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Dejamos este trabajo a disposición, esperando sea de su agrado y pueda ser provechosa la información dada.


Enviado por   •  30 de Agosto de 2015  •  Monografías  •  5.674 Palabras (23 Páginas)  •  141 Visitas

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PRÓLOGO

En el presente trabajo monográfico vamos a proporcionar información sobre los principales autores que desarrollaron conceptos de autoestima. Cabe señalar que se desarrollará los tipos, dimensiones, importancia y trastornos de ésta, teniendo en punto relevante las consecuencias de una autoestima baja y las repercusiones que esta lleva en los individuos y en nuestra sociedad.

La sociedad como la vemos hoy día es el conjunto de un todo, un vaivén de acciones y motivos propios-individualistas, donde la formación de la persona es un factor clave para el progreso de nuestra sociedad.

Dejamos este trabajo a disposición, esperando sea de su agrado y pueda ser provechosa la información dada.

  1. Autoestima
  1. Concepto

Autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter y esto hace que  la persona tenga una valoración positiva o negativa de sí misma. Es un término de Psicología aunque se utiliza en el habla cotidiana para referirse, de un modo general, al valor que una persona se da a sí misma. Además está relacionada con la autoimagen, que es el concepto que se tiene de uno propio, y con la autoaceptación, que se trata del reconocimiento propio de las cualidades y los defectos. En resumen, es la percepción evaluativa de nosotros mismos.

  1. Paradigmas psicológicos referidos a la autoestima

El concepto de autoestima varía en función del paradigma psicológico por ejemplo: la psicología humanista, psicoanálisis, o conductismo.

  • Según la psicología humanista

Carl Rogers, uno de los fundadores de la psicología humanista, expuso que la raíz de los problemas de muchas personas es que se desprecian y se consideran seres sin valor e indignos de ser amados. En efecto, el concepto de autoestima se aborda desde entonces en la escuela humanista como un derecho inalienable de toda persona, este concepto se resume en el siguiente axioma:

"Todo ser humano, sin excepción, por el mero hecho de serlo, es digno del respeto incondicional de los demás y de sí mismo; merece estimarse a sí mismo y que se le estime"

Rogers explica que nuestra sociedad también nos reconduce con sus condiciones de valía. A medida que crecemos, nuestros padres, maestros, familiares, la "media" y demás solo nos dan lo que necesitamos cuando demostremos que lo "merecemos", más que porque lo necesitemos. Podemos beber sólo después de clase; podemos comer un caramelo sólo cuando hayamos terminado nuestro plato de verduras y, lo más importante, nos querrán sólo si nos portamos bien. El lograr un cuidado positivo sobre "una condición" es lo que Rogers llama recompensa positiva condicionada. Dado que todos nosotros necesitamos de hecho esta recompensa, estos condicionantes son muy poderosos y terminamos siendo sujetos muy determinados no por nuestros valores organísmicos o por nuestra tendencia actualizante, sino por una sociedad que no necesariamente toma en cuenta nuestros intereses reales. Un "buen chico" o una "buena chica" no necesariamente son un chico o una chica feliz. A medida que pasa el tiempo, este condicionamiento nos conduce a su vez a tener una autovalía positiva condicionada. Empezamos a querernos si cumplimos con los estándares que otros nos aplican, más que si seguimos nuestra actualización de los potenciales individuales. Y dado que estos estándares no fueron creados tomando en consideración las necesidades individuales, resulta cada vez más frecuente el que no podamos complacer esas exigencias y, por tanto, no podemos lograr un buen nivel de autoestima.

Otro de los fundadores y principal exponente de la psicología humanista, es Abraham Maslow. Su desarrollo teórico más conocido es la pirámide de las necesidades, modelo que plantea una jerarquía de las necesidades humanas. Éstas son:

  • Necesidades fisiológicas
  • Necesidades de seguridad
  • Necesidades de aceptación social
  • Necesidades de autoestima
  • Necesidades de autorrealización

La psicología humanista adopta el aporte de Maslow dándole énfasis a las necesidades de autoestima y reafirmando el axioma antes mencionado.

  • Según el psicoanálisis

Desde el punto de vista del psicoanálisis, la autoestima está íntimamente relacionada con el desarrollo del ego. Sigmund Freud, su máxima figura, desarrolla tres instancias del ego: el ello, el yo, el superyó. Estos son conceptos fundamentales en la teoría del psicoanálisis con la que Freud intentó explicar el funcionamiento psíquico humano. Él  sostuvo que este aparato está dividido en tres instancias: el ello, el yo y el superyó, que sin embargo comparten funciones y no se encuentran separadas físicamente. A su vez, gran parte de los contenidos y mecanismos psíquicos que operan en cada una de estas entidades son inconscientes.

El Ello es la parte primitiva, desorganizada e innata de la personalidad, cuyo único propósito es reducir la tensión creada por «pulsiones» primitivas relacionadas con el hambre, lo sexual, la agresión y los impulsos irracionales. Comprende todo lo que se hereda o está presente al nacer, se presenta de forma pura en nuestro inconsciente. Representa nuestros impulsos, necesidades y deseos más elementales. Constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Opera de acuerdo con el principio del placer y desconoce las demandas de la realidad. Allí existen las contradicciones, lo ilógico, al igual que los sueños. Representa la necesidad básica del ser de cubrir sus necesidades fisiológicas inmediatamente y sin considerar las consecuencias. La necesidad de obtener comida, la agresividad, así como la búsqueda del sexo, son respuestas del Ello a diferentes situaciones. El Ello, sin embargo, no es sinónimo de inconsciente. También las otras dos instancias, el Yo y el Superyó, tienen amplios sectores no asequibles por la conciencia. El Ello tiene una relación estrecha y conflictiva con las otras dos instancias, que se forman, escindiéndose del Ello, a partir de la interacción con el medio social (Realidad) y de la decantación del Complejo de Edipo, respectivamente. Para Freud, la mayor parte del Ello es desconocida e inconsciente. Reservorio primero de la energía psíquica, representa la arena en la que se enfrentan pulsiones de vida (Eros) y de muerte (Thanatos). La necesidad imperiosa de la satisfacción pulsional rige el curso de sus procesos. Sus contenidos inconscientes son de diferentes orígenes. Por una parte, se trata de tendencias hereditarias, de determinaciones innatas, de exigencias somáticas, y, por otra parte, de adquisiciones, de lo que proviene de la represión. De forma sucinta, se puede definir al Ello como el reservorio pulsional del hombre. La conquista del Ello, ese núcleo de nuestro ser, para Freud, es facilitada por el psicoanálisis a través del método de la asociación libre. El Ello está presente desde el nacimiento. Está constituido por impulsos tan básicos como la tendencia natural a satisfacer el hambre, la sed y sexualidad, las que Freud llamó «pulsiones de vida», alimentados por una forma de energía llamada libido. Las pulsiones de la vida se engloban en el concepto de Eros (el nombre del dios griego del amor). El Ello contiene asimismo la pulsión de muerte, responsable de las tendencias a la agresividad y la destrucción. El Ello demanda la gratificación inmediata y opera bajo el principio del placer, el cual persigue la inmediata gratificación de las pulsiones.

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