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CONDUCTA CRIMINAL


Enviado por   •  1 de Junio de 2013  •  2.493 Palabras (10 Páginas)  •  793 Visitas

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I: HISTORIA Y CAUSAS DE LA CRIMINALIDAD:

HISTORIA DE LA CRIMINALIDAD

Sabemos poco de la historia de la criminalidad. Lo que en los libros de Criminología se expone es la historia de la Criminología misma, pero no la historia de la criminalidad como tal. Sólo gracias a algunas investigaciones históricas específicas conocemos cuestiones puntuales, referidas sobre todo a Francia e Inglaterra, que apenas se pueden reunir en un sistema más amplio de líneas evolutivas.

Más importantes son las razones por las que carecemos de estos datos:

La historia del Derecho se ha ocupado tradicionalmente más del Derecho privado; sólo recientemente ha comenzado a ocuparse del Derecho penal.

Por otra parte, a diferencia de lo que sucede con el Derecho civil, la historia del Derecho penal apenas se puede entender si sólo se investigan sus normas y dogmas. Hay que investigar también los “datos reales”: la evolución social, el delito, la praxis social y estatal en la persecución, condena y ejecución de las penas e incluso los mecanismos de control social que operan junto con el Derecho penal propiamente dicho.

Tampoco las ciencias históricas en general se han ocupado de estos datos reales hasta épocas recientes. Otra razón más que demuestra por qué la historia de la criminalidad es como historia social una tierra incógnita.

a) Necesidad del conocimiento de la criminalidad:

La razón probablemente más importante y de mayor significación que tiene para el Derecho penal y la Política Criminal la necesidad de conocimiento de la criminalidad es que su conocimiento no es evidente, sino que depende de determinados presupuestos que, además, iluminan el estado de estas materias.

El que ese conocimiento no sea evidente se debe, entre otras cosas, a la separación tradicional que existe entre Derecho penal y Criminología.

Aunque desde hace por lo menos un siglo, la Criminología puede ofrecer datos sobre la criminalidad y el delito ya ordenados y comprobados, el Derecho penal y la Política criminal a duras penas han hecho uso de estos datos, dejando a la Criminología en un lugar secundario sin hacer cuestión de su objeto.

La necesidad de conocimiento de la criminalidad y del delito depende de lo que se pretenda hacer con estos fenómenos. La investigación empírica que la criminología puede realizar, sólo tiene sentido si también el Derecho penal está interesado en las circunstancias empíricas del delito y de la criminalidad, es decir, sino se limita sólo a lo normativo.

Quien espere que el Derecho penal y la Política criminal asegure un “mínimo ético”, no tiene por qué plantearse los efectos que realmente produce la Administración de Justicia penal, ni investigarlos empíricamente.

Para una concepción como ésta puede ser suficiente y lo ha sido durante decenios- con limitarse a responder cuestiones filosófico normativas, como qué tipo de normas, por qué y bajo qué condiciones protegen ese mínimo ético y deben ser, por tanto, objeto de regulación penal.

En cambio, silo que realmente interesa es saber si la Administración de Justicia penal protege “realmente” ese mínimo normativo, entonces es preciso un Derecho penal orientado a las consecuencias, en el que

• la justicia de las decisiones de las distintas instancias jurídicopenales (legislador, juez, funcionarios de prisiones, asistentes sociales, etc.) se mida en función de si producen consecuencias favorables o, por lo me nos, evitan las desfavorables (para el inculpado, el condenado, el tráfico de drogas, otros delincuentes potenciales, los demás ciudadanos, etc.);

toda decisión que produzca consecuencias desfavorables sea corregida, aunque sea correcta desde el punto de vista normativo o conceptual.

La necesidad de un conocimiento de la criminalidad es, pues, característica de un Derecho penal orientado a las consecuencias.

b) importancia del conocimiento de la criminalidad:

Para un Derecho penal orientado a las consecuencias tanto en la teoría como en la praxis, el conocimiento de la criminalidad y del delito es obviamente muy importante. Actualmente no se puede negar que el Derecho penal está orientado a las consecuencias.

Tampoco se puede desconocer que en los dos últimos decenios ha crecido enormemente la extensión e intensidad de las investigaciones empíricas sobre el Derecho penal.

Quizás ello se debe también a que aún no se ha llegado a un acuerdo teórico y político sobre si y hasta qué punto es aceptable esta orientación.

Y, finalmente, quizás también a que la Administración de Justicia penal apenas puede, por razones orgánicas, elaborar este saber empírico y utilizarlo en la praxis, pues mientras las más altas instancias, como el Parlamento o el Tribunal Constitucional, se pueden asesorar recabando información de los expertos, el juez penal, por razón de tiempo y dinero, apenas puede hacerlo.

La conducta criminal:

En esta sociedad donde el incremento de la violencia a nivel global hace inminente que sea necesaria una intervención y atención prioritaria. Ya no solo los actos de violencia sino también la prevalencia y su aumento de demás actos delictivos y criminales hacen que las investigaciones científicas y médicas tomen posición pública con el objetivo de dar explicación a estos actos y conductas criminales desde la visión orgánica del sujeto humano. No en vano en el año 2002 en la Convención anual de la Asociación de Psiquiatría, celebrada en Pennsilvania, abordo la conducta criminal y su prevalencia en la sociedad de hoy. El abordaje se situó en la relación de la diversidad de trastornos mentales y otras patologías con la violencia y la conducta criminal. Conclusiones que hace retomar algo tan importante como es la reflexión que debemos hacer la sociedad de cualquier país ante los sujetos que adoptan la conducta criminal. Reflexión, según yo y otros divulgadores, actitud que hemos ido dejando de utilizar por las consideraciones sociales.

Por otra parte la OMS ha visto tan alarmante este aumento de la criminalidad que ha tenido que emprender de una forma urgente el instar a los investigadores, de las neurociencias y biológicas, a que tomen un serio compromiso de integrar

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