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Carta A Un Joven Profesor


Enviado por   •  14 de Agosto de 2014  •  1.663 Palabras (7 Páginas)  •  285 Visitas

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Philippe Meirieu en “Carta a un joven profesor” nos relata y aconseja a la nueva generación de docentes y nos comparte sus propias experiencias. Menciona la preocupación de los docentes por comprender lo que está en juego en lo más íntimo del acto de enseñar. Habla de la existencia de una dimensión oculta que se establece dentro del docente, la esperanza de que un día en clase ocurra “algo” importante, que suceda algo que “marque la diferencia”. Ser docente es una forma particular de estar en el mundo, de enfrentarlo y de sentir pasión por la transmisión que se da en la clase.

El acto pedagógico hace referencia a los ideales que se establecen en el futuro docente en cuanto al ser docente y ser estudiante. Esta dimensión oculta no suprime las dificultades cotidianas, tampoco descalifica la labor necesaria de reflexión que debe llevarse a cabo sobre los contenidos de la enseñanza.

Hace referencia a la diferenciación que se estable en cuanto a ser Profesor de Primaria o Profesor de Secundaria; en nuestro imaginario colectivo se nos presenta que el profesor de primaria nos lleva a pensar en una relación especial con la infancia, formada de paciencia y solicitud, mientras que el trabajo del profesor de secundaria nos recuerda una relación privilegiada con el saber erudito, formada de impaciencia y rectitud. Esta misma división se ha instalado en las instituciones escolares.

El profesor debe permitir a cada alumno abordar un saber que le sobrepasa y proporcionarle la ayuda necesaria para que lo interiorice; Meirieu destaca ni cuidados maternales ni abandono; aprender quiere decir ver como se tambalean las propias certezas, sentirse desestabilizado y necesitar, para no perderse o desalentarse, puntos de referencia estables que solamente puede proporcionar un profesional de la enseñanza. El saber y el seguimiento para el profesor son una sola cosa, un saber disciplinario que el docente expone o traslada a sus estudiantes y por otra parte debe estar atento a las dificultades de la clase y proponer a cada uno ejercicios adaptados. Los obstáculos surgen en el encuentro entre el saber y los alumnos, aparecen cuando el profesor intenta hacer entender cómo se organizan los conocimientos y los alumnos les transmiten su propia organización mental.

¿Porque hemos elegido ser docentes? Quizás en algún momento de nuestra escolarización nos topamos con algún maestro que hizo que alguna disciplina nos resultara interesante; donde nos conectamos y estuvimos presentes en una forma de entrar en relación con otro ser, con un objeto de saber que nos ha elevado y nos ha ayudado a crecer. Donde su influencia nos ha ayudado a construirnos. Esto es lo que Meirieu nos menciona como acto creador; somos responsables como futuros docentes en acompañar y crearles y hacer vivir a nuestros estudiantes el acto creador que hemos vivido; intentar que se produzca en ellos el acto pedagógico.

Todo deseo de transmitirles a nuestros alumnos nuestro saber se ve contrapuesto cuando tenemos que luchar con los espacios y horarios limitados, programas impuestos y una multitud de tareas, nos irrita tener que cumplir con obligaciones administrativas que ocupan nuestro espacio para enseñar. Por momentos tenemos la sensación de desempeñar dos labores diferentes, por un lado el profesor delante de nosotros mismos y nuestros alumnos, y el de organizador de actividades diversas, con la finalidad de responder a los mandatos de un proyecto institucional del que podría prescindir.

Cuando se nos presentan los proyectos de escuela o de centros de enseñanza debemos adueñarnos y poner en el punto en la mira del acto pedagógico; no hay que olvidarse que se trata de la transmisión, no hay que perderse en los delirios organizativos, sino entregarse a los proyectos que apoyan nuestro deseo de enseñar y suscitan la voluntad de aprender de los alumnos. Generalmente estos proyectos nunca garantizan la progresión de cada alumno; ahí nos decepcionamos, mientras deseamos arrastrar todo un curso hacia el conocimiento, se nos piden que dispersemos en multitud de tareas el acompañamiento individual; y pensamos que nos es la ideal con la que hemos soñado; por ello confundimos el acto pedagógico con sus representaciones institucionales, a nuestro parecer más prestigiosas. Si no nos acercamos a determinado modelo, nos sentimos culpables. Nos han hecho creer que el acto de transmitir es también una puesta en escena. Debemos facilitar que todos los alumnos progresen, el seguimiento del alumno, la labor individualizada, también son absolutamente necesarios para la transmisión del saber. La didáctica es la búsqueda mediante la cual intentamos entender cómo funciona la cabeza de un alumno para que asimile, lo mejor posible los conocimientos del programa.

Los alumnos pueden ocupar y “usar” su inteligencia en la medida que se les conceda una actividad accesible pero difícil, difícil pero accesible. Hacerles utilizar los mejor posible los saberes que ya dominan, pero con vistas de acceder a conocimientos nuevos. Es un esfuerzo permanente para que aprender sea una verdadera “operación mental”. Nos convertimos en verdaderos investigadores para

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