Conductismo comte

En el texto Principios de filosofía positiva, Augusto Comte, sostiene que el fundamento de la psicología positiva es que todos los fenómenos están regidos por leyes naturales que son invariables. Y considera que es totalmente inaccesible y sin sentido toda investigación sobre las causas, ya sean primeras o finales, por lo tanto no estudian cuales de ellas generan los fenómenos, sino que analizan de manera exacta las circunstancias en que se producen, y tratan de coordinar los fenómenos con otros, es por esto que la filosofía positivista se distancia de la filosofía teológica y de la metafísica, ya que estas sí se preocupan de buscar las causas.

Manifiesta que nadie en sus investigaciones ni en sus argumentaciones ocupa ya los métodos teleológicos y metafísicos: “Los métodos teolójicos i metafísicos que, con respecto a todos los otros jéneros de fenómenos, no son ya empleados por nadie, ni como medio de investigación, ni siquiera como medio de argumentación” (p.88)

 Comte menciona que no puede entregar una fecha exacta desde que se generó el positivismo, pero sí sostiene que ocurrió hace aproximadamente dos siglos atrás desde los preceptos de Bacon, las concepciones de Descartes y los descubrimientos de Galileo. En esos momentos el positivismo comenzó a manifestarse en contra del espíritu teológico y metafísico, calificándolos como supersticiosos.

Señala que el estudio de la filosofía positivista es el único y verdadero método racional de evidenciar las leyes de la humanidad. Comte indica estar de acuerdo con de Blainville cuando dice que todo ser viviente puede ser estudiado desde su aspecto estático (momento en que se encuentra apto para actuar, siendo importante su anatomía y fisiología) y su aspecto dinámico (cuando está actuando) a través de estas dos áreas se puede llegar a conocer los fenómenos intelectuales, abstrayéndose las causas y los efectos.

El positivismo sostiene que el espíritu humano puede mediante la observación, dar cuenta de  todos los fenómenos que están en el exterior, pero no puede observarse a sí mismo, ya que si él es el objeto de observación, se pregunta entonces quién sería el observador. El hombre aunque trate de observarse a sí mismo en el sentido de saber las pasiones que lo mueven a hacer determinadas cosas, esto jamás tendrá un valor científico, ya que la mejor manera de observar es haciéndolo hacia los demás: “el mejor medio de conocer las pasiones será siempre observarlas en, los demás; porque todo estado de pasión mui pronunciado, es decir, el que precisamente seria mas esencial examinar, es necesariamente incompatible con el estado de observacion” (p.101) manifiesta que el observador no puede dividirse en dos y ser observador al mismo tiempo que observado, es decir, puede observar todos los fenómenos, pero no los propios.

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