Autoestima
alepeke25 de Febrero de 2014
6.738 Palabras (27 Páginas)398 Visitas
AUTOESTIMA
OBJETIVOS:
Identificar qué es la autoestima, cómo se forma y sus niveles.
Aplicar los conocimientos adquiridos para elevar a autoestima.
“La experiencia me ha enseñado que
sólo cuando uno ha empezado a aceptarse y amarse a sí mismo,
es capaz de aceptar y amar a los demás”
J. L. Martín Descalzo
Autoestima
Una de las bases para el desarrollo de las potencialidades del ser humano es conocer los obstáculos que se lo impiden y aplicar las herramientas para anularlos o contrarrestarlos. Cuando se logra esto, se eleva el amor a sí mismo.
A través del amor a sí mismo, vemos como nuestros éxitos perduran más en nosotros que nuestros fracasos. Logramos tener más seguridad y confianza para cualquier cosa que queremos realizar en nuestra vida, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros comportamientos fluyen en forma más espontánea y positiva; es decir, podemos dar amor porque ya nos amamos.
En este capítulo se presenta cómo se forma la autoestima, sus niveles y como adquirir una elevación de ella. Asimismo, la implicación de que tener un amor a nosotros mismos, nos conduce necesariamente a tener una buena comunicación.
QUÉ ES LA AUTOESTIMA
La mayoría de nosotros sabe lo que significa la palabra autoestima y este significado es diferente para cada uno. Existe, un factor en el que todo el mundo está de acuerdo: la autoestima nos hace sentir bien. La autoestima se podría describir como el factor de sentirse bien, que se basa en la confianza en uno mismo. No cabe duda que cuando tenemos una autoestima alta, nos sentimos bien con nosotros y que cuando la autoestima es baja, nos sentimos muy mal. Por esto, todos buscamos mejorar la autoestima.
Se podría decir que la autoestima es la aceptación incondicional de uno mismo, sin juicio destructivo alguno. Ella nos permite optar por los instrumentos más humanos, amigables y confortables hacia uno mismo y nos ayuda a sortear óptimamente cualquier circunstancia.
Autoestima implica que tú te sientas libre, a que seas tú mismo, a que decidas tomar riesgos, a que experimentes seguridad y confianza, a que comprendas a los demás y te relaciones satisfactoriamente.
La autoestima es una habilidad en la que tú eres el actor principal, es un concepto interno en el que tú decides, es una responsabilidad en la que tú tienes la última palabra. Y tú puedes incrementarla de múltiples maneras, bien sea trabajando en tus conceptos mentales erróneos o autodestructivos, o haciendo algo en concreto para mejorar tu vida.
La autoestima es la valoración que tenemos de nosotros, la opinión y el sentimiento que cada uno tiene acerca de sí mismo, de los propios actos, los propios valores y las propias conductas.
La importancia de la autoestima estriba en que concierne a nuestro ser, a nuestra manera de ser y al sentido de nuestra valía personal. Por lo tanto, no puede menos que afectar a nuestra manera de estar y actuar en el mundo y de relacionarnos con los demás. Nada en nuestra manera de pensar, de sentir, de decidir y de actuar escapa al influjo de nuestra autoestima.
Nadie puede dejar de pensar en sí mismo y de evaluarse. Todos desarrollamos una autoestima suficiente o deficiente, positiva o negativa, alta o baja, aunque no nos demos cuenta. Importa, por tanto, desarrollarla de la manera más realista y positiva posible y que nos permita descubrir nuestros recursos personales, para apreciarlos y utilizarlos debidamente, así como nuestras deficiencias, para aceptarlas y superarlas en la medida de nuestras posibilidades.
Si no nos valoramos en lo que realmente valemos, si no reconocemos y apreciamos las cualidades y talentos que realmente poseemos, si no aceptamos con serenidad nuestros límites, seremos presa fácil de la inseguridad y la desconfianza en nosotros mismos; nos será más difícil afrontar y superar los problemas de nuestra vida cotidiana; nos resultará casi imposible emprender proyectos arriesgados, pero accesibles a nuestras posibilidades por otro lado, podríamos fácilmente caer en la tentación de intentar empresas que, por exceder nuestra capacidad, estarían condenadas al fracaso.
Por lo tanto, el conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias conductuales dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos, hacia las características de nuestro cuerpo y de nuestra forma de ser, configuran la autoestima.
