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Del Gesto A La Palabra


Enviado por   •  28 de Octubre de 2014  •  3.153 Palabras (13 Páginas)  •  178 Visitas

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La identidad humana

Si una de las empresas básicas del conocimiento, tal como se la planteó Edgar Morin hace muy poco (2001), es caracterizar de nueva cuenta, con los saberes actuales, la particularidad del ser humano, su lugar específico en el reino de la naturaleza –puesto que ello implica toda una redefinición de las tareas, las direcciones y los métodos de la vida humana en el universo–, no puede menos que pensarse que una de sus asignaturas era, y es, reformular ahora las relaciones con el reino animal y por qué, siéndolo, somos diferentes del resto de la fauna. La etología humana ("estudio de las costumbres, caracteres y conductas de un organismo en su medio habitual" [Cyrulnik 2004, p. 126]) es el campo donde esa reformulación se está desarrollando de manera sistemática (de ahí que Morin y Cyrulnik hayan sostenido un diálogo sobre la naturaleza humana [2005]).

Hay libros que provocan no sólo interés y entusiasmo sino incluso una especie de alegría, un gusto singular que se queda en nosotros por mucho tiempo. Así me ocurrió con Sentir lo que sucede (2002), de Antonio Damasio, que explica la relación entre el cerebro y las emociones en la acción psicomotriz y representacional, y me ha vuelto a ocurrir ahora con esta obra de Cyrulnik, que para explicar la adquisición del lenguaje hace confluir toda una gama de intuiciones y conceptualizaciones provenientes del psicoanálisis, la lingüística, la biología, la psiquiatría, la neurología, la etnología y la filosofía, en cuyos desarrollos existen lagunas, hiatos o zonas oscuras y presupuestos escasamente demostrados en torno a este rasgo crucial de nuestra identidad, y que ahora ha retomado la etología humana, disciplina de la cual Cyrulnik es cofundador.

Del gesto a la palabra (La naissance du sens) responde –así sea parcialmente–, a una de las preguntas que Damasio se había hecho en Sentir lo que sucede: ¿cómo se da la organización de la percepción, y luego de las reacciones sensoriomotrices a que aquélla da lugar, en un código semiótico (inicialmente imágenes, después lenguaje)? Según Damasio, lo que sabemos acerca de esto es muy poco (la filosofía, en especial después de Kant, se ha ocupado mucho del tema, si bien con un instrumental precario). A las investigaciones de Piaget y su escuela en el campo de las ideas, y a las de Damasio en el de las emociones, podemos sumar ahora la obra de Cyrulnik, de la que Del gesto a la palabra constituye un resumen en cuanto a lo que ha aprendido este autor de cómo el niño adquiere, desde el vientre materno, un instrumental que alcanza uno de sus puntos culminantes hacia los dos años de vida, cuando ingresa definitivamente en el mundo de la palabra.

La clave del ingreso al lenguaje

La cuestión clave es el señalamiento de un objeto por parte del bebé, pero es importante saber con claridad cómo se da ese señalamiento.

Intervienen el dedo (no la mano en general, aunque sí al principio), el gesto (después la palabra), el objeto y un tercero o figura de apego más los afectos y emociones. Para que un bebé tenga interés en y descubra el valor de distinguir e indicar es preciso que haya a quién señalarle el objeto; es decir, la indicación no es sólo una solicitud del objeto, sino de afecto y afinidad con respecto a quien se lo señala (previamente el objeto estará "marcado" por una relación entre éste y los padres o figuras de apego captada por el niño): "cuando efectúa el gesto de señalar, mira a la madre, padre o adulto que se encuentre con él en la habitación. Digamos que se dirije hacia lo que denominamos, en nuestro lenguaje, 'su figura de apego'. Es entonces, en ese momento preciso, cuando ensaya la articulación, todavía errónea, de una palabra. He propuesto una palabra para designar esta palabra–todavía–fallida o, si se prefiere, este intento–fallido–depalabra: la denomino 'protopalabra'. Se percibe como una emisión sonora del tipo 'bo–bo'" (Cyrulnik 2004, pp. 53–54).

La conexión con la etapa prenatal nos la da en esta cita la figura de apego. A menudo, es la madre, o un equivalente afectivo, la que brinda los elementos de apego, uno de los cuales es el olor (aunque el sabor y el sonido también están presentes), captado junto al gusto ya desde la absorción del líquido amniótico (Cyrulnik 2003, p. 51). Una vez en la vida aérea, el bebé ejecuta la maniobra de amamantamiento en estrecha colaboración con la madre y la mirada mutua entre ella y el bebé, cuya primera aproximación al seno ha sido filmada y estudiada con detenimiento. Este detalle de la mirada, inadvertido hasta hace muy poco, ha permitido comprobar, en cámara lenta, la importancia de la relación triangular entre el seno, su olor y sabor, la búsqueda del niño y el rostro de la madre; relación que cobrará una nueva dimensión en la operación de señalar que caracteriza la entrada del bebé en el mundo de los signos. Cuando la madre se empieza a distanciar del niño, muy pronto, el bebé aprende a diferenciar entre ella y otras personas especialmente por el olor, lo que ha sido comprobado gracias a experimentos con objetos de apego (un pañuelo, un oso de peluche, un juguete), cuyo rasgo fundamental es que están impregnados del aroma de la madre. En todo esto puede haber sustitutos: el biberón, el padre, el olor de éste u otra figura encargada de la crianza temprana. El pequeño ser tendrá, entonces y después, la necesaria flexibilidad.

El habla y la vida prenatal

Mediante la ecografía u observación por ondas ultrasónicas, se ha podido apreciar algunos detalles más del instrumental que el feto empieza a desarrollar y que le será útil para alimentarse y luego adentrarse en el lenguaje. Se ha visto, por ejemplo, qué tipo de reacciones manifiesta cuando la madre habla (el niño registra esencialmente las ondas bajas, o sea, graves, pues las altas son filtradas por el cuerpo materno), y cómo, en determinadas situaciones, el niño se excita y mueve la boca e incluso llega a colocar un dedo en ella, si bien no todos reaccionan de modo similar: el rango de respuestas es amplio, pues ya desde ahí se manifiesta el carácter individual (Cyrulnik 2003, p. 52). La relación entre estímulo sonoro, movimiento labial y acto de chuparse el dedo conforma una de las primeras conexiones entre figura de apego, alimentación, placer y movimiento labial, y es importante guardar en la memoria el hecho de que el bebé, una vez fuera del vientre, viene equipado con esa relación, y que es capaz (en un momento

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