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BULLYING: Estado de alerta tanto para colegios como también para familias


Enviado por   •  25 de Junio de 2019  •  Documentos de Investigación  •  2.377 Palabras (10 Páginas)  •  93 Visitas

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BULLYING:

Estado de alerta tanto para colegios como también para familias.

Sucede en comunidades donde los adultos han fracasado en la tarea de mediar entre pares cuando el comportamiento agresivo aparece. El agredido teme denunciar, por lo que ni siquiera se atreve a pedir ayuda, menos a un adulto. No tiene esperanza en que la ayuda pueda ser efectiva, y tiene miedo de que, tras denunciar el abuso, éste crezca y continúe. Queda expuesto, paralizado y acorralado psicológica, emocional y socialmente.


El bullying es un tipo de violencia en escolares ejercido por los mismos pares. La prevalencia en Chile es alta, y está demostrado que hasta un 85% de los escolares declara haberlo sufrido alguna vez. Entre 2017 y lo que va de 2018, ha habido un 25% más de denuncias que en años anteriores, por lo que la situación es alarmante. Las estadísticas conocidas hasta el momento se basan en denuncias realmente efectuadas, por lo que el real panorama es aún desconocido: muchos niños callan lo que sucede en su entorno escolar por distintos motivos: vergüenza, falta de confianza e incluso miedo a sufrir represalias. Estamos frente a un enemigo silencioso, y parece ser que la prevención es el mejor camino para evitar que las cifras sigan disparándose.

Es evidente que la violencia ha ido en aumento, afectando de manera directa y severa las relaciones entre niños y niñas, tanto en su salud física como también mental, siendo una de las causas más altas de suicidio en adolescentes según datos de la OCDE. El daño causado no ocurre solamente al momento en que ocurren los actos de violencia y agresión, sino también posterior, en las relaciones interpersonales de esos niños al llegar la adultez.

BULLYING – Acoso sostenido en el tiempo

Para que exista la figura de acoso escolar, es necesario que el comportamiento agresivo hacia la víctima sea sostenido en el tiempo, y que entre los involucrados haya una diferencia de poder, produciendo en la víctima un daño físico y/o psicológico.  Se trata de un tema muy serio y relevante en todos los niveles de nuestra sociedad: más aun entre padres, apoderados y profesores. La psicóloga clínica infanto - juvenil Paula López Ugarte considera que a nivel familiar se puede detectar y trabajar este tipo de situaciones, con acciones simples y básicas.

¿Qué elementos consideras que deben de estar presentes para poder determinar que un niño o niña está siendo víctima de bullying? En mi experiencia clínica, un niño que está siendo víctima de bullying comienza a manifestar cambios conductuales y psicológicos importantes. Hay que diferenciar las manifestaciones conductuales de niños entre 7 y 10 años, de las de niños entre 12 y 16 años. En cuanto el primer grupo, los niños comienzan a entregar a sus padres algunas verbalizaciones que evidencian rechazo social de parte de sus compañeros de curso. Por otra parte, se evidencia un cambio de conducta en relación a etapas anteriores en donde no ha sido acosado. Los cambios conductuales más frecuentes en este grupo tienen que ver con manifestaciones de ansiedad, dificultades para dormir o terrores nocturnos. Son niños que comienzan a evitar situaciones en que debe permanecer sin sus padres, como cumpleaños o reuniones extra programáticas con sus compañeros, fuera de horario escolar. Aumenta significativamente la sensibilidad emocional: se vuelven irritables, a veces más llorones e incluso impulsivos y enojones. Verbalizan que no quieren ir al colegio, les cuesta levantarse en las mañanas y la separación de sus padres en el colegio se dificulta.

En cuanto al segundo grupo, los cambios conductuales se manifiestan a través de una excesiva introversión, se encierran en su pieza, evitan hablar de situaciones escolares. Se evidencia también baja energía, aumento o baja de peso, y en ocasiones disminuye también el rendimiento escolar. A nivel emocional, se les ve inseguros y con poca capacidad para la toma de decisiones.

¿Cuáles son las conductas que funcionarían como indicadores para las familias?

Es importante que los padres estemos atentos a cambios conductuales de nuestros hijos, y no caer en minimizarlos. Se recomienda intentar conversar con ellos, pedir entrevista con sus profesores o pedir ayuda profesional para determinar si esos cambios observados se deben a una etapa normal del desarrollo o algo está ocurriendo con el niño. Un niño que consigue denunciar una situación de acoso tempranamente a padres y profesores puede evitar consecuencias psicológicas graves a largo plazo.

Hay factores asociados a víctimas y otros a agresores, sobre todo las conductas agresivas en que actúan niños o adolescentes frente a sus víctimas, y sus consecuencias tienen relación fundamentalmente con la salud mental de los afectados.

FACTORES ASOCIADOS TANTO PARA VÍCTIMAS COMO PARA AGRESORES: Relaciones violentas

La base del acoso escolar está en que estamos viviendo en una sociedad en el que el estilo de relaciones es desde la violencia. Esto ocurre desde el entorno familiar,  que es la base de la educación de nuestros niños: hay una crisis de los estilos de crianza,  muchas veces no nos damos cuenta de la gran carencia de habilidades para resolución de conflictos, falta de comunicación, y la cultura familiar en sí.

Existen efectivamente factores asociados, que, según la psicóloga clínica Paula López, inciden directamente en este tipo de conductas.

 Los factores de riesgo de ser víctima de bullying pueden ser personales o familiares. En general, los niños que son acosados tienen rasgos corporales o faciales algo diferentes, o constituciones físicas que provocan rechazo en sus pares (excesivamente flacos, gordos, altos, bajos, etc.). Por otra parte, la mayoría de ellos son niños introvertidos, inseguros, por lo tanto fáciles de atacar, y con escasas habilidades sociales, por lo cual defenderse es algo imposible para ellos. Son niños que se sienten vulnerables y frágiles ante la agresión de sus pares. A nivel familiar, mi experiencia clínica me dice que no existe un solo patrón o estilo de crianza que pueda explicar que un niño sea víctima de acoso, sin embargo familias excesivamente sobreprotectoras generan niños poco autónomos, dependientes de sus padres, inseguros, con baja autoestima, retraídos y con pocas habilidades sociales, lo cual los deja inmediatamente a la deriva de sus pares más violentos, sin herramientas para protegerse. Por otra parte, hay riesgo también cuando estamos frente a familias con escasa comunicación, poco empáticas y con estilos de crianza muy estrictos y rígidos, que impiden que el niño tenga la confianza necesaria para denunciar a tiempo la situación de acoso por la que está pasando. Esto agrava el problema y genera consecuencias psicológicas graves e irreversibles si llega a mantenerse en el tiempo.

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