De ahí la importancia de un autoconocimiento, como fundamento imprescindible para conocer y reconocer tanto lo positivo como lo negativo de los rasgos de nuestro carácter y de nuestras conductas; base desde la que nos será posible modificar actitudes irreales, prejuicios, etc., y fortalecer la evaluación realista de nuestros recursos, posibilidades, límites, errores, etc.
Existen algunas actitudes claves donde la autoestima juega un importante papel:
Saber escuchar. cuando hay baja autoestima es difícil aceptar que se está equivocado, o pensar que alguien tiene mucho que enseñarnos. Por tanto, se adoptan actitudes cerradas al diálogo.
Optimismo. Cuando existe una adversidad, el individuo con baja autoestima tiende a culparse inmediatamente del problema, lo cual hace que se sienta peor y continúe culpándose por largo tiempo. La baja autoestima nos puede ayudar a caer en pesimismo y depresión.
Relaciones interpersonales. La persona con autoestima baja puede establecer relaciones interpersonales, pero sin pensar en sus propias necesidades. A la larga, su actitud puede orillarla a explotar - con los demás o consigo misma -, a culparse, a sentirse que es una víctima y que la gente abusa de ella. Y actúa a la defensiva, agresiva o pasivamente, rompiendo en ambos casos el nivel de igualdad deseable para las relaciones sanas.
Desarrollo del propio talento y creatividad. La persona con baja autoestima suele tener un juez crítico muy severo, quien le exige la perfección, o bien, la crítica tan severamente por sus intentos de actuar, que la persona deja de hacer algo, quedándose con metas incumplidas o, en el mejor de los casos, a medias. Cuantas personas existimos que emprendemos alguna acción y ésta se queda a medias por nuestro juez crítico. Nos inmoviliza.
Felicidad. La persona con baja autoestima se siente mal aun cuando haya tenido éxito, fácilmente puede descontar sus méritos o pensar que le falta lograr más, tiene toda una red de conceptos e imágenes mentales que actúan como expertos saboteadores de la felicidad.
Búsqueda de lo que uno merece. La persona con baja autoestima no cree merecer o necesitar ciertas cosas, como vienen de él, las menosprecia y cede su lugar a otros.
Seguridad en uno mismo. Quien tiene baja autoestima pierde confianza en sí mismo, duda de sus habilidades, incluso de las ya demostradas, vive a la defensiva. Si obtiene un logro no siente certeza de continuar haciéndolo en el futuro, no se siente eficaz.
Cuando la autoestima es alta nos sentimos llenos de energía y entusiasmo, nos sentimos capaces de todo, nos sentimos seguros de nuestro propio valer y nuestra importancia. Cuando la autoestima es baja, estamos cansados, nada nos entusiasma, nos sentimos inseguros de lo que somos capaces de hacer, sentimos que valemos poco.
Es indudable que todos, en una época u otra vivimos situaciones difíciles, creemos que son más los problemas que tenemos que las soluciones que podemos dar. La persona con autoestima alta toma todos los incidentes de la vida como crisis pasajeras, no se deja abrumar, puede tomar un breve descanso, pero no se deja vencer, no se rinde, sabe que logrará lo que se propone y se sobrepondrá a la mayoría de los obstáculos.
CÓMO SE FORMA LA AUTOESTIMA
El sentimiento de valor propio lo aprendemos desde la infancia, desde niños interactuamos con otras personas, nos sentimos apoyados en mayor o menor grado, recibimos palabras de aliento y desaliento, directa e indirectamente de los padres y de otras personas, de las experiencias y comunicaciones con otras personas, comenzamos a formarnos una imagen de nosotros mismos, adquirimos una especie de balanza en la que comparamos nuestro valor contra el que nos ha dado el mundo adulto.
A través de estas primeras comunicaciones recibimos ideas de lo que otros sienten hacia nosotros, diversas opiniones sobre qué tan capaces somos para hacer o no las cosas, qué tan agradables o desagradables somos, qué tanta confianza nos tienen, qué tan dependientes o independientes quieren que seamos; al transcurrir el tiempo, vamos asimilando el concepto que los otros nos transmiten y le vamos asignando una calificación a nuestra autoestima, la que representa qué tanto nos queremos a nosotros mismos.
El niño que llega al mundo no tiene pasado, no sabe cómo conducirse, no cuenta con una escala para juzgar su valor. El bebé depende por completo de las experiencias de otras personas, así como de sus mensajes sobre el valor que tiene como individuo. Durante los primeros cinco o seis años, la autoestima del niño quedará conformada casi exclusivamente por su familia. Después que inicie sus estudios escolares, recibirá otras influencias. Lo aprendido fuera de su familia reforzará
...