la propia persona como sobre los demás. En la relación con los demás,

el autoconcepto influye ya que una persona con un buen autoconcepto adopta menos

actitudes de defensa, puede percibir la realidad con mayor autenticidad y puede aceptar a

los otros con mayor facilidad. Su “Yo Real”, la forma en cómo se ve la gente a sí misma; y

su “Yo Ideal”, cómo le gustaría verse a la persona, muestran menos discrepancias y gracias

a ello se facilita el contacto con otros.

Woolfolk (1999), menciona que el autoconcepto se desarrolla en consecuencia de la

constante evaluación que realiza el niño de sí mismo en situaciones diferentes como puede

ser en la casa o en la escuela que son los contextos más importantes en el desarrollo del

mismo. De acuerdo con Myers y Spencer (2001), el autoconcepto es un conjunto de

conceptos internamente consistentes y jerárquicamente organizados; es una realidad

compleja integrada por aspectos más concretos como lo son el aspecto físico, el social, el

emocional y el académico. Estos autores, plantean que el autoconcepto es dinámico, ya que

cambia con la experiencia integrando nuevos datos e información; se desarrolla a partir de

experiencias sociales, especialmente con personas significativas para el individuo y es

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necesario mantenerlo como una forma de adquirir integridad y seguridad; además de ser

resultado de la experiencia y plantean que va cambiando a lo largo del ciclo vital.

Ríos (1994), define el autoconcepto como un conjunto organizado y cambiante de

percepciones que se refieren al sujeto. Como ejemplo de estas percepciones, están las

características, los atributos, las cualidades, los defectos, las capacidades, los límites y las

relaciones que el sujeto reconoce como descriptivos de sí y que él percibe como datos de su

identidad. De esta forma se puede decir que el sí mismo es la zona más íntima de la vida, el

cual desempeña un papel importante en la conciencia, en la personalidad y en el organismo.

DiCaprio (1985) postula que al describirnos a nosotros mismos, recurrimos a nuestro

propio concepto del –yo-, que puede ser o no una representación exacta de nuestro yo real.

En donde podemos tener una noción de lo que desearíamos ser, nuestra versión idealizada

del yo, que se adapta como el yo real provocando conflictos internos y realizando una

comparación entre los logros y los desempeños.

Para Bruno (1995) el autoconcepto se empieza a formar a muy temprana edad, tal vez

en la etapa de los 18 meses a los 3 años. Es importante señalar que la calidad de las

relaciones que ha tenido el niño desde su nacimiento, promueven el crecimiento y desarrollo

de su autoconcepto, así como su capacidad cognitiva y su motivación de logro, por lo que

plantea que el autoconcepto se va desarrollando a la par con el desarrollo del niño. Antes de

la aparición del lenguaje el niño ya tiene una percepción de lo que está adentro y de lo que

está afuera de sus fronteras corporales; esto lo logra explorando su medio y su cuerpo

mediante los sentidos.

Como la valía del niño depende del sentimiento de seguridad, dado por la satisfacción

de sus necesidades y de su aceptación emocional, se requiere que el niño logre percibirse

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como un individuo genuinamente aceptado y valorizado por sí mismo. Esto se logrará

dependiendo de las actitudes parentales de aceptación y valorización (Ibid). Ya que se ha

visto que los padres que tienen un nivel positivo de autoconcepto tienen más probabilidades

de crear familias sanas y nutridas, en contraste con aquellos padres con baja autoestima

que sólo van a generar relaciones conflictivas expresado por Satir (1991 citado por Acevedo

2003).

Powell (1989) enumera diez signos que en su opinión, son manifiestos en quienes se

aceptan a sí mismos, de manera auténtica los cuales son: Las personas que se aceptan a sí

mismas son felices; Les resulta fácil relacionarse con los demás; Siempre están abiertas a

ser amadas y elogiadas; Tienen el poder de ser realmente ellas mismas; Se aceptan tal

como son en el momento presente; Son capaces de reírse de sí mismas con frecuencia y

sin dificultad; Tienen la habilidad de reconocer y atender sus propias necesidades (físicas,

emocionales, intelectuales, sociales y espirituales); Son independientes. Aquí se menciona

que las personas extraen sus normas de su propio interior, no de los demás; Mantienen un

buen contacto con la realidad; Son asertivos (derecho a los pensamientos propios y a elegir

por sí mismos).

Ríos (1994) al respecto dice que, el autoconcepto es un conjunto de percepciones,

creencias y actitudes que la persona realiza sobre si misma, y que influye

considerablemente en el comportamiento; las percepciones pueden ser diferentes y

alterarse dependiendo de la diversidad de situaciones a las que se enfrenta y de su

capacidad para resolverlas satisfactoriamente, estas intervendrán notoriamente en su

comportamiento en la medida que conserve la coherencia entre esas diferentes

percepciones.

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Tranché (2000), menciona que quiénes se aceptan, son independientes debido a que

extraen las normas desde su propio interior, no de los demás; mantienen un buen contacto

con la realidad, pueden disfrutar la vida tal y como es y no fantasean sobre lo que pudo

haber sido. González (1987) muestra que existen varios modelos de autoconcepto:

El primero se llama “Modelo Antiguo” cuyo punto de vista de análisis del autoconcepto es

el más viejo y tradicional. En este modelo se ve al autoconcepto y al autoestima como

unidimensional.

“El modelo jerárquico” es una pirámide en la que se sugiere que el autoconcepto es una

estructura multidimensional. La noción general de autoconcepto se encuentra en la cima

de la pirámide, hay niveles intermedios y en la base se encuentras las nociones

específicas.

El “modelo taxonómico” también ve al autoconcepto como multifacético, sin embargo,

señala que el hecho de cambie un aspecto del autoconcepto no llevará al cambio de otro

aspecto del mismo.

Por último, el “Modelo Compensatorio” en el cual el autoconcepto tiene diferentes

facetas, que se encuentran interrelacionadas, de manera que si se encuentra un

autoconcepto bajo en un área, va a ser compensada por otra área que no tenga relación.

Este es el modelo que se aplica a estudiantes con necesidades especiales.

2.1 Autoconcepto en el Adolescente

McKinney (1982), supone que el adolescente está logrando cierto sentido de estabilidad de

su permanencia personal, que es la señal inequívoca de identidad, pero en ciertos casos

como la de los adolescentes perturbados, la tarea no es tan sencilla. Erikson (1959, en

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McKinney, 1982) ha constatado que hay muchos estilos anormales de respuesta al

problema de difusión de identidad. Uno de estos estilos implica el desarrollo de una

“identidad negativa”.

Zimmerman, Copeland y Shope (1997 citados en LeFrancois, 2001) explican que, la

baja autoestima esta vinculada con la depresión, la drogadicción, la delincuencia, el suicidio

y el bajo aprovechamiento escolar.

Harter, (1990 en Branden 2001) define que el grado de importancia que un adolescente

le de a aspectos particulares del sí mismo, y la apreciación de sus habilidades en esa área,

son los fundamentos de su autoconcepto. Y al ser este un constructo multidimensional, en

donde el individuo puede tener

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