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Contrabandistas de la memoria


Enviado por   •  10 de Marzo de 2016  •  Resúmenes  •  6.401 Palabras (26 Páginas)  •  141 Visitas

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Contrabandistas de la memoria

CAPITULO I  “ Introducción”

 

            La transmisión de una cultura, una creencia, una filiación, una historia, durante mucho tiempo pareció funcionar por sí misma.

            El ritmo de vida provincial, el sedentarismo permitían en última instancia que no hubiera necesidad de plantearse la cuestión con la agudeza que hoy exige. Parecía algo natural…Una generación reproducía las creencias, el modo de vida, el dialecto o la lengua de las que habían precedido integrando las nuevas adquisiciones de la técnica.

            Esta visión está contradicha por los hechos. Freud recuerda que “lo nuevo “ al destronar lo “ antiguo” parece estar constantemente en peligro una valiosa estabilidad.

La transmisión de lo nuevo tropieza siempre con los logros que cada uno de nosotros privilegia por sobre todo lo demás.

En cada uno de nosotros palpita la necesidad de transmitir íntegramente a nuestros descendientes aquello que hemos recibido.

            La necesidad de TRANSMITIR está inscripta en la historia. Todos estamos inscriptos en una genealogía de sujetos que no ignoran que son mortales.

            Es eso mismo lo que diferencia lo humano de lo animal: un saber sobre la muerte y la genealogía que dicta la necesidad de que un mínimo de continuidad está asegurada.

            Somos todos portadores de un nombre, de una historia singular, ubicada en la historia de un país, de una región, de una civilización. Somos sus depositarios y sus transmisores. Somos sus pasadores.

            Que adhiramos o no a esos valores, no excluye que nuestra vida sea más o menos deudora de eso, de ese conjunto que se extiende desde los hábitos alimentarios a los ideales más elevados.

            Ahora bien, es evidente que salvo excepción, lo que hemos heredado es constantemente modificado de acuerdo a las vicisitudes de nuestra vida, de nuestros exilios, de nuestros deseos.

            Estamos condenados a reproducir? La transmisión recibida y ofrecida como herencia supone el eterno retorno? Probablemente no…Esa tendencia a fabricar clones no es intrínseca de la transmisión. Lo apasionante es que somos diferentes de quienes nos precedieron y que nuestros descendientes es probable que sigan un camino sensiblemente diferente al nuestro…sin embargo, es allí, en esta serie de diferencias en donde inscribimos aquello que transmitiremos.

            “Una transmisión lograda ofrece a quien la recibe un espacio de libertad y una base que le permite abandonar el pasado para ( mejor) reencontrarlo.

            Desprenderse de la pesadez de las generaciones precedentes para reencontrar la verdad subjetiva de aquello que verdaderamente contaba para quienes, antes de nosotros, amaron, desearon, sufrieron o gozaron por un ideal.

            A menudo el niño es confrontado con un pasado que ignora y que en este sentido puede parecerle enigmático. Es así como, por ejemplo, una niñita de padres polacos, obreros mineros en Lorraine, descubrió con estupefacción el día de su entrada a la escuela primaria que vivía en un país llamado Francia del que ignoraba todo. Ignoraba el francés, que era un país diferente en más de un sentido de aquello con lo que convivía cotidianamente en el barrio de mineros. Durante años tuvo que confrontarse con las dificultades nacidas del enigma que entonces la había conmocionado. Quién era? De dónde venía? Otras tantas cuestiones que debían resurgir durante todo un período de su existencia. Ninguna palabra había sido enunciada durante su primera infancia sobre la historia de la emigración de sus padres. Ninguna palabra había podido dar cuenta, en el momento de su descubrimiento, que ella había nacido en el exilio de una patria desconocida en un país del que nada sabía. Ningún discurso había podido enunciar lo que hubiera permitido dialectizar un sentimiento de inquietante extrañeza. Esta experiencia la acompañaría durante muchos años, llevándola a sentirse, en su vida familiar y profesional como una extranjera que no se autorizaba a la felicidad ni al éxito.

            Era el producto de un silencio embarazoso, de una dificultad en transmitir una situación que sus propios padres habrían tenido gran dificultad para simbolizar.

            Por eso es que debemos entender LA TRANSMISION como aquello que da cuenta del pasado y del presente. Rn estas condiciones permite que el niño aborde su propia existencia de un modo menos doloroso si escucha a sus padres hablar de su historia y de su cotidianeidad.

            La cuestión que plantea el silencio, en el lugar de un pasado sepultado y de un presente en devenir, representará algo que tendrá como efecto en la vida del niño, una imposibilidad de participar de la vida social.

 Romper en silencio, no es transmitir? Acaso cuando un niño plantea la cuestión de sus orígenes no es también para intentar saber en qué deseo está inscripto? Por qué transmitir? Qué transmitir? Cómo transmitir? Considerando que todos somos exiliados de nosotros mismos y de nuestra historia.

            Para toda sociedad TRANSMITIR es un imperativo constante.

 

 

CAPITULO II : “Charlotte o los efectos de un silencio”

 

            Charolotte Salomón, judía nacida en Berlín y refugiada en Niza comienza su vida, como ella relata, cuando tenía 23 años, en la primavera de 1940.

                        Su abuelo, que acababa de presenciar el suicidio de su mujer le dice algunas verdades. Su madre, según creía ella había muerto a causa de una gripe, de hecho se había suicidado, al igual que su tía que se llamaba Charlotte y su tío abuelo y la madre de su abuela lo había intentado durante ocho años. El abuelo le dice a la joven que llora sobre un mundo roto en pedazos “Qué esperas para suicidarte vos también? Mátate! Que también se puede escuchar como “Toma la vida”.

            Y es en ese momento en que Charlotte comienza a vivir. En la urgencia de una carrera contra su propia muerte, se sumergirá en la pintura: en dos años pinta 748 acuarelas.

            Hasta ese momento de su vida, en el silencio de sus abuelos luego el de sus padres, Charlotte había sido ese suicida. Había vivido en el intervalo de la vida y de la muerte. Todo a lo largo de su existencia había sido un enigma. Ningún duelo había podido efectuarse en relación a una historia familiar que le había sido transmitida en el silencio o en la mentira y que, a partir de allí, la había sumergido en el enduelamiento sin fin de una profunda melancolía.

            A través de la pintura , la joven reconstituía aquello que no le había sido transmitido. Ponía en orden acontecimientos marcados por un mutismo abismal. Esas acuarelas le permitían a Charlotte constituir un tesoro: el de la transmisión de una historia conservada en silencio.

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