Como Puede Ser Jesús Nuestro Ejemplo Si No Fue Como Nosotros
TonnyJose6 de Mayo de 2014
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LA HUMANIDAD SINGULAR DE CRISTO: UN EJEMPLO PERFECTO
Introducción
El presente trabajo presupone que Cristo tomó la humanidad espiritualmente inmaculada: Fue concebido por el Espíritu Santo (Mat 1:20); fue llamado “el santo ser que nacerá” (Luc 1: 35); su ministerio fue denominado “santo, sin mancha, apartado de los pecadores” (Heb 4: 15; 7: 26), que “no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1Ped 2: 22) y que “no hay pecado en él” (1Jn 3: 5-7). Jesús mismo desafió a sus detractores diciendo: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” (Jn 8: 46).
La cuarta creencia adventista llamada “Dios el Hijo”, declara que “Jesús no poseía propensiones ni inclinaciones al mal, ni siquiera pasiones pecaminosas”. Que “Jesús nunca hizo confesión de pecado ni ofreció sacrificio. No oró: ‘Padre, perdóname’, sino ‘Padre, perdónalos’ (Luc 23: 24)” .
“La humanidad de Cristo no fue la de Adán; esto es, la humanidad de Adán antes de su caída. Tampoco fue la humanidad caída, esto es, la humanidad de Adán después de la trasgresión, en todos sus aspectos. No era la humanidad original de Adán, porque poseía las debilidades inocentes de los seres caídos. No era la humanidad caída, porque nunca había descendido a la impureza moral. Por lo tanto, era en el sentido más literal nuestra humanidad, pero sin pecado”.
La Sra. White, a pesar de mencionar que Cristo tomó la naturaleza humana con cuatro mil años de pecado y degeneración , es enfática al presentar a Cristo espiritualmente inmaculado, diferente a nosotros:
“Cristo no poseía la misma deslealtad pecaminosa, corrupta y caída que nosotros poseemos” .
“Permítase que todo hombre quede advertido de apartarse del terreno de hacer a Cristo humano del todo, al igual que uno de nosotros; porque no puede ser” .
“El es un hermano en nuestras debilidades, pero no en la posesión de pasiones iguales. Como el único sin pecado, su naturaleza se apartaba del mal” .
“No lo presentéis ante la gente como un hombre con las propensiones del pecado… ni por un momento hubo en él propensión maligna alguna”
Es claro, entonces, entender que la humanidad de Jesús fue sin propensiones o tendencias hacia el mal, a diferencia de la humanidad poslapsariana que es “vendida al pecado” (Rom 7: 14), fuente de maldad, (“del corazón salen los malos pensamientos” Mat 15: 19) y concupiscente (de ephitumia, que significa inclinación al mal) (Sant 1: 14), posición que ha sido demostrada por muchos.
Proposición
Si Jesús, en su humanidad, fue diferente a los demás seres humanos, entonces es de suponer que Cristo no puede ser su ejemplo, porque él tuvo “ventajas”. Si no era como los demás, con “propensiones”, o “concupiscencia”, entonces no puede comprenderlos ni menos ser su modelo ni ejemplo.
Antes de responder, y aparentemente acrecentando el problema, es necesario notar que la singularidad de Jesús no sólo radicaba en su naturaleza humana “inmaculada”, sino también en dos diferencias más. Jesús participaba de dos condiciones únicas: Él era Dios-Hombre (Fil 2: 5-7) y él era la expiación del pecado (Jn 1: 29).
Ahora, el problema es mayor, Jesús tiene tres diferencias con el resto de la humanidad. ¿Puede Jesús realmente ser nuestro ejemplo perfecto si no fue realmente como nosotros? ¿Vino Jesús a este mundo con tres ventajas sobre nosotros y nos pide que seamos como él?
La respuesta es sí. Jesús es nuestro ejemplo perfecto. Porque esas diferencias no se constituyeron en ventajas si no en graves desventajas que le provocaron tentaciones reales y sumamente “asediadoras”, haciendo que él sea tentado tanto y más que nosotros, convirtiéndolo en nuestro ejemplo perfecto.
Se entiende que la tentación en el ser humano obra desde adentro y desde afuera. Desde adentro por la propia y sui géneris concupiscencia. Y desde afuera por el mundo y el maligno. Cristo fue tentado por las dos fuerzas de tentación: la interna y la externa (Santiago 1:14; Mateo 4:6-11; 1 Timoteo 3:5).
Procedimiento
El primer punto de referencia será las Sagradas Escrituras, por supuesto; luego la segunda fuente primaria serán los libros y artículos preparados por autores adventistas y en especial los escritos de Elena de White.
A manera de aclaración, y en forma rápida, se analiza algunos aspectos que están relacionados con las similitudes de Jesús con la naturaleza humana. Luego, la primera parte, analiza la primera diferencia: Cristo Dios-Hombre (Lucas 1:35; Juan 1:1-3, 14). No desde el tema de cómo se relacionaron estas dos “voluntades”, tema que fue definido en el Concilio de Calcedonia de 451 d.C., sino de cómo esta “condición especial” Dios-Hombre afectó a Jesús en la lucha contra la tentación y el pecado.
