Crónica negra | Inocencia interrumpida

Investigación | 21 DE MARZO 2016 – 08:00 PM

Crónica negra | Inocencia interrumpida

No se evidenciaron pruebas de que su padre haya abusado de él.

Génesis S. González | UCSAR.- Aquella mañana del sábado, tan normal como otras, Fernando se levanta y desayuna junto a sus abuelos, y la señora Gladys le prepara su comida favorita; panquecas.

Corrupción.

Aproximadamente a las diez de la mañana, cuando ya habían acabado de desayunar, llega un primo del pequeño Fernando, Gabriel; que vivía al lado de la casa de sus abuelos y contaba entonces con 4 años de edad, dos años menos que él, sonriente y con ánimos de ponerse a jugar con su primo a las escondidas, carros de juguetes y fútbol en el jardín de la casa. Ambos, con una sonrisa de oreja a oreja bajan rápidamente las escaleras para llegar al jardín y poder al fin dejar fluir todas esas energías contenidas.

Escuchan un grito a una distancia media, era Alberto, otro primo de los dos pequeños pero mucho mayor que ellos, con 17 años era alto para su edad y de contextura delgada.

¡Muchachos! –grita Alberto nuevamente y más cerca– ¿cómo están, a qué juegan? Pregunta con una maliciosa sonrisa.

-Estamos jugando a las escondidas –dice Gabriel entusiasmado–.

-Sí, ¿juegas un rato con nosotros? –Pregunta Fernando–.

Alberto sonríe para sí nuevamente, como si todo marchara tal y como quería y les dice: Claro, pero juguemos a mi manera, es mucho más divertida y de paso los hará más fuertes e inteligentes; vengan, vayamos a casa que mi mamá quiere verlos y dice lo mismo a la abuela de Fernando.

-Bendición tía, voy a llevarme a los niños a la casa, mi mamá quiere verlos. Hace tiempo que no bajan y quiere saber cómo están.

-Mucho cuidado pues –responde la señora Gladys con un extraño sentimiento.

Luego de que llegan hasta la casa, los niños preguntan por su tía, a lo que Alberto responde que seguramente había ido a comprar algunos dulces para regarles a ellos. Rieron para sí y siguieron a Alberto hasta la sala de estar.

-Bueno, les voy a explicar cómo es que vamos a ju… –un grito interrumpe a Alberto, era el padre de Gabriel–. Se asoma por la ventana y le hace saber que ya Gabriel iba para allá.

-Sólo jugaremos tú y yo, Fernando, te explico: esto me lo enseñó mi papá hace años, cuando yo tenía más o menos tu edad y hoy voy a mostrarte a ti cómo se hace, y eso sí, no puedes decirle a nadie nada de esto. Que sea nuestro secreto.

Fernando, aún inocente e incapaz de detectar la malicia en las palabras y expresiones de su primo, acepta lo antes dicho sin ningún reclamo.

-Ven aquí, en este cuarto nos vamos a esconder –dice Alberto, llevándolo a una habitación en remodelación–.

Quiebre.

Alberto viola a Fernando y lo convence de que es algo normal, que podía volver luego si quería, que lo practicara junto a Gabriel y lo convenciera de ir con él cuando pudiera.

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