La segunda parte, analiza la segunda diferencia: Cristo el Salvador (expiación) (Juan 1.29). No desde el tema soteriológico, sino de cómo esta “condición especial” Cristo-Salvador afectó a Jesús en su lucha contra la tentación y el pecado. La tercera parte analiza la tercera diferencia: Cristo espiritualmente inmaculado (Heb 4: 15; 7: 26). No desde el tema teológico, sino de cómo esta “condición especial” Cristo inmaculado afectó a Jesús en su lucha contra la tentación y el pecado.
Similitudes de Jesús con la naturaleza humana
Es importante notar los numerosos puntos de semejanzas entre Jesús y la humanidad. El Dr. Vaucher presenta en forma condensada seis similitudes:
1. “Corporeidad carnal”: Hebreos 2:14. Dios que es espiritual, se hizo carne.
2. “Relatividad” Lucas 22:41-44. Jesús vivió en un estado de dependencia absoluta en relación al Padre. Se adaptó al medio en el cual se encontraba.
3. “Perfectibilidad” Hebreos 5:8-10. Sujeto al desarrollo y al perfeccionismo.
4. “Solidaridad específica”: Hebreos 2:11. Identificación con la raza culpable.
5. “Pasibilidad”: Hebreos 5:7. Jesús estuvo sujeto a la necesidad, al sufrimiento y a la muerte.
6. “Falibilidad”: Hebreos 4:15. Jesús podía pecar.
Segunda Parte
Cristo hecho Dios-Hombre (Lucas 1:35; Juan 1:1-3, 14; Filipense 2: 5-7).
Esta “situación especial” divina-humana de Jesús en vez de darle ventajas frente al conflicto con el pecado fue la mayor desventaja. Esta situación hizo real y difícil el conflicto que Jesús entabló en su lucha contra la tentación y el pecado.
¿Qué es el pecado? En esencia el pecado es “autonomía” o “independencia” de Dios. Es la voluntad individual por encima de la voluntad de Dios. Pecado es desobedecer la voluntad de Dios que ha sido expresado en su santa ley (1Jn 3: 4).
Esta tentación de “autonomía” o “independencia” obra en el ser humano “maculado” influido por dos fuerzas: Una interna, que es la “epithumia”, y la otra externa que es el mundo de pecado que opera bajo la fuerza del maligno.
La fuerza del pecado entronizado en la voluntad humana produjo debilidad de carácter que pueden ser catalogadas en tres áreas. Las tres tentaciones de Jesús en el desierto permiten conocer las tres áreas: La tentación del apetito (Mat 4: 2, 3), la tentación de la codicia (Mat 4: 8-10), y la tentación de la soberbia (Mat 4: 5, 6). Las tentaciones apuntaron a provocar en Jesús “autonomía” o “independencia” de su Padre.
Las tres áreas de la tentación interna son mencionadas también por el apóstol Juan (1Juan 2: 15-17). Él exhorta al cristiano a no “amar” al mundo. Luego, en el v. 16 menciona el significado de ese amor (v. 16) refiriéndose a las tres áreas del pecado; que encuentran relación con las tres tentaciones de Jesús:
1. “Los deseos de la carne” Placer Apetito Mat 4: 2, 3.
2. “La codicia de los ojos” Dinero Codicia Mat 4: 8-10.
3. “La soberbia de la vida” Poder Soberbia Mat 4: 5, 6.
La Sra. White escribió sobre esto mismo diciendo:
“Se abrió otro libro en el cual estaban anotados los pecados de los que profesan la verdad. Bajo el encabezamiento del egoísmo venían todos los demás pecados. Había también encabezamiento en cada columna, y debajo de ellos, frente a cada hombre, estaban registrados en sus respectivas columnas los pecados menores. Bajo la codicia, venía la mentira, el robo, los hurtos, el fraude y la avaricia; bajo la ambición venía el orgullo y la extravagancia; los celos encabezan la lista de la malicia, la envidia y el odio; y la intemperancia, otra lista de crímenes terribles, como la lascivia, el adulterio, la complacencia de las pasiones animales, etc.”
De acuerdo a esta cita, la “apithumia” se clasifica en cuatro:
Egoísmo
Codicia Ambición Celos Intemperancia
Mentira Orgullo Malicia Lascivia
Robo Extravagancia Envidia Adulterio
Hurto Odio Pasiones animales
Avaricia
Estas fuerzas (epithumia o propensiones) empujan al mal, inclinan al pecado, a la “independencia” o “autonomía” de la voluntad de Dios. Jesús fue tentado por las dos fuerzas de tentación. En lo externo, por el diablo (Mateo 4:1-11); por los fariseos (Mateo 22:34, 35); los escribas y los herodianos (Mateo 22:16, 18) y hasta por los propios discípulos (Mateo 16:23).
También Jesús fue tentado por las fuerzas internas. En el hombre encuentran su origen en la concupiscencia. Cada uno tiene su propio nivel, peculiaridad e intensidad de propensiones hacia el mal; de ahí que cada